Muchas personas piensan que uno no se jubila porque va a ganar menos. Y no es así. Cavilé sobre el asunto y me dediqué a preguntar. No me achaquen a mi persona todo lo que debo decir, tengan presente que en el trabajo nuestro no nos pagan para temitas autobiográficos, porque además de mi familia… a quién le importa.
Hoy usted es un obrero, un técnico, un maestro, un científico, pero desde el preciso momento en que se jubila se convierte en “un viejito”.
Usted pierde de un día para otro todos los años de estudios, las heroicidades laborales y cuando llega a la bodega nadie dice, yo voy detrás del doctor, del abogado, ¡No!, ellos van detrás del viejito.
Lo más que puede conseguir es convertirse en un tabaco. Sí, los mozalbetes le ceden paso en algún sitio, pero convertido en un “puro”, no sé la marca; menos mal que no un cabo, porque un puro después de fumado, chupado y chamuscado, no deja de ser más que un cabo de tabaco.
Las prebendes las pierdes y no digo de riquezas, si no solo de servicios. Llega a la cafería ahora y te invitan, que pase el abogado, cuando después de jubilado, el tratamiento es más simple: venga viejito.
Eso no denigra, por ser viejo debían dar una medalla por el CDR, porque usted, cuanto más viejo es significa que más ha vivido: domina más la historia, puedes hablar de los tiempos inmemoriales e incluso, hablar de hechos, fechas y adulterios que otros no conocieron.
Usted por ser viejo tiene más derecho a saber y conocer. En su casa, el muchachón de primer año universitario te arroja en la cara: Te voy a enseñar a navegar en Facebook, sin embargo, el viejo lo mira y piensa; y yo te enseñé hasta a usar el pipi, aunque a veces te meabas fuera de la taza. Y es más, te mostré como usar una cuchara, que mucho padeciste para aprender, porque no eras muy ducho.
Para saber eso tienes que pasar por viejo. Perdiste todos los atributos; llegabas a la consulta -cuando eras profesional- y desde adentro el doctor te reclamaba, venga ingeniero. Ahora escuchas a la enfermera, ¿qué hago con el viejo que está afuera? (Si alguien lo duda lo llevo a los que tienen anécdotas, algunas grabadas).
Y lo que es peor, llegas a un organismo y había una sonrisa para ti. Pasados los años, la secretaria se espanta y le dice al jefe por interno… oye, llegó el mismo viejo del otro día, dice que es solo para saludarte… qué hago con él.
Pero eso no es lo peor. En una ocasión estaba conversando en la oficina con un líder administrativo; al concluir nuestra plática me confesó, “ahora cuando te vayas quiero revisar el Granma, no tengo nada más que hacer”. Pero al salir me encontré a un amigo que en otra época fue figura importante, trabajó en ese centro y le rendían pleitesías. Fui tan ingenuo que por alegría le confesé: si buscas a fulano está ahí.
¡Pero, qué pena!, pasados varios días en la calle coincidí con “el viejito” y le digo, “que tal te fue con fulano”. Se me juntaron el cielo con los baches de la calle, me cayó en la cabeza el mucho estiércol de nuestras vías, cuando me dijo: “NO, él no estaba, la secretaria me lo juró. Él se lo perdió, porque iba a regalarle una botella de whisky que me mandó mi hija que vive afuera”.