Guerrillero conversó con varios artistas acerca de la proliferación de estudios de grabación caseros en el panorama sonoro de la Cuba actual
La música nace para ser escuchada. Para el creador, la manera más eficaz de hacerla llegar a otros es la grabación en un formato o soporte que multiplique su alcance.
En los últimos años, ese rol, tradicionalmente asumido por casas disqueras, también ha sido defendido por estudios de grabación independientes, cada vez más numerosos a lo largo de la geografía nacional.
Si bien en un inicio, los estudios caseros fueron utilizados principalmente por exponentes del rap, el reguetón… la música underground, hoy día, artistas de todas las tendencias musicales recurren a esta vía para grabar su obra.
Mientras el camino para acceder a un sello discográfico oficial se torna demasiado largo y azaroso, hay quienes han encontrado en las iniciativas independientes un sendero más factible para realizar sus sueños artísticos.
REALIDADES
Lo de los estudios caseros no es un fenómeno exclusivo de Cuba, según me asegura el joven cantautor Juan Luis Hernández “Jeylu”. También subraya que el hecho de ser caseros no empobrece la calidad del producto artístico y, como prueba, cita el ejemplo de la estadounidense Billie Eilish, quien varias veces ha ganado premios Grammy y produce toda su música desde el propio hogar.
“La industria musical es muy compleja en cualquier parte del mundo. En Cuba también, por supuesto. Los principales medios se encuentran en La Habana, por lo que para un joven de provincia es difícil llegar a esos estudios de grabación y así lograr que su obra llegue a mayor cantidad de personas”, explica.
Jeylu es médico de formación, pero vive apasionado por la música, en especial por la balada pop, que actualmente le parece en peligro de extinción. Tan pronto consiguió el equipamiento tecnológico básico (costoso, como usted debe imaginar) y con el auxilio de los tutoriales que circulan en plataformas digitales, se convirtió en el propio productor de su música, faena que comparte con Eduardo Moreno Sánchez, también de formación autodidacta.
“Ojalá todo el que inicia carrera en la música tuviera sus propios equipos, al menos para maquetear sus canciones. Aunque igual está el hecho de que no todos aprenden lo que es producir la música”, reconoce el novel artista.
La inaccesibilidad de las casas disqueras profesionales no es solo para los principiantes en el mundo de la música. Baste decir que en Cuba, en la Cuba de provincia, hay artistas consagrados, de larga trayectoria profesional, que no cuentan con, al menos, un disco de su obra. El llamado “fatalismo geográfico”, de igual forma, parece ser un factor determinante.
A partir de su experiencia personal, J Milo agrega otros aspectos a tener en cuenta, como lo tedioso de los trámites burocráticos con disqueras oficiales y el requisito de ser artista profesional, perteneciente al catálogo de alguna empresa nacional.
“Así se pierde mucho talento. De no ser por los estudios caseros no habría tanta música en el país en la actualidad”, asevera el muchacho, defensor de un repertorio propio que fusiona ritmos de moda.
Y agrega: “Estos estudios son maravillosos para el arte independiente, cuentan con buenas prestaciones tecnológicas y, además, ya en el mundo se utilizan muy poco los instrumentos, es tendencia usar máquina o inteligencia artificial para producir la música”.
Los estudios caseros, igualmente, han representado una valiosa oportunidad para la incipiente carrera del Dúo Fábula. José Luis Izquierdo “Luisiño”, uno de sus integrantes, coincide en afirmar que son espacios bien equipados tecnológicamente, aunque resultan costosos y no garantizan a los creadores la distribución o posicionamiento del producto final.
“No obstante, los artistas seguimos apostando por dejar plasmado nuestro arte fonográficamente. Entonces, yo pienso que el desafío sería establecer un vínculo entre los estudios de grabación independientes y la industria musical cubana, en especial, con las instituciones que se dedican a comercializar y promocionar la música”, considera.
LUCES Y SOMBRAS
Desde su formación como crítico de arte, Yanetsy Ariste Pita aprecia luces y sombras en la proliferación de estudios de grabación caseros. Reconoce que representan un incentivo para la creación, “porque no se puede ser creativo sin medios o recursos que financien el arte, y llegar a una casa disquera es casi utópico, sobre todo, para quienes comienzan y cargan, además, el peso del fatalismo geográfico.
“Las desventajas tienen que ver entonces con la política cultural, porque no todo lo que se graba es bueno. Aquí no hay un proceso de selección o curaduría previo; solo el dinero rige lo que se graba en estos estudios. Eso significa que las propuestas musicales que ahí llegan son diversas y que no todas cuentan con calidad interpretativa”.
Pero la especialista considera que no hay que disparar las alarmas, pues mientras los estudios caseros pueden satisfacer a mayor número de artistas, “las disqueras tradicionales llevan implícito un elemento de jerarquización del arte que también es un proceso natural de la evolución de la música.
“Pienso que a futuro nos mantendremos compitiendo entre lo institucional y lo independiente pero, eso sí, creo que nuestras disqueras deben buscar rutinas productivas más ágiles ante estudios independientes, que ganan cada vez más calidad”, concluye.
Por lo pronto, en medio de tiempos convulsos para la industria musical cubana, sean bienvenidas estas iniciativas que abren una puerta a la creación, sin que ello implique dejar de analizarlas y evaluar su impacto real en el arte edificante al que aspiramos.