La mayor fuerza de Guanahacabibes está en los voluntarios que se suman a la protección de las especies del Parque
Si algo queda claro a los trabajadores del Parque Nacional Guanahacabibes (PNG), es que sin la participación de las comunidades no hay trabajo de manejo y protección que cumpla al ciento por ciento su objetivo.
Son ellos, los pobladores, ese eslabón imprescindible que marca la diferencia entre el éxito de un programa de conservación o su simple aplicación sin transformación profunda en el accionar de quienes residen en áreas de interés para el Parque.
Por ello, en Guanahacabibes se han dado a la tarea de implicar, en la mayoría de sus proyectos, a quienes viven en las comunidades aledañas. Uno de ellos ha sido el de protección de las cotorras del Cabo de San Antonio, que ya tiene resultados tan visibles como es el avistamiento de grandes bandos volando sobre comunidades cercanas y en áreas específicas de la Península.
CASI DOS DÉCADAS DE MONITOREO
Siempre el peligro existe: aparecen el depredador y el cazador furtivo. Por su accionar, pasaron muchos años sin que se vieran, en alguna parte de la Península, grupos grandes de cotorras.
Ante esta situación, inicios de los 2000, emprendieron un monitoreo constante sobre la cotorra cubana, Amazona leucocephala, declarada con categoría de amenazada, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
En los últimos cinco años, las acciones se han consolidado y se logró, al menos en dos sitios importantes: Bolondrón y Santa Cruz, establecer un monitoreo y esquema de protección continuo.
El efecto es notable, porque continuamente recibimos reportes de personas de la comunidad que aseguran ver cotorras volando y recorriendo los sitios. “Eso implica que las acciones que se tomaron han sido efectivas”, refiere Lázaro Márquez Govea, ingeniero del Parque.
Las acciones incluyen el uso de la tecnología, de cámaras trampas, por ejemplo, que permiten estudiar sus comportamientos y los sitios de anidación.
Lázaro Márquez Llauger, director del PNG y coordinador de la Reserva de la Biosfera Península de Guanahacabibes, precisó que hace muchísimo tiempo cuentan con un esquema de protección bien ajustado, aunque no infalible, en el que participan varios factores, entre ellos, Guardabosques, Guardafronteras, el Servicio Estatal Forestal y la Oficina de Desarrollo Integral Guanahacabibes.
Por tanto, acota, aquí no es un problema crítico la existencia de cazadores furtivos, sin desconocer que hay quienes se adentran en la Península con el ánimo de sustraer animales como cotorrras, venados y jutías.
Cuando identificamos el problema, organizamos grupos de voluntarios, ese es uno de los aspectos más importantes a destacar, y es que contamos con una participación creciente y, además, muy entusiasta de personas que desean contribuir con la preservación de la flora y la fauna de este lugar.
“Nuestro equipo técnico y de protección es limitado, por lo que hemos tenido que recurrir a voluntarios. Ello, junto al empleo oportuno de tecnologías y mecanismos nuevos, ha garantizado un éxito importante que llega hoy como resultado hasta eventos científicos”, apunta Márquez Govea.
MAR ADENTRO
Es tan amplia la labor de preservación en la Península, que no queda solo en sus 23 880 hectáreas terrestres, sino que abarca un área marina de 15 950 hectáreas.
En estas últimas descansa uno de los ecosistemas de arrecifes de coral mejor conservado y más diverso de la región del Caribe. Para alcanzar ese resultado, los especialistas del PNG han trabajado de conjunto con el Acuario Nacional de Cuba, el Centro de Investigaciones Marinas y con aporte internacional, también, en un sistema de restauración de los arrecifes.
Entre las causas fundamentales que afectan a los arrecifes y que son mayormente naturales, destacan el calentamiento global, que provoca el blanqueamiento del coral, y los huracanes. A ellas se suman, aunque en menor medida, prácticas indebidas a la hora de bucear los turistas, comenta el ingeniero Márquez Govea.
Para ilustrar la riqueza del sistema de arrecifes, lo compara con un bosque tropical en tierra, por su diversidad, las especies y los paisajes, de ahí la importancia de su preservación.
“Tratamos de hacer cosas que se aplican por primera vez en Cuba como mecanismos de reproducción de los corales, para en un tiempo más corto poder obtener fragmentos que permitan restaurar allí donde haya daños”, explica.
Este trabajo lo han estado ejecutando, fundamentalmente, con dos especies muy vistosas y atractivas: la Acropora cervicornis y la Acropora palmata. Asimismo, son de las más frágiles a los efectos del calentamiento global, señala el especialista. Ambas son conocidas como cuerno de ciervo, la primera, y cuerno de alce, la segunda.
Para garantizar los mecanismos de reproducción, complejos desde el punto de vista científico, pero con una finalidad excepcional, trabajan de conjunto con varias instituciones científicas y académicas cubanas y ONG extranjeras.
Estas prácticas han permitido repoblar las zonas más perjudicadas del sistema de arrecifes, e incluyen la recolección de los paquetes de gametos de las dos especies para la fertilización asistida y el proceso de restauración por fragmentación o microfragmentación, cultivadas en viveros flotantes.
Esta última técnica no permite ampliar la variedad genética como la fertilización asistida, método por el que se toma material genético recolectado en diferentes colonias y, por tanto, se incrementa la variedad en la zona repoblada.
TRABAJO EXTENSIONISTA
Para los trabajadores del Parque, los pobladores de las comunidades aledañas y, sobre todo, los niños constituyen un público estratégico.
Por esa razón mantienen un vínculo estrecho con las escuelas e instituciones, y sostienen un grupo de eventos y celebraciones durante el año como el Festival de Aves Migratorias, desde el 2012; el Día de la Tierra; el Festival de Tortugas Marinas; y el Día del Medio Ambiente. Se trata siempre de una actividad continua.
“Por mucha tecnología que uno tenga, si no logras que la gente se sensibilice, que entienda lo importante de proteger el medio que le rodea para las generaciones futuras, entonces no funcionaría el Parque.
“Tenemos el orgullo de que mucha gente que hoy participa con nosotros en programas de monitoreo y protección, antes fueron depredadores, y ahora se unen en las acciones de conservación. Son voluntarios que pasan 10 o 15 días en una playa haciendo labores de protección”, precisa el director.
“Sin que el paisaje sea idílico, y teniendo en cuenta que siempre existen problemas, consideramos que el resultado ha sido edificante para las personas de las comunidades, más que para nosotros”, aseguró.
Los gestores del PNG se han esforzado por implicar a los asentamientos cercanos. Ejemplo de ello es un componente de un proyecto sobre la protección de los manglares, en el que participó la comunidad de La Fe, y que fue financiado por Ocean Foundation.
Son los residentes de este lugar quienes ejecutan acciones de conservación del manglar, una estrategia que coordina la Unesco sobre un grupo de áreas de América Latina y el Caribe.
Un aparte hacen los especialistas para referirse al programa de las tortugas: “El proyecto ya cumple 26 años. Es el programa de monitoreo más antiguo que existe, de cualquier especie, en Cuba. Se ha mantenido en condiciones muy difíciles, a pesar de eso, incluso, en plena pandemia de la COVID-19, nunca se detuvo.
“En él se cumplen dos funciones: proteger la especie, monitorearla, y, además, tenemos un programa para conducir a los turistas a ese proceso y que participen en el desove. Eso también aporta un ingreso al Parque”, señala Márquez Llauger.
Agregó que en los últimos años se han enfocado en atender grupos que traen el propósito de aprender. “Por ejemplo, estudiantes universitarios de otros países que tienen por objetivo trabajar en los senderos, pero llegan más interesados en el manejo, la protección, las investigaciones. Es una actividad turística, pero con un aprendizaje muy profundo. Ello ha sido muy provechoso, porque nos ha obligado a prepararnos más”.
Este tipo de visitantes constituye aproximadamente el 70 por ciento del turismo que se recibe en el año.
Guanahacabibes encierra miles de secretos, de riqueza natural, de historias no contadas, de resquicios aún lejos de ser estudiados por la ciencia.
Para que siga existiendo con su exuberante naturaleza y paisajes sin igual, deberá mantener siempre ese binomio que hasta hoy les permite resultados incomparables: y es la aplicación de la ciencia y la tecnología de la mano del hombre, de ese técnico que encuentra en el Parque su sustento de vida y del voluntario que llega siempre presto a ayudar.