Etapa prehispánica
Los hallazgos arqueológicos y las investigaciones practicadas revelan que el territorio fue habitado por aborígenes cazadores, pescadores y recolectores hace más de 400 años. Las saludables aguas de los ríos, arroyos y lagunas del entorno geográfico, así como la abundancia de especies comestibles, tanto de la flora como de la fauna, posibilitaron condiciones idóneas de hábitat para los grupos humanos que lo poblaron en el pasado.
En el informe realizado por el destacado arqueólogo doctor en Ciencias Enrique Alonso Alonso para las áreas protegidas de Mil Cumbre en 1980 aparecieron recomendaciones de protección para diversos sitios de Los Palacios, en los que con anterioridad se habían colectado instrumentos líticos como majadores, percutores, piedras moledoras, también vasijas de conchas, gubias, caracoles, estratus cenizosos, además de restos alimenticios de aves y especies terrestres y marinas.
El hombre que habitó el territorio tenía las mismas características del aborigen americano: cara ancha, pómulos prominentes, órbitas cuadradas, ancho espacio interorbital, marcado desgaste de las mesetas de las piezas dentarias y aberturas puriformes, o sea, de la nariz mediana o estrecha, según los casos individuales, con bordes filosos no muy pronunciados en las escotaduras. Eran individuos rudos de estatura media.
Evidencias arqueológicas, toponímicos, leyendas, tradiciones y otras referencias confirman la presencia de aborígenes como bien citara el célebre naturalista Tranquilino Sandalio de Noda: […] “Cuando se funda Los Palacios aún habían familias descendientes de indígenas”.
Etapa colonial (1492–1898)
El proceso de conquista y colonización, durante el periodo de 1492 a 1553, tuvo escasa repercusión en el territorio de acuerdo con las fuentes consultadas hasta el momento. No obstante, se ha comprobado que en 1494 el almirante Cristóbal Colón navegó al sur de esta zona al realizar su segundo viaje a la isla y que hizo firmar el acta de carácter continental de Cuba el 12 de junio de ese año.
Los colonizadores españoles acaudillados por Velázquez al instalarse en Cuba y en la zona occidental comenzaron a poner en producción las tierras y fomentar las crías de ganados y bestias que trajeron y que tanto dependieron de ellas. Además, se aprovecharon de la mano de obra indígena casi exclusivamente.
Según las actas del Cabildo del Ayuntamiento de La Habana y otras fuentes consultadas, arrojaron que para el actual municipio de Los Palacios fueron mercedados tres hatos y 25 corrales.
El hato San Pedro de Dayaniguas, entregado al español Juan Gutiérrez Manibaldo el 26 de noviembre de 1569, significó la primera mercedación oficial del siglo XVI, sirviendo como punto de partida para la colonización del territorio, proceso este que continuó hasta siglos posteriores.
Pero su nombre original, según la tradición oral, nos revela una leyenda: Yaniguá o Hayaniguá era una india joven y atractiva que habitaba en el sur, próximo al río Caiguanabo, siendo sojuzgada por los colonizadores y dejó descendientes de uno de ellos. A la zona se le denominaba Hayaniguas y en tiempos de Manibaldo la llamaron Dayaniguas.
También fueron importantes para el ulterior desarrollo del territorio los hatos El Ciego, entregado a Juan Sánchez el 27 de abril de 1590, y el San Pedro de las Galeras, llamado originalmente Sabanilla de las Galeras en el río Caiguanabo, solicitado por Pedro del Castillo el 30 de agosto de 1624. El 31 de marzo de 1632 se le otorga el sitio a don Diego de Zayas y Soto. En 1661 solicita el sitio de Los Baños don Ubaldo Arteaga. El 18 de abril de 1687 se formó un solo cuerpo con el hato y otras tierras realengas que pasaron a las concesiones de don Mateo Pedroso.
Con el reparto de las mejores tierras el colonizador aprovechó sus ricos y abundantes recursos naturales, introdujo la cría de ganado mayor y menor con el objetivo de autoabastecerse de sus carnes, cuero y cebos y a la vez apoyar económicamente con otros recursos a la flota y armada que emprendía la conquista de América.
El proceso de poblamiento fue extremadamente lento, ya que para el año 1680 para la parte occidental, a partir de La Habana, existían 33 hatos, 116 corrales y 10 sitios, de ellos, pertenecían a esta zona tres hatos, 12 corrales y un sitio, dedicados todos a la cría menor y mayor de ganado.
Necesariamente esto trajo consigo el surgimiento de monteros y sabaneros, que como es natural fueron construyendo sus ranchos, trajeron sus mujeres, nacieron sus hijos y tuvieron la necesidad de introducir algunos cultivos de subsistencia.
Fundación de Los Palacios (1760)
En el asiento original del hato El Ciego y próximo al camino carretero central a la Vuelta Abajo dentro de un hermoso pinar, se creó por el año de 1705 un oratorio que después fuera curato de monte y para 1735 se convertiría en capellanía hasta poseer iglesia propia bajo la advocación de Jesús de Nazareno. A esta jurisdicción se le conoció con los nombres de El Ciego del Nazareno o Jesús Nazareno del Ciego y lo conformaba un incipiente caserío, con cierto trazado urbano para 1760.
La tradición oral reafirma esta anotación, pues un capataz de la hacienda El Ciego nombrado Pedro Gaspar Hernández cambió su apellido por el De la Cruz, dando origen a las fiestas del tres de mayo de Jesús de Nazareno y trasladó la santa misa y el caserío original después de un incendio hacia la margen este del río, lugar que daba paso a un establecimiento y corral nombrado Los Palacios en la otra orilla.
El 30 de marzo de 1735, mediante acta testamentaria de la muy reverenda madre novicia María del Tránsito, religiosa del monasterio de Santa Catalina de Zena de San Cristóbal de La Habana, dispuso varios legados y mandó fundar una casa capellanía en el hato El Ciego.
Toda la bibliografía consultada cita la fundación de Los Palacios en el año 1760, en tierras del hato El Ciego, a orillas del río Macurijes y que en 1763 las religiosas del convento de Santa Catalina de Zena cedieron dos caballerías de tierras para la urbanización del pueblo y la construcción de la iglesia parroquial.
Su nombre lo adquiere de una antigua familia apellidada Palacios, de origen español, asentada en este lugar.
Como hechos históricos relevantes que ocurren en el actual municipio en el siglo XIX tenemos la fundación de los pueblos Paso Real de San Diego y San Diego de los Baños, en 1820 y 1844, respectivamente.
Paso Real de San Diego (1820)
Debe su existencia como grupo poblacional a los baños de San Diego, encontrándose su asentamiento en la encrucijada de los cuatro caminos: Dayaniguas–Baños de San Diego y La Habana–Vuelta Abajo. Su fundación data de 1820 y para el año 1879 era un pueblo totalmente trazado urbanísticamente, con ayuntamiento y categoría de municipio.
En el mes de marzo de 1896 el pueblo fue incendiado y destruido y aun así se le conocía como Paso Real de San Diego y se le adjudicó el nombre de Julián Díaz en 1898, pero rápidamente comenzó a fomentarse en el sitio de Los Pozos en el corral Santa Bárbara en el apeadero del tren un nuevo caserío conocido como el actual Paso Real.
En el año 1900 fue suprimido por orden militar 343 y los barrios de La Herradura y Ceja de La Herradura fueron anexados al término de Consolación del Sur y los barrios Paso Real (pueblo) Santa Mónica y Los Palacios al término de Los Palacios.
San Diego de los Baños (1844)
Cuenta la leyenda que el esclavo Taita Domingo, abandonado por su dueño por padecer de lepra, yendo a la aventura de frutas silvestres encontró los manantiales de aguas sulfurosas del río Caiguanabo o San Diego, donde se bañó y curó sus males y regresó a la finca San Pedro de Las Galeras para contar el milagro de la madre naturaleza.
Investigaciones realizadas científicamente permiten afirmar que el sitio original del primer San Diego fue en el antaño Paso Real del camino carretero a la Vuelta Abajo conocido como Paso Real de San Diego, hoy Paso Quemado, y que al sitio de los baños desde 1775 acudían enfermos a bañarse y el 22 de marzo de 1793 se celebró la primera misa en la ermita nueva, bajo la advocación de San Diego de Alcalá, patrocinada por labradores del hato San Pedro de las Galeras y del sitio de los baños perteneciente a don Mateo Pedroso.
La visita que realizó Cirilo Villaverde durante esa época a los baños ayudó considerablemente al crecimiento de los mismos y al fomento de la población.
En 1844 (fecha que se toma como fundación oficial) don Luis Pedroso y Echevarría, comprendiendo las ventajas económicas que le podía aportar el sitio de los baños, acometió y encargó al agrimensor don Cristóbal Gallegos a hacer el trazado urbanístico del pueblo y se comenzó con el concurso de comerciantes y vecinos, la sustitución de las viejas chozas por nuevas edificaciones denominándose el pueblo como Baños de San Diego.
El pueblo de San Diego adquiere la categoría de municipio en el año 1878, al aprobarse la Ley de Municipalidad, y pierde dicha condición por la orden 23 del Gobierno Provisional de 1902, anexándose su territorio a Consolación del Sur.
Manifestaciones culturales
Eran diversas las formas de manifestaciones culturales y tipos de tradiciones que se practicaban en el territorio. Los negros, con su rico acervo folclórico de origen africano, hacían las fiestas del bembé, practicaban danzas o bailes en los que invocaban a sus orishas.
Se realizaban grandes fiestas relacionadas con las festividades de la Santa Cruz donde acudían vecinos de todas las comarcas el tres de mayo de cada año, acompañada de una procesión con la imagen de Jesús de Nazareno que saliendo de la iglesia recorría el caserío.
Sobreviven en la memoria popular tradiciones muy arraigadas como las llamadas carreras de sortijas que se remontan a la tradición ganadera. Otros juegos como el del palo encebado, la cucaña, el palo enterrado, el puerco encebado, carreras de caballos (independientes y con carruajes), monta de toros, enlace de ganado, entre otros.
LUCHAS POR LA INDEPENDENCIA
Guerra de los Diez Años
El inicio de la Guerra de los Diez Años influyó profundamente en el sentir de muchos patriotas pinareños existiendo una activa conspiración, formada por cuatro núcleos, uno de los cuales tenía su centro en Paso Real de San Diego y se extendía desde San Cristóbal hasta Consolación del Sur, cuyo jefe fue el patriota residente en el partido de Paso Real de San Diego Rafael del Pino Díaz.
Esta conspiración, que posiblemente estaba sincronizada con el alzamiento de Las Villas, abortó en enero de 1869, ya que fue delatada por alguien que conocía a toda su estructura, siendo apresados la mayoría de sus miembros y remitidos a la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, donde después se les sometieron a consejo de guerra, condenándose muchos a muerte; a otros se les conmutó la pena por el pago de grandes sumas de dinero.
En abril de 1867, alegando una débil neuralgia en la cara, realizaba Ignacio Agramonte Loynaz un curioso viaje al balneario de San Diego que pudo haber tenido carácter político. Es significativo el hecho de que en las cercanías de esta población radicara el centro de uno de los núcleos de conspiradores de Vuelta Abajo.
En el poblado de Los Palacios existía ya en la segunda quincena de octubre de 1868 síntomas de anormalidades acentuados con motivo de la intersección por las autoridades locales de una proclama sediciosa dirigida a Desiderio Acosta y Hernández, que poseía una finca al norte de este partido, quien fuese observado o vigilado en otras ocasiones como enemigo de las instituciones coloniales.
Guerra Chiquita
Presencia física de José Martí en Los Palacios
La presencia física de José Martí en Pinar del Río fue revelada por primera vez por el destacado historiador, Premio Nacional de Historia 2012, César García del Pino (fallecido), en el primer evento científico sobre la vida y obra del Héroe Nacional de Cuba que se desarrolló en Los Palacios, auspiciado por la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (Unhic) y la Comisión Municipal del Centenario.
Posterior a esta revelación, el historiador pinareño Armando Abreu encontró textos publicados en el periódico Patria que dan fe de la presencia del Apóstol en Las Pozas, municipio de La Palma, entre el 18 y 21 de marzo de 1879, teniendo la posibilidad de publicar un libro, pues allí radicaban José Inocente y José Bonifacio Azcuy, de un tronco familiar de destacada trayectoria revolucionaria; con ellos y con los rebeldes Socarrás se encontró Martí, según afirma Abreu.
El libro Presencia física y vínculo martiano con Vuelta Abajo, de Luis Martínez Zamora y Rolando J. Cordero Alfonso (en proceso de edición), revela con sólidos argumentos que Martí para dirigirse a Las Pozas descendió del tren en el apeadero Los Pozos, próximo a Paso Real de San Diego, donde residían los Del Pino Díaz (Rafael, padre e hijo), y que la amistad con el Apóstol venía desde el destierro en España, pues Carlos Sauvalle no se encontraba en Cuba en esos momentos (marzo de 1879).
Martí y sus acompañantes estaban disfrazados, utilizando seudónimo para no despertar sospechas, dirigiéndose por el camino próximo a San Diego de los Baños, que paralelo al río Caiguanabo o San Diego se introducía en la serranía que conducía a Las Yeguas–Las Catalinas–Cerro Las Pozas. Las características de la zona y los diferentes análisis coinciden perfectamente con su descripción en Canto y dialecto para dejar sentado la presencia física de José Martí en Los Palacios.
Guerra de 1895
La presencia de las fuerzas invasoras al mando del lugarteniente general Antonio Maceo se hizo sentir en Los Palacios durante la Guerra Necesaria de 1895–1898, pues tempranamente su vanguardia compuesta por el regimiento de Las Villas protagonizó, el 14 de enero de 1896, el primer combate en Vuelta Abajo, en Bacunagua, donde también cayó el primer mambí en tierras pinareñas, el sargento villareño Abraham Téllez.
En su campaña invasora, después que Maceo lleva la invasión victoriosa hasta Mantua, a su regreso tiene su primer combate en Paso Real de San Diego, el primero de febrero de 1896, acción que le produjo a las fuerzas españolas más de 100 bajas, y que ha quedado como una huella indeleble en la presencia del Titán en tierras palaceñas.
Otras acciones combativas no menos importantes fueron libradas por este paladín de las gestas independentistas en este territorio en 1896 como fueron la destrucción del heliógrafo de El Toro el primero de abril; los dos combates de Bacunagua los días tres, 16, 17 y 18 de agosto; el combate de Las Catalinas y Galalón, el ocho y nueve de octubre, donde las fuerzas cubanas pelearon en proporción de cinco a uno contra los españoles, siendo uno de los combates de mayor envergadura de la campaña de occidente, donde se le causó más de 300 bajas al enemigo, y como un imperecedero regalo celebró aquí en Sabana de Maíz, el 10 de octubre de 1896, el aniversario 28 del alzamiento de La Demajagua.
Significativa fue la presencia de la insigne patriota vueltabajera Isabel Rubio en este territorio, que con sus 57 años, engrandeciendo su obra de sanidad y ansias de libertad, es herida el 12 de febrero de 1898 en La Loma Gallarda, lo que le causó la muerte tres días después en Pinar del Río.
Integraron las gloriosas filas del ejército libertador 58 palaceños, lo que engrandece las tradiciones de lucha y de combate.
Las consecuencias de la guerra, unidas a la reconcentración de Weyler, fueron nefastas para el territorio, pues de una población de 17 738 que existía en 1887 solo quedaron 6 746 en 1899. La economía sufrió enormes daños y quedó prácticamente arruinada; las plantaciones de caña y los dos ingenios azucareros quedaron devastados.
El poblado de Paso Real, así como la parte oeste de Los Palacios, fueron incendiados en el año 1896, por lo que gran parte de la población quedó sin vivienda.
Etapa neocolonial
A partir del primero de enero de 1899 hasta el 20 de mayo de 1902, Los Palacios, como todo lugar de Cuba, fue regido por un gobierno militar estadounidense.
El cinco de marzo de 1902 fue promulgada la Orden Militar número 62, la cual puso en vigor normas expeditivas para la disminución y deslindes de las haciendas, hatos y corrales comuneros, lo que permitió su fácil traspaso a las empresas estadounidenses.
Los españoles residentes, dueños de las mayores riquezas, no pusieron obstáculo para aliarse al joven y agresivo imperialismo con el ánimo de conservar una buena parte de sus propiedades, sobre todo la tierra. Por lo que comenzó un proceso de penetración económica del capital estadounidense a través de inversiones en grandes y medianas fincas, todo lo cual se acentúa a partir de la instauración del gobierno entreguista de Tomás Estrada Palma.
Los tres territorios -Los Palacios, Paso Real de San Diego y San Diego de los Baños- sufrieron grandes transformaciones político administrativas, perdiendo incluso hasta la condición de municipios.
Década del ‘30
Los rasgos de subdesarrollo de la economía, heredados del colonialismo español, fueron acentuados por la dominación neocolonial de Estados Unidos. Existía una completa dependencia a empresarios norteamericanos; burgueses, latifundistas nacionales y extranjeros controlaban las formas fundamentales de nuestra economía, existía una estructura económica predominantemente agrícola muy atrasada de carácter intensivo, donde imperaba el latifundio; el desempleo y subempleo constituían parámetros que alcanzaban un porcentaje alto en la fuerza de trabajo, y la economía era abierta y mono exportadora.
Para esta época, el partido Unión Nacionalista, al cual pertenecía el general Francisco Peraza Delgado, contaba con un grupo considerable de adeptos en el territorio, quienes se reunían y daban mítines como el protagonizado en junio de 1930 en la plazoleta ubicada frente a la Estación del Ferrocarril. En él tomaron parte el propio Peraza, el patriota íntegro Juan Gualberto Gómez, Carlos Mendieta y Amelio Álvarez. Esta manifestación fue brutalmente reprimida a plan de machete por fuerzas del ejército y la policía local.
En Hoyo de Majagual, en agosto de 1931, cayeron baleados el general Peraza y un grupo de revolucionarios que se alzaron en armas contra la dictadura de Gerardo Machado, expresión del sentimiento de rebeldía del pueblo contra los gobiernos tiránicos y explotadores.
Década del ‘50
La deplorable salubridad se reflejaba en 1952, pues de un total de 4 112 viviendas solo 232 tenían inodoro y letrinas. Las viviendas que poseían instalaciones hidráulicas ascendían a 199 y el agua provenía del río sin tratamiento potabilizador. Las pequeñas casas de guano y yagua pululaban en las zonas campesinas.
En todo el municipio existían seis médicos (un médico por 4 167 habitantes), cuatro estomatólogos, no habían pediatras ni ginecólogos, solo una comadrona facultativa. El inventario físico de lo que aparentaba ser el departamento de sanidad: un camión para la recogida de basura, una mula, un trabajador, una pala y una empleada en el registro de defunciones. Existía una mortalidad general de 81.8 por cada 1 000 habitantes y una mortalidad infantil de 61.8 por cada 1 000 nacidos vivos.
La educación también constituía uno de los problemas de carácter social más agravantes, ya que con una población de 17 066 habitantes mayores de seis años apta para el estudio 7 667 eran analfabetos.
Guerra de liberación nacional
Decenas de palaceños se destacaron en la última etapa del proceso de liberación nacional, tanto en la lucha clandestina como en el Ejército Rebelde.
En gran parte del entorno montañoso norte se fraguó el Frente Guerrillero de Pinar del Río, primero con el intento de abrirlo en marzo de 1958 por el destacado revolucionario Juan Palacios Beltrán, llegando a nuclearse con 54 combatientes, entre ellos 13 palaceños, y posteriormente con su fundación oficial por parte del comandante Dermidio Escalona Alonso, el 26 de julio del propio año en San Andrés de Caiguanabo, municipio de La Palma, creando su comandancia en la Loma del Seboruco en Los Palacios, formando parte de este 23 combatientes del municipio.
En esta heroica lucha contra la oprobiosa dictadura perdieron la vida nueve de los hijos de este territorio, cuyo legado será siempre paradigma y ejemplo para todos los palaceños: Adolfo Raúl Delgado Rodríguez, Adrián y Enrique Troncoso Castro, Pedro Hernández Camejo, Patricio Páez González, Luis Cardoso García, Martín González Márquez, Alfredo Núñez Valdés y Ángel Cayetano Ramírez Pedroso.
Revolución en el poder
Al ser de público conocimiento la huida del tirano y sus más cercanos seguidores, el primero de enero de 1959, el pueblo se lanzó a las calles en masivo y contagioso júbilo revolucionario.
Con la promulgación de las leyes de Reforma Agraria (1959 y 1963) se les entregó gratuitamente la tierra a los campesinos que verdaderamente la trabajan. La agricultura pronto se vio beneficiada con la creación de las granjas del pueblo; la diversificación de los cultivos y muy especialmente el del arroz. Posteriormente, el papel desempeñado por el INRA impulsó la diversificación de la agricultura.
Las leyes revolucionarias que tendían a favorecer a las mayorías del pueblo trabajador dañaron los grandes intereses de los terratenientes, empresarios burgueses, comerciantes, politiqueros, exmilitares y funcionarios del anterior régimen, que en algunos casos arrastraron con su influencia a hombres sencillos, engañados por su escasa cultura y la comprensión cabal de los verdaderos fines de la naciente Revolución. Así surgieron los primeros alzados contrarrevolucionarios que operaron en la zona.
En 1960 se organizaron las patrullas campesinas para defender la Revolución. Además, comenzó un proceso de integración y unidad del pueblo en las distintas organizaciones revolucionarias.
En 1961 se llevó a cabo la gran Campaña de Alfabetización, el fenómeno cultural más amplio en la historia y que parecía irrealizable, habida cuenta los siglos de abandono educacional que la nación había padecido por la desidia de sus gobernantes.
En el contexto de la Crisis de Octubre, Estados Unidos detectó el emplazamiento de los cohetes y a partir del día 22 de octubre desplegó alrededor de Cuba una poderosa fuerza militar situando al mundo al borde de una guerra termonuclear. En Los Palacios los emplazamientos de los cohetes R-12 se encontraban en la zona de El Cacho y Peña Blanca, próximos al entorno montañoso.
Entre 1970 y 1975 se evidenciaron avances socioeconómicos con la creación de 17 obras sociales importantes.
En el periodo 1975–1990 se produjeron amplias transformaciones en el municipio en beneficio del pueblo, destacándose la nueva división político administrativa de 1976 que transformó la extensión territorial, así como la creación de los Órganos Locales del Poder Popular en el propio año, la aplicación de una nueva estrategia de desarrollo económico entre 1976–1980.
Durante el periodo especial, caracterizado por una grave crisis económica, la situación del territorio no podía ser diferente a la del resto del país impactando sobre toda la población.
La Batalla de Ideas, que comenzó el cinco de diciembre de 1999, marcó un hito en lo que se ha dado en llamar programas sociales, dirigida a enraizar los más elevados ideales patrióticos e internacionalistas y de manera muy particular en niños y jóvenes. Trascendental en este proceso fue el Juramento de Baraguá en el año 2000, en el que los palaceños expresaron una vez más su decisión de continuar la batalla por el futuro libre de la Patria, contra el bloqueo imperialista y las leyes Torricelli, Helms Burton y la de Ajuste Cubano.
Dos de los principales resultados en Los Palacios han sido la educación y la salud. En el sector educacional se cuenta con un maestro o profesor por cada 64.2 habitantes y por cada 16.2 estudiantes. El territorio posee un médico por cada 298 habitantes, una enfermera por cada 163 y un estomatólogo por cada 1 174. La esperanza de vida de los hombres es de 79 años, mientras que de las mujeres es de 78 y la mortalidad infantil se comporta positivamente.
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