Llega otro año en que la Jornada por la Cultura Cubana se celebra de manera diferente. Espectáculos e iniciativas se vuelcan una vez más a las redes sociales y en menor medida se realizan actividades presenciales con las debidas precauciones.
Los nuevos escenarios que ha impuesto la pandemia ya se vuelven recurrentes. Nos convocan a consumir el arte de otra forma y aunque algunos espacios no dejan de ser atractivos, artistas y público añoran esos encuentros directos que son insustituibles para ambos.
En esta ocasión, las festividades remarcan la literatura como una de las fortalezas de nuestra cubanía. El legado que nos regaló Cintio Vitier desde su estudio infinito de la obra martiana, su extraordinario andar en virtud de las letras cubanas y el aniversario 120 de la Biblioteca Nacional apuntan a la importancia de preservar ese eslabón que también nos define.
De ahí que sería válido reflexionar sobre lo urgente que resulta fomentar la lectura desde edades tempranas; motivar el amor por los libros, más ahora en tiempos de confinamiento; remplazar costumbres adquiridas desde el innegable avance de la tecnología y apostar por leer más.
Y si de jóvenes se trata, como ya es habitual, los más bisoños tienen un peso fundamental en esta jornada. La celebración de los 35 años de la Asociación Hermanos Saíz invita a mantenerse eternamente joven con la sangre saludable, poderosa y positiva del arte cubano.
Así lo enuncia el póster promocional de la campaña que en Pinar del Río se ha visto reflejada también en la creatividad, la solidaridad, el apoyo, la hermandad y la defensa de Cuba en estos tiempos difíciles.
Pero no es solo una jornada para que los jóvenes artistas lleven el protagonismo, pues la cultura es de todos y es entre todos que se fortalece, que se enriquece y se protege.
Sabemos que va más allá de las artes; sin embargo, a veces la marginamos de nuestras vidas como si solo fuera un encargo social de los artistas y no parte esencial de lo que somos.
Fidel lo patentizó en el año 2002: “Sin cultura no hay libertad posible. La certeza de ese pensamiento, que no se limita a la cultura artística, sino que implica el concepto de una cultura general integral, incluyendo preparación profesional y conocimientos elementales de una amplia gama de disciplinas relacionadas con las ciencias, las letras y las humanidades, alienta hoy nuestros esfuerzos”.
Dijo Pancho Amat que tenemos que hacer cultura, y me atrevo a pensar que no solo hablaba en nombre de los que se dedican a hacer música, pues como afirmaba Miguel Barnet la batalla de nuestro tiempo es eminentemente cultural y debemos ganarla a través de la participación activa.
Somos todos los encargados de que el acervo cultural que nos caracteriza perdure; que las notas que marcaron aquel canto de libertad del puño de un mambí se sientan hoy igual de firmes en la voz de cada cubano; que el ajiaco con que nos retrataba Fernando Ortiz no pierda la sazón de siempre.