Evelio sabe que si sube el precio de la guayaba, a la larga subirá, por ejemplo, el del helado que se vende en el Coppelia del pueblo, ese que ya se logró bajar de 25 a 15 pesos la bola y se intenta seguir aminorando su costo.
Por eso, los 14 quintales que todos los meses entrega de esta fruta a la Comercializadora de Cubaquivir, los deja a un precio muy por debajo del topado. El resto de sus producciones están contratadas y una parte las expende en el punto de venta Los Medina, un quiosquito a la orilla de la autopista en el que se puede encontrar una piña 30 pesos más barata que en cualquier otro lugar. Apuesta, además, por los encadenamientos. Cuando otro productor cosecha algún producto, él lo adquiere y lo vende también en su punto.
Evelio Medina, quien pertenece a la CCS Camilo Cienfuegos del municipio de Los Palacios, trabaja junto a su hijo y otros cuatro campesinos de edad bien avanzada. Ellos solos mantienen ocho hectáreas de tabaco de sol, así como varias de maíz, dos caballerías de cultivos varios y tres de ganadería. En estos momentos tienen sembrado boniato, mango, maíz, pepino y dos hectáreas de guayaba.
“Apenas dormimos tres horas seguidas en la noche. Es verdad que tenemos buenos resultados, pero estamos agotados también. Por el día se trabaja fuerte y por la noche hay que hacerle guardia a todo esto”, asiente con pesar Evelio.
“A veces empiezo yo y avanzada la madrugada entran los trabajadores y me voy a descansar. Otras, si ellos saben que estoy muy cansado, se quedan la noche entera. A las 5:30 a.m. mi esposa se levanta y prepara café para todo el mundo. Después se ‘tira’ otro rato”, nos cuenta sobre su quehacer diario.
Este señor de voz ronca y apariencia robusta asegura que apenas hay con quien trabajar la tierra, un problema conocido y que no le afecta solamente a él.
“Mis trabajadores están entrados en años, pero es que nadie quiere ir a laborar para el campo. La gente prefiere el negocio y estar a la sombra. Pago entre 200 y 250 pesos la mañana. Si hay que trabajar todo el día, entonces les doy el almuerzo y 400 pesos”, acota.
Evelio es nacido y criado en esta zona, afirma que pocas veces ha visto un periodo de sequía como el que los perjudicó casi por siete meses seguidos. “Tengo motor de regadío, pero es que la presa estaba seca, así no puede haber comida. Por suerte, esa situación mejoró y hoy ya se pone alimento en el plato.
“Yo solo, que siembro un pedacito, dentro de unos meses podré entregar productos para casi medio pueblo; si fueran más lo que se dedicaran a hacer producir la tierra, tuviéramos una mejor situación”, apunta.
Por el momento reconoce que las nuevas alternativas que ha adoptado el municipio para la comercialización de los productos agropecuarios benefician a todos: al campesino, que vende directo a la empresa o lleva los productos al punto de venta, sin intermediarios, y también a la población, que puede adquirir las ofertas que vienen de sus tierras, sin precios excesivos.
POR MENOS ESLABONES EN LA CADENA
Así pasa con Los Medina y también con Misael Batlle Acosta, quien recientemente abrió un punto de venta en el mismo pueblo, en la zona conocida como El barrio de guano, en el consejo popular Palacios Sur.
Lo que anteriormente era un local arrendado a un cuentapropista que expendía los productos a precios excesivos, hoy muestra otra cara a los pobladores.
“Esto en otro lugar vale 400 o 500 pesos; sin embargo, de aquí me voy con quimbombó, pepino, pimiento, ají, solo por 185 pesos. Además, es muy bueno el trato, lo que hace falta es mantenerlo, que es lo más difícil”, dice Reinaldo Larreinaga, vecino de la comunidad.
Alrededor de 15 productos ofertaba Misael en los primeros días de puesta en marcha el punto de venta. La posibilidad de comercializar lo que cosecha en su finca de forma directa, definitivamente marca la diferencia con los clientes.
“Tengo otra mentalidad de comercializar. Creemos que cuando hay producción y usted vende a un precio elevado, vende menos, aparentemente gana más, pero no es así. Y creo que con el tiempo lo vamos a demostrar.
“¿Por qué si una ristra de cebolla la puedes vender a 80 pesos, está a 150? Si las utilidades las tienes en un 15 por ciento, ¿por qué quieres subirlas al 70?
Perteneciente a la CCS Niceto Pérez, Misael involucra a toda la familia en el trabajo, cada cual juega su papel para que la finca Los Valle no pare de producir y además, pueda comercializar lo que cosechan.
“Es un proyecto familiar. Las mujeres y los niños también se incorporan al proceso, usamos solo mano de obra en tiempos de campaña de algunos cultivos”.
En el punto tiene una nevera que responde a un trabajo de encadenamiento con la finca Tierra Brava, del productor Onay Martínez que, como tiene una minindustria, les da la posibilidad de expender igualmente productos congelados: guayaba, pasta de tomate, casco de guayaba.
“Pretendemos, a partir de un sistema de silvo pastoreo de ganado menor que poseemos en la finca, incorporar la carne de carnero congelada”, remarcó.
Para Misael vender directo a la población tiene bondades para el pueblo y para los campesinos, a pesar de las dificultades.
“Puedo poner un ejemplo sencillo: una libra de yuca salía de mi finca a 15 pesos, y quienes se la llevaban la vendían hasta en 70. Yo que la sembré y pasé un año cuidándola la vendía a 15. Y el que se la lleva, en un día, sacaba dos y tres veces más que lo que ganaba yo que esperaba un año. Esas son las injusticias del mercado, y creo que una de las formas de combatirlo es así, del campo directo a la venta.
“Cuando elaboro mi ficha de costo da la cuenta. Siembro una hectárea de boniato, que sale en 100 000 pesos, a un rendimiento de siete toneladas por hectárea. Cuando lo llevas a quintales, la libra de boniato no salió a más de ocho pesos producirla y ¿por qué entonces hay que venderla a 40 o a 60?”.
Pero a pesar de las bondades añade que “es un desafío poder llevar las producciones directas, porque el transporte nos limita. Contamos con un tractor pero está parqueado por combustible. Cuando exista tecnología incorporada para todo ese tipo de cuestiones y haya disponibilidad de un medio de transporte, todo puede ser mucho mejor.
“Imagínate que dé medio millón de pesos por un triciclo eléctrico, cómo recupero eso, cuántos años tengo que pasarme vendiendo. No tendría sentido incorporar esa tecnología y tener que subir la libra de calabaza de 15 a 30 pesos, mientras tanto traslado la mercancía con tracción animal”.
La experiencia no es nueva, mas no está libre de críticas que la hagan mejor. La apuesta por el Sistema Empresarial Estatal Agroindustrial Municipal en Los Palacios podría servir de modelo para aquellos territorios que posean condiciones y potencial objetivo para lograr encadenamientos productivos que incidan en la garantía de un servicio por una parte, y en la eliminación de intermediarios por la otra, pues por muchos años, quienes doblan la espalda al sol han sido los que menos dinero perciben, en tanto, los muchos eslabones de la cadena hasta llegar al consumidor, engordaban bolsillos, gracias al sudor ajeno.