Adiss no tuvo otra alternativa que comprar el paquete a 150 pesos. “Sí, sellado, de los que tiene el cartelito”, dice enfáticamente y agrega que hace varios meses hay atrasos en su bodega para adquirir el producto.
El paquete lo compró hace unos minutos, “por necesidad”, mientras conversaba en la cola del pan de la bodega de Palatino, en el Cerro, sobre “lo difícil que se han puesto las cosas”.
Pocos metros la separan del portal donde hizo la transacción. Allí, sobre una mesa y amontonados como una pila a cielo abierto, varios paquetes son ofrecidos al mejor postor.
“Me llama mucho la atención que no se menciona en este artículo el completamiento de la sal del trimestre diciembre-enero-febrero. Hay consumidores que no la hemos podido adquirir, porque cuando la dieron en diciembre, al tercer día se acabó en la bodega que nos corresponde y por lo menos yo tuve que comprar la semana anterior un paquete en 150 pesos. Sí, porque por la calle andan los revendedores pregonando el producto”, comentaba Lida hace días uno de los artículos de Cubadebate.
Otra lectora advertía que ante la escasez no pocos se aprovechan para lucrar con estos productos. “¿Cómo es posible que los revendedores tengan de todo?: arroz, azúcar, sal, aceite y muchos más que el propio Estado”, decía ccrespo.
Como bien advierten varios lectores, desde hace varios meses se aprecia inestabilidad en la comercialización de la sal en el país.
El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, explicó en febrero en el programa televisivo Mesa Redonda que en los almacenes de las salinas hay 9 000 toneladas; sin embargo, problemas con la transportación han incidido en el déficit de la entrega a los consumidores.
Rodeados de mar, pero…
Si algo llama la atención al investigar sobre la producción de sal en Cuba es la disposición geográfica de la industria.
El director de la Empresa de la Sal (Ensal), Jorge Luis Bell Álvarez, señala que la mayoría de las salinas con que cuenta el país están en la zona oriental.
“La empresa está compuesta por seis unidades empresariales de base (UEB) productivas. Está la de Guantánamo, la salina Joa, la de Las Tunas, El Real, que está en Santa Lucía, una unidad de derivados y la perteneciente a Matanzas”.
La ubicación no responde a caprichos ni falta de inversiones, sino que para su localización se requieren condiciones de clima muy específicas, aclara.
“La sal se obtiene por la evaporación del agua de mar en unas zonas llamadas salinas. Para que este proceso sea eficiente, se necesita que haya poca lluvia y mucho viento. Por eso, las salinas se sitúan en lugares donde el clima es seco y ventoso.
“Guantánamo es la que más sal produce, porque tiene un clima semiárido, muy seco y con poca lluvia todo el año. Matanzas tiene un clima cíclico, es decir, cambia según las estaciones. En Matanzas solo se puede producir sal en los meses más secos y ventosos, que son abril, mayo, julio y septiembre. En los demás meses llueve mucho y el agua disuelve la sal que se ha formado.
“Antes había otras salinas más pequeñas en otros lugares de Cuba, pero eran para uso local y no para vender. Las salinas grandes son las que producen sal a nivel industrial. El sistema de producción de sal no ha variado ni se ha cerrado ninguna salina”, explica Bell Álvarez.
El presidente del Grupo Empresarial Geominero-Salinero, Fabio José Reimundo, reitera que las condiciones climáticas son más apropiadas para producir sal en esa zona.
Sobre la salina de Matanzas, agrega que “cada vez que pasa un ciclón se lleva toda la instalación, porque son unos diques que separan el agua y de ahí se cristaliza la sal. Cuando viene un oleaje fuerte, el oleaje se mete y acaba con la salina. Hay muchos ciclones que pasan por aquí, pero en Guantánamo apenas pasan.
“En los últimos años pasó el ciclón Sandy, que afectó a Santiago de Cuba. El único que ha entrado en Guantánamo fue el Gustav. En el año que pasó, hubo que importar sal”.
Y ¿ahora?
El director de la Empresa de la Sal (Ensal), Jorge Luis Bell Álvarez, afirma que la entidad ha logrado mantener la producción y la distribución (limitada) de sal en todo el territorio nacional, a pesar de las dificultades de recursos que enfrenta.
Según Bell Álvarez, la empresa contaba con un inventario de 9 556 toneladas de sal, en diferentes posiciones para su distribución. Hay sal en los puertos de Santiago de Cuba, Boquerón y Cienfuegos, y comenzó la descarga de una patana en Cienfuegos para abastecer a las provincias de Cienfuegos, Villa Clara y Sancti Spíritus.
También se inició la carga de un barco para el occidente del país, con 2 820 toneladas de sal destinada a las provincias de Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, La Habana y Matanzas.
“Se decidió enviar sal a la Isla de la Juventud junto con una patana de alimentos, para no esperar a que llegara el barco a La Habana”, agrega.
El director de Ensal asegura que con estas medidas se ha logrado poner al día la distribución hasta el mes de marzo, aunque reconoce que puede haber algún lugar donde todavía no haya llegado el producto.
Explica que las provincias de Granma y Holguín recibieron suficientes casillas para cubrir el déficit que tenía y Santiago de Cuba se abastece por patana. Las provincias de Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas y Guantánamo son las que no tienen déficit de sal, porque se surten directamente de las salinas ubicadas en esos territorios.
Que llegue hasta la mesa
Según los directivos, la demanda de sal que normalmente tiene la canasta familiar es de 7 300 toneladas por trimestre, pero la distribución no es igual para todos los meses ni para todos los núcleos familiares.
“La distribución se hace según un per cápita, es decir, según el número de personas que viven en cada hogar. Así, en el primer mes del trimestre, que es marzo, se distribuyen 4 100 toneladas y todos los núcleos familiares reciben una bolsita de sal por núcleo”, dice Jorge Luis.
En el segundo mes del trimestre, se distribuyen 2 800 toneladas y solo reciben sal los núcleos familiares que tienen más de cuatro personas. En el tercer y último mes del trimestre se distribuyen entre 900 y 1 000 toneladas y solo reciben sal los núcleos familiares de muchos consumidores y a los cuales les queda alguna bolsita por coger. “De esta manera, se intenta cubrir la demanda de la población con los recursos disponibles”.
Bell Álvarez informa que el grupo empresarial, en conjunto con Ensal, realizó varias acciones como un paliativo para paliar el déficit en alguna medida,
“Se propuso que cada empresa geominera pusiera un camión para transportar sal y venderla a un precio de 25 pesos el kilogramo. Los Gobiernos de los territorios `ponen el precio para combatir un poco la inflación de la bolsita a los precios que hoy están en la calle”.
Para evitar los cuellos de botellas
A pesar de ser el transporte el principal problema para que la sal llegue de manera estable a los hogares cubanos, como apuntan sus directivos, no pocas soluciones se buscan para no prolongar más en el tiempo las bajas coberturas en la red comercial.
“En coordinación con el Ministerio de Transporte y el grupo de trabajo de la Operación Puerto-Transporte-Economía Interna (OPTEI), nos encargamos de garantizar la producción y la distribución de sal en todo el país. Para ello, contamos con el apoyo y el seguimiento del vice primer ministro Tapia, quien preside las reuniones donde se evalúan los compromisos y los resultados. Además, estamos buscando alternativas para mejorar el transporte de sal y cambiar la matriz modal.
“Una de ellas es utilizar contenedores que se puedan desmontar en planchas ferroviarias, aprovechando la mayor disponibilidad de este medio. Ya hemos adquirido nueve contenedores y estamos en conversaciones con el director general de Ferrocarriles para definir la operación de este sistema que nos permitirá llevar la sal a los destinos que la necesitan”, comenta Dolcey Castellanos, director de operaciones de Ensal.
El director general de Geominsal explica que el esquema de trasportación por casillas solo permite hacer cada 15 o 20 días unos dos viajes y luego necesita una reparación del piso.
“Hay que cambiar la plancha metálica y la madera, y pintar con anticorrosivo el interior de la casilla. Si no se hace esto, en un año la casilla se daña por la corrosión de la sal.
“Ya tenemos unos 30 contenedores para empezar. También tenemos el apoyo de Ferromar, que es la empresa que mueve los contenedores por ferrocarril en el país. Ferromar va a trabajar con nosotros para movilizar los contenedores”.
Paralelamente, se está ejecutando una inversión en la salina de Camagüey, que está cerca de la playa de Santa Lucía.
“Queremos aumentar la capacidad de producción de cuatro a diez toneladas por hora de sal. Ya tenemos comprados la mayoría de los equipos que necesitamos. Solo nos falta uno coma cinco millones de dólares en equipo. Eso nos ayudaría a incrementar la producción y el transporte de sal”, señala el director general de Geominsal.
Esperemos que, con estas y otras acciones apoyando el sacrificio de cientos de hombres en las salinas del país, la sal se haga más presente y muchos como Adiss y no tengan que pagar 150 por el paquete que ofrecen los revendedores.