Para dirigir una orquesta, además de tener amplia formación musical, cultura general y técnicas para lograr una interpretación coherente y ordenada, hay que saber guiar para transmitir emociones a través de melodías.
Es la Dirección Orquestal una de las grandes pasiones de Pedro David Ortiz Ramírez, el único pinareño que actualmente cursa esta especialidad en el Instituto Superior de Arte de La Habana.
Aparte de ser estudiante de tercer año de dirección de orquesta, Pedro estudia el segundo de violín en la misma institución. A pesar del esfuerzo y el sacrificio que implica llevar dos carreras al unísono, este joven del reparto Camilo Cienfuegos (Villamil) de la capital pinareña, asegura que es la música su razón de ser.
¿Qué te motivó a estudiar música?
“Motivación es una palabra muy importante para mí, creo que es la que rige gran parte de mi vida profesional y personal. Lo que me condujo a la música fue un sentimiento innato, no me imagino otra profesión en mi mente que no sea esa. Las personas que realmente me conocen saben que es más que mi todo”.
Cuenta que su familia está llena de músicos, y aunque algunos no son profesionales, ese ambiente lo rodea desde pequeño.
“Mi mamá es profesora de Solfeo y durante más de 20 años trabajó en la Escuela Vocacional de Arte (actualmente Escuela Profesional de Arte). Mi papá es un fiel defensor y amante de la música y me apoya siempre. Gracias a él y a ella estoy hoy aquí y hago lo que hago, son los que me guían en cada momento”.
¿Por qué elegiste la música clásica y especialmente la dirección de orquesta?
“Elegí la música, sea cual sea su denominación y clasificación. Es cierto que me decanté más hacia la llamada clásica, y es porque siempre me he desenvuelto con facilidad en el medio, además de que desde que empecé a estudiar era lo que se tocaba, lo que incluyen los programas de estudio.
“Con respecto a la dirección orquestal creo que va con mi carácter. Más que dirigir me gusta guiar masas, mover sentimientos, transmitir a través de la música nociones y expresiones más allá del entendimiento y que traspase el plano sensorial, eso creo que es lo que hace un director y por eso dirigir es una de mis grandes pasiones”.
Háblame de tu formación académica.
“Me inicié con el violín en la Escuela Vocacional de Arte en Pinar del Río en tercer grado, ese fue mi cimiento. Tuve profesores magníficos. Allí fue donde realmente aprendí a ser disciplinado y responsable con cualquier tarea. Ya en la secundaria empecé a interesarme por la dirección. La escuela tenía en aquel entonces una orquesta sinfónica infantil y en ocasiones dirigía, eso se lo agradezco a los profesores Jasiel y Cristóbal Salgas”.
Después del examen correspondiente al pase de nivel, Pedro comenzó una doble carrera en la Escuela Nacional de Música en la especialidad de Violín. En el año 2017 se graduó con Título de Oro.
“Muchos son los recuerdos de la ENA, desde recibir clases magistrales de figuras importantes como Leo Brouwer, Jorge López Marín (actualmente mi maestro de Dirección Orquestal en el ISA), hasta tocar en orquestas bajo la dirección de grandes maestros como Guido López-Gavilán y Zenaida Romeu, entre otros”.
También fue uno de los violinistas que integró la orquesta que acompañó a la cantante boricua Olga Tañón en su concierto en La Habana.
Luego de aprobar satisfactoriamente los exámenes de ingreso al Instituto Superior de Arte en la especialidad de Violín y Dirección Orquestal, estuvo entre los nueve elegidos ese año en Violín y el único seleccionado por Dirección Orquestal.
“Desde primer año pasé a dirigir la orquesta de la escuela elemental de música Paulita Concepción de la capital hasta hoy. He formado parte de orquestas como violinista y me he desempeñado en ocasiones como asistente de dirección en el proceso de montaje de conciertos para distintos festivales, conmemoraciones y presentaciones”.
El violín, la dirección, ¿cuál es más difícil para ti?
“Considero que tanto el violín como la dirección son profesiones difíciles. En la dirección hay que saber desde música hasta psicología, ética, moral e incluso cómo tratar a las personas, y en el violín hay que ser también muy exquisito con detalles puramente técnicos, ya sean la afinación, la expresión, la interpretación, la presentación, el gusto y el sentido común, pasando por el respeto y la disciplina”.
¿Qué prefieres, tocar o dirigir?
“Siento que tengo que hacer las dos cosas por igual, aunque en un futuro sé que para ser realmente bueno debo elegir una. Cuando toco el violín me siento en el Nirvana y cuando dirijo elevo mi alma hacia lo sublime de la música.
“Creo que todo músico necesita ejercer la dirección siempre y cuando sus condiciones lo permitan y al director de orquesta le es imprescindible dominar un instrumento como mínimo, para que su desenvolvimiento sea completo”.
Tienes una orquesta, ¿quiénes la integran, cuál es el repertorio?
“La orquesta Sturm und Drang (Tormenta e Ímpetu, llamado así por el movimiento artístico, filosófico, literario del siglo XIX) es un proyecto muy lindo con compañeros y amigos, hermanos de años, todos de Pinar, graduados de nivel Medio Superior, excelentes profesionales, nos llevamos como una familia y realmente el trabajo con ellos es sumamente estupendo.
“Nos dedicamos a la interpretación de todo tipo de música, desde la clásica hasta la popular, sin tabúes ni distinciones. Pretendemos lograr un mayor enriquecimiento del nivel artístico en la provincia, pero el objetivo mayor y que creo debe ser el de un director de orquesta, es conseguir un impacto social a través de la música.
“Realizamos un concierto debut en el mes de octubre. Debido a la situación epidemiológica las presentaciones se han visto interrumpidas, pero trabajamos en nuevas ideas que saldrán pronto por las plataformas virtuales y esperamos poder estar en escenarios de la provincia en un formato más grande para que el público pueda apreciar obras desde el siglo XVIII hasta el XXI”.
¿Cómo ves el desarrollo de la música clásica en Pinar del Río?
“La música clásica en Pinar del Río no está visible o palpable, quizás vigente en menores proporciones con una orquesta acompañante del “Lírico”, con una Banda Provincial y una Municipal de Conciertos, con una orquesta típica, un coro polifónico.
“En ocasiones no se le da la debida importancia y notoriedad que tiene cada una de las agrupaciones antes mencionadas y esto es lo que conlleva a que la música clásica en la provincia tenga tan poca difusión y visibilidad.
“Es necesario sentar bases, cimentar para después poder solidificar un largo proceso como es la música de concierto. El desarrollo conlleva cambios y para que estos existan se requieren ideas y acciones que nos hagan saber qué somos y qué buscamos”.
¿Qué proyectos tienes, sueños, aspiraciones?
“Proyectos hay miles en mi cabeza. Por ahora pretendo enfocarme solamente en mis estudios y en mi carrera como músico, ya sea como director o como violinista.
“En cuanto a los sueños quisiera algún día tocar en grandes orquestas del mundo y ser invitado a dirigir en cualquier lugar, desde óperas hasta conciertos. Mi sueño es que la música sea siempre mi motor impulsor.
“Aspiro por sobre todo a no ser mediocre o irrelevante en lo que hago, a no carecer de carácter y a no pecar por egocéntrico y autosuficiente. A ser mejor persona, a estar en paz conmigo. Esas son mis metas, lo demás después de alcanzar lo propuesto es subjetivo”.