Entre lo más codiciado de la vida nocturna de Pinar del Río destaca el cabaré Rumayor. Para muchos no hay sitio más ideal que ese cuando se quiere celebrar un amor, un cumpleaños, un éxito… o, simplemente, pasarla bien al final de la semana. Por décadas, Rumayor ha sido la elección de preferencia de miles de pinareños, y el espectáculo musical, su principal atractivo.
Sin embargo, los actuales no son buenos tiempos para lo que parecía constituir un negocio sólido. El deterioro de parte de su instalación, los altos precios, la oferta menos variada, la emigración, los impagos a los artistas y la salida de muchos de ellos hacia otros centros laborales han confluido para que, desde hace varios meses, el cabaré reciba menos personas que antaño, al punto de tener que suspender el show en reiteradas ocasiones por falta de público.
Ante esta realidad, Guerrillero indagó no solo en las causas que han llevado a esta situación, sino también en las posibles estrategias que permitirían de forma paulatina la recuperación de Rumayor para sus clientes.
UN SHOW ¿RENTABLE?
Si bien es cierto que el principio número uno debiera ser siempre la defensa de valores tradicionales y culturales que viven en el espectáculo de Rumayor, no se puede hablar de este tipo de propuesta sin ser rentable para la institución que la asume, en este caso el cabaré que pertenece a la cadena extrahotelera Palmares.
Al respecto, René Márquez González, jefe de la instalación turística Rumayor, explicó a este equipo de prensa que para que el show de los sábados sea rentable con un cover de 150 pesos se necesita la afluencia de al menos unas 600 personas, pues antes la entrada costaba 300 pesos, pero recientemente se redujo a la mitad, una estrategia para llamar también la atención del público.
Precisó que los pagos totales por un espectáculo, lo que incluye a los bailarines, la orquesta, los cantantes, presentador, luces, pantalla, sonido, dirección artística ascendían a unos 158 000 pesos por noche, y alrededor de tres sábados seguidos tuvieron pérdidas de más de 300 000 pesos totales, lo cual atenta contra la obtención de utilidades, los planes y el salario del personal administrativo del centro.
No obstante, Rumayor nunca ha dejado de pagar; los impagos corresponden a la Agencia de Espectáculos Artísticos Turarte S.A., cuya casa matriz radica en La Habana, y aunque conocimos que adoptan medidas para dar una respuesta a sus artistas, no pudimos contar con declaraciones de sus representantes a tiempo para este trabajo.
Las páginas del semanario se mantienen abiertas para cualquier explicación que la agencia desee ofrecer.
En aras de buscar una solución y atraer público, el jefe de la instalación expresó: “En estos momentos hicimos un ajuste con la empresa comercializadora de la música y los espectáculos Miguelito Cuní y Turarte, empleadoras de los artistas, para poder bajar el precio de la entrada. Es parte de un trabajo para rescatar los públicos. Hemos tenido noches de ocho personas y se ha hecho un espectáculo solo para 20, cuando la capacidad de Rumayor es de 1 000”.
Los miércoles no ocurre lo mismo que los sábados. Ese día fundamentalmente acuden jóvenes universitarios y la entrada cuesta 100 pesos. “Esas noches se hacen rifas, juegos de participación, karaoke, y esas son noches rentables”, contó.
Como estrategia de comercialización funciona, no obstante, ese no es el objeto social del cabaré. Vale destacar además que Rumayor se ha caracterizado a través del tiempo por un público más amplio que el juvenil, y que el espectáculo musical tiene numerosos seguidores en Pinar del Río.
Otras cuestiones que atentan contra la afluencia de público, al decir del propio jefe de la instalación, son la falta de alumbrado del perímetro y los altos costos del transporte para llegar hasta un centro que está ubicado en las afueras de la ciudad.
Josué Bencomo no vive lejos de la carretera a Viñales y acude de vez en cuando a este recinto; alega que es difícil encontrar, por ejemplo, un ron barato, al alcance del cubano trabajador.
Sobre este particular, Márquez González aseguró que tienen ofertas de menor a mayor precio, han potenciado las de tipo VIP para aquellas personas de un poder adquisitivo más elevado, así como otra de un precio inferior en la barra. “También tratamos de priorizar las noches de los sábados, pero todos sabemos la situación que atravesamos”, puntualizó.
Para el jefe de la instalación, quien comenta que cada semana se hacen análisis en aras de transformar esta realidad, tiene que haber un trabajo en conjunto entre los artistas y la administración. A juicio de este equipo de reporteras, esa complicidad entre ambos aún no es suficiente para resolver el problema que hoy enfrenta la instalación.
LOS MUCHOS DETALLES DE UN ESPECTÁCULO
Luces, lentejuelas, vestuario rimbombante; música en vivo, elegancia y sensualidad en el baile… El cabaré tiene su magia, que en Cuba ha estado intrínsecamente asociada al cultivo de la tradición musical y bailable del país.
Por eso, cuando se habla de la cultura vueltabajera y sus instituciones hay que mencionar obligatoriamente a Rumayor, un cabaré que distingue a este territorio desde 1950 y que ha constituido cuna de grandes músicos, bailarines, presentadores y figurantes, cuya entrega ha marcado un hito en la historia cultural de Pinar del Río.
“Es uno de los centros nocturnos de Cuba que siempre ha mantenido un espectáculo a la par de Tropicana, siempre basado en la música cubana, afrocubana”, considera Luis Marcelo Álvarez Jiménez, director artístico general del cabaré Rumayor.
Álvarez Jiménez posee una larga experiencia en el mundo del espectáculo, desde diversos roles, y asegura que preservar las esencias de la cubanía constituye una premisa en su trabajo.
“Tengo bien claro que las tradiciones no se pueden matar, si perdemos eso, a dónde vamos a parar. En mis espectáculos prima la música tradicional cubana, puedo utilizar otros géneros, pero los cubanos son los protagonistas. El show tiene sus deficiencias, pero contamos con una orquesta de primer nivel y cantantes profesionales, que obtuvieron muy buenos resultados en la más reciente evaluación”, argumenta.
A juicio del director artístico, pesan más las dificultades que presentan con respecto a la producción logística del espectáculo. “Ahora mismo, por ejemplo, trabajo en un estreno para el 31 de diciembre, como es costumbre en Rumayor, y no tengo quien pague los arreglos musicales”.
Otros artistas entrevistados coinciden en la urgencia de que la administración del cabaré invierta en cuestiones como el vestuario, el calzado, los atrezos.
“Antes se buscaban alternativas, recuerdo que en una oportunidad descontaron un porcentaje de nuestro salario para la compra de vestuario nuevo, previo acuerdo con nosotros”, refiere el solista Reinier Blanco, quien reconoce que esas carencias restan brillo a la propuesta cultural.
También apreciamos consenso en los entrevistados con respecto al daño que representan los impagos de Turarte. Según nos cuentan, hay artistas que han estado más de cuatro meses sin cobrar un peso por su trabajo, ante lo cual la empresa comercializadora de la música y los espectáculos Miguelito Cuní asumió el pago de los que forman parte de su catálogo. Para una parte significativa del elenco, esto no es una alternativa, pues solo pertenecen a la agencia Turarte.
“Un bailarín no se hace en un día, y es difícil, porque cuando está perfeccionando su presentación se va, porque no cobra, porque no tenemos otro estímulo de ningún tipo y tenemos que tirar todos juntos, trabajar como un equipo. Siempre hay que mejorar, el show tiene que hacerlo también, como mismo debe haber una gestión diferente en Rumayor”, asegura Adanys Anel, cantante de este lugar desde 2012.
Refiere la muchacha que la institución debe apoyar de igual modo diversos pedidos puntuales que hacen los artistas para una mejor presentación. Cuestiones sencillas, que ante las luces forman parte del show.
“Es muy complicado mantener la cubanía en un espectáculo frente a un público al que no le es de su interés, pero los artistas dan lo mejor de sí, ya que siempre hay personas que lo agradecen”.
Coincide con ella William Zambrano, director de la orquesta Bellamar, fundadora de Rumayor. Para él lo más importante es no dejar morir el espectáculo y que sea de calidad, lo cual tiene que estar respaldado por una buena y asequible oferta gastronómica.
“La noche que van los jóvenes se llena, pero hay que ver qué tipo de música se pone, esa no es la esencia del cabaré, eso no es cultura, y la apuesta debe ser por rescatar un espacio que no sea solo para los jóvenes, sino también para esa otra persona que quizás no tiene a dónde ir y encuentra en Rumayor una idea atractiva”, comentó.
Agregó el músico que “un espectáculo es luces, ropa, zapatos, y hoy todo eso se ha ido deteriorando. Tampoco se forman bailarines, no existe esa cantera, esa preparación. Antes se hacían hasta convenios con los sindicatos, todo eso hay que rescatarlo”.
Cada vez que se suspende una noche de espectáculo se afecta el salario de ese artista que tiene ahí un ingreso para el sustento de la familia. “Y es una labor fuerte, a veces uno se cambia hasta cinco veces de ropa, esa noche no puedes estar contratada en ningún otro lugar, porque hay que ensayar, estar temprano, incluso, invertir en uno para lucir bien, porque es mi imagen como artista”, señaló Adanys Anel.
POR BANDERA LA CULTURA
Los altibajos de Rumayor no solo preocupan a quienes han formado parte de su público habitual, inclusive la dirección del Partido en la provincia ha manifestado su interés en llegar hasta la raíz del problema y obtener soluciones inmediatas.
“Está claro que hoy el contexto social y económico es complejo, pero nos toca a todos buscar las fórmulas para preservar un espacio de un gran valor cultural y simbólico”, asevera Nelson Simón, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Pinar del Río.
“Durante años fue el espacio cultural más popular con producciones de altísimo valor estético, que no solo ponían al público en contacto con lo mejor de la música pinareña y cubana, también con la música internacional. Creo que fue algo que fue perdiéndose poco a poco y que las causas están en muchas partes. Valdría la pena hacer un análisis profundo, un ejercicio crítico, comprometido, para empezar a buscar soluciones verdaderas y duraderas”, acotó el prestigioso escritor.
Unir esfuerzos entre artistas y administración puede ser el primer paso, siendo conscientes unos y otros del altísimo valor que tiene para la cultura pinareña el hecho artístico del cual forman parte.
Ante las adversidades económicas, de un lado urge la creatividad en la búsqueda de estrategias comerciales y del otro, el rigor en la preparación del talento artístico con que se cuenta. Igualmente, es factible sumar la colaboración de cuanta institución cultural o turística esté dispuesta a ayudar.
Lo más importante es limpiar de asperezas el camino del espectáculo, defender la cultura desde ese escenario en el que se entona un bolero, una guaracha o se baila un guaguancó, para no dejar morir jamás la magia del cabaré. Rumayor no se puede perder, porque con él no es un espectáculo lo que se pierde, sino parte de nuestra historia e identidad.
El tiempo no pasa en Cuba.
El Rumayor que describen aquí es el mismo que vi por última vez en los sesenta. Ya para entonces no era ni la sombra de lo que había sido; pero no se preocupen, ya los dicen las periodistas de este artículo:»la dirección del Partido en la provincia ha manifestado su interés en llegar hasta la raíz del problema y obtener soluciones inmediatas». Con esa intervención, el problema quedará resuelto.
EN RUMAYOR actuaban orquestas cubanas locales y de otros lugares de Cuba y se distinguia tambie por su buena cocina principalmente el Pollo Ahumado y los dulces de frutas de guayaba,fruta bomba,mango toronja, naranja