Yaisbel, Diorquis y Frank Abel, no lo saben, pero llevaba años buscándolos; para ajustarnos a la verdad, no tenía idea de sus nombres o sus rostros, ni de lo que harían. Realmente mis indagaciones eran para encontrar a cubanos que, desde una empresa estatal socialista, produciendo, generando bienes, y no servicios, hubiesen encontrado la manera de llevar la prosperidad a sus familias.
Los tres forman parte del colectivo laboral Ocho, en la unidad empresarial de base (UEB) Cubanacán, perteneciente a la Empresa Agroindustrial de Granos (Eaig) Los Palacios, su encargo fundamental es producir arroz, los rendimientos que obtuvieron junto a otras labores, los llevaron a recibir utilidades ascendentes a 895 000 pesos para cada uno de los 11 integrantes de este equipo de trabajo.
“¡ALABA’O!”
Yaisbel Acosta González es graduada de técnico Medio en Agronomía, cuando le pregunté sobre los beneficios que representó en su casa el dinero devengado por concepto de cobro de utilidades, me respondió con la expresión identitaria de los pinareños: “¡Alaba’o!”, pero esa palabra no solo fue pronunciada, sino que cada fibra de su ser la articuló, las cejas arqueadas, la mirada brillosa, la sonrisa en los labios, los brazos en alto, y es que cuando la alegría nos traspasa, es difícil contenerla.
“¿Qué le puedo explicar? Imagínese, usted sabe cómo es esto; me compré todas las cosas de la cocina que estaban malitas y ya son nuevas: olla reina, arrocera y de tres válvulas, un fogón nuevo de balón, porque tenía uno, pero estaba roto; los muebles los mandé a tapizar, compré ventiladores, nevera… y hemos paseado, tuvimos vacaciones”. Esa última aseveración volvió a iluminarla, de la forma en la que lo hacen los sueños cumplidos.
Sobre el impacto en el colectivo afirma que están muy estimulados, “el ser humano trabaja porque tiene necesidad de llevar algo a su casa todos los días, y cuando ves los resultados, crece el interés de levantarte, de venir y hasta de irte tarde si hace falta”.
Esta mujer casada, y madre de dos hijos, tiene 42 años, labora en la Eaig desde los 18, donde llegó a hacer su adiestramiento y se quedó; reside en la comunidad de San Diego y reconoce que el transporte es un problema con el que lidiar diariamente, pero si antes lo hacía por menos, ¿cómo no hacerlo ahora?
“Esto es un alivio, en verdad, lo que vaya para la casa es algo que te ayuda, todo está caro, difícil. Aquí hay un muchacho, eso me conmueve, porque es un niño que estaba en una escuela especial, con muchos deseos de trabajar, él y su mamá vivían en una casita pésima, ahora él se compró una y las cositas que lleva adentro; me da mucho gusto. A mí me decían ‘tú no tienes ahí a gente que valga’, y yo: ‘cuando hay palo, hay monte’ y esta hoja se saca, olvídese de eso; fuimos el mejor lote y mira lo que estamos cogiendo (en referencia a la cosecha del rebrote)”.
Asegura que todos están muy contentos, nadie se queja, tienen el almuerzo en la UEB, “el campo no mata a nadie y cojo más sol cuando salgo, aquí ando con sombrero, pañuelo, y pa’llí, todos tenemos que trabajar en la vida; unos nacen para la oficina y otros para esto. Ningún oficio ni ningún trabajo es deshonroso; si alguien no barre la calle, está sucia, y si nosotros no estuviéramos, no hubiera arroz, cada uno tiene su lugar”.
MEJORAS PARA TODOS
Jesús Manuel Frontela Zambrana, director de la UEB, explica que el salario medio subió de 2 800 pesos a más de 12 000; con la estimulación, los lotes dieron muy buenos resultados, en el caso específico del Ocho, los ingresos superaron los 20 millones de pesos y al restarle los gastos tuvieron un amplio margen de utilidades.
Destaca que tienen el valor agregado de que se hicieron en una campaña carente de recursos, sin urea, potasio o fósforo, solamente con foliar y obtuvieron 3,69 toneladas por hectárea, posible por el esmerado cuidado que recibió la plantación.
Y aunque ese colectivo fue en el que recibieron mayor monto de pago por utilidades, todos los trabajadores fueron beneficiados, repartieron en conjunto alrededor de 11 millones de pesos de los 30 que generaron y siguen con un margen de ganancias favorable.
Asegura que la cosecha del rebrote ampliará el mismo, porque es mínimo el gasto en que se incurre. Sobre dicha práctica, señala que no es novedosa, pero sí es la primera vez que ellos la realizan, pudieron abarcar solo 113 hectáreas, pues no disponían de la chapeadora, esa es una inversión que tienen planificada, comprar la máquina (depende de que la pongan en plaza) les permitiría hacer el corte del campo en el momento oportuno, y comprender mayores extensiones en el futuro.
Lo idóneo es chapear el retoño una semana después de la primera cosecha, ellos lo hicieron como a los 20 días, aun así, los rendimientos del rebrote estuvieron entre 1,4 y 1,5 toneladas por hectáreas, lo que sumado a la anterior da poco más de cinco, y eso se traduce en más arroz para los diferentes destinos, a ojos de no entendidos, no es perceptible la diferencia entre las espigas de una y otra campaña; la calidad del grano, asegura Frontela Zambrana, es excelente.
Añade que lo del rebrote le parece perfecto, que es una técnica a generalizar, que bajará los costos de producción, no hay que hacer preparación de tierra, solo garantizar el agua y un poquito de insecticida para evitar la plaga. Ellos invirtieron alrededor de 600 000 pesos en las 113 hectáreas y los ingresos los estiman en más de ocho millones.
Otro beneficio que no puede dejar de resaltar es el impacto sobre el colectivo que dirige. “Los trabajadores están muy embullados, me costó convencerlos, pero viendo ahora los resultados, esto llegó a Cubanacán para quedarse”.
SÚPER CONTENTOS
Con más de 20 años trabajando en la Empresa, el ingeniero agrónomo, Diorquis Nardo Ríos, no titubea al aseverar que eso nunca había pasado, es de los que dice no haber hecho mucho con el dinero, “le compré una cama y un colchón a mi mamá; para la casa, juego de sala y comedor, puse una cuenta de ahorro fija en el banco, y el otro está ahí, quiero mejorar mi casa, quiero ponerla más bonita”.
Frank Abel Landín llegó en el momento justo a ese colectivo, apenas lleva un año con ellos, anteriormente trabajaba en la construcción. Padre de cuatro hijos, dice que todos en su familia están súper contentos, en especial él y su esposa, lo ilusiona climatizar el cuarto para “echarse un poquito de aire, sin gastar mucha corriente, pero mejorar”.
LOS RUIDOS
Yaisbel, Diorquis y Frank Abel no deberían ser excepción y convertirse en norma; quizás a muchos les parezca excesivo el beneficio económico que recibieron, y no faltarán los que busquen la quinta pata al gato, cuestionando si las utilidades son excesivas o el sistema de pago adecuado, a esos les recuerdo que cada centavo está ungido de sudor, en función de producir alimentos, que no revendieron nada ni especularon con precio alguno.
Por hoy, me quedo con la alegría de sus rostros y familias, con la esperanza de que la técnica del rebrote incremente la disponibilidad de arroz y la certeza de que hay hombres y mujeres pegados al surco, dentro del sistema estatal, que pueden llevar bonanza a sus hogares.
Ese sueldo de 12,000 pesos esta adecuado mas o menos a la inflacion y esta se lo come casi todo. Porque la libra de arroz cuesta 150 pesos. Ricardo Rodriguez vivio en una zona donde se sembraban cientos de caballerias de arroz y ahora deserticas. Jamas anuncia un problema. Todo para el todo anda muy bien. Nada contra el. Fuimos juntos a la Escuela.