Fulgencio Batista Zaldívar falleció de un ataque al corazón el seis de agosto de 1973, en Guadalmina, cerca de Marbella, España. Sobre su conciencia caían como espada de Damocles los crímenes cometidos contra el pueblo cubano. Un collar de sangre, de ignominia y de atracos al tesoro nacional colgaba sobre su cerviz, más la cadena de golpes de estado para asegurar regímenes entreguista a intereses foráneos, más el peor de los pesares: la traición a la patria que cargaba sobre su espalda.
Huyó de Cuba la madrugada del primero de enero de 1959 después del brindis por el nuevo año, no quebró la copa, no era digno de tal virtud, estaba acabado, y con él arrastró a los más cercanos de su calaña; el empuje del Ejército Rebelde con el apoyo del pueblo avizoraban a la víspera que el triunfo revolucionario era evidente.
Salió precipitadamente hacia la República Dominicana y uno de sus cómplices llevaba tres millones de dólares en un maletín para tributarle al sátrapa Rafael Leonidas Trujillo, por el pago de diversas deudas y ventas de armas; después se fue a vivir a Madeira y por último a Marbella con los millones de dólares robado del tesoro nacional.
VIDA PERSONAL
Fulgencio Batista Zaldívar nació el 16 de enero de 1901 en Banes, en un bohío de la campiña de la región oriental de Cuba. Era hijo de la unión libre de Carmela Zaldívar y Belisario Batista, pero su madre lo inscribió solo con su apellido, aunque después él se las arregló para ponerse el del padre.
Desde muy joven realizó labores en el campo y fue aprendiz de barbero y de sastre. Al fallecer su madre, abandonó su pueblo natal y comenzó a trabajar como empleado en la Railroad Company. En los ferrocarriles laboró durante 22 meses, pero la chispa de la ambición ya empezaba a despertar un gran interés de servilismo al gobierno de turno por lo que prestó asistencias en el Escuadrón Cinco de la Guardia Rural en La Habana, por ese tiempo conoció a Elisa Godínez, con quien se casó el 10 de julio de 1926 con la que tuvo una hija.
ACTITUD GOLPISTA
Se superó en la escuela militar hasta alcanzar el grado de sargento mayor. Durante la gerencia de Gerardo Machado se afilió al ABC, organización a la que renunció al sumarse esta al gobierno mediacionista de Carlos Manuel de Céspedes.
Batista fue un hombre ambicioso por el poder, taimado y entreguista, no le importó para nada su país ni el pueblo, y así lo demostró el cuatro de septiembre de 1933 cuando encabezó un golpe militar que derrocó a Céspedes para así ser ascendido a coronel y hacerse nombrar jefe del ejército, lo que facilitó que pudiera integrar el ala más derechista del gobierno provisional de Ramón Grau San Martín, contra el cual conspiró hasta lograr su derrocamiento en enero de 1934. Desde ese momento fue el hombre fuerte de Cuba, apoyado por el ejército.
En 1940 fue electo presidente de Cuba. Y en 1944 al ser derrotado su partido en las urnas se marchó a Miami, Estados Unidos con las maletas llenas, cien millones de dólares era su ofrenda; desde donde siguió influyendo en la política de la Isla.
Posteriormente, regresó para aspirar nuevamente a la presidencia en las elecciones de 1952 al frente del Partido de Acción Unitaria, pero antes de producirse estas, encabezó otro golpe de estado que derrocó a Carlos Prío Socarrás. Entonces, asumió el cargo de primer ministro y luego el de presidente provisional, hasta que se hizo elegir presidente en las fraudulentas elecciones de 1954.
No faltó quien se opusiera al funesto zarpazo del 10 de marzo. Un joven letrado tuvo el valor y la audacia de presentar al Tribunal de Urgencia un recurso contra el golpe de estado cometido por Fulgencio Batista. El abogado 20 añero, con bufete en Tejadillo 57, se llama Fidel Castro Ruz, y en el documento, ejemplo de dignidad y patriotismo, expresó: “Acudo a la lógica, palpo la terrible realidad y la lógica dice que, si existen tribunales, Batista debe ser castigado”.
No se hizo nada, la tolerancia cegó a los corruptos, el golpe se llevó a cabo prácticamente sin disparar un solo tiro, ya que todo estaba planeado; Batista se apoderó de los mandos militares, pues contaba con toda la adhesión de los armados, repartió ascensos a la oficialidad, aumentó salario a los soldados y se codeó con los más terribles y sanguinarios asesinos.
Como presidente lideró un gobierno dictatorial, tras el cual disolvió el Congreso, suspendió la Constitución de 1940, ilegalizó todas las formaciones políticas y reprimió durante siete años al pueblo cubano asesinando a miles de sus mejores hijos.
SITUACIÓN DE CUBA DESPUÉS DE LOS GOLPES TRAIDORES
La nación estaba sumida en la miseria, pero se hundió aún más en toda la etapa golpista. En el año 1953 en que apenas existían menos de cinco millones de habitantes, un millón estaba desempleado, y el 85 por ciento de los pequeños agricultores cubanos pagaban renta por la tierra y sufrían la amenaza perenne del desalojo, el estado de las viviendas era deplorable, mientras 400 000 familias del campo y la ciudad vivían hacinadas: dos millones y medio de la población urbana pagaba altos alquileres por las casas que ocupaban; mientras en el campo existían 200 000 bohíos y chozas en las peores condiciones de existencia; los pobres vivían en la penumbra, pues dos millones ochocientas mil de la población rural y suburbana carecían de luz eléctrica.
El 90 por ciento de los niños eran devorados por los parásitos, las enfermedades curables y la miseria despiadada; mientras la mitad de las mejores tierras estaban en manos de compañías extranjeras.
Los pobres no tenían derecho a la salud, pues para asistir aun médico tenían que ser recomendados por sus explotadores y en cambio entregarle su voto o sus animales de labranza; Fidel señaló refiriéndose al tema “el asesinato en masa que se comete con tantos miles y miles de niños que mueren todos los años por falta de recursos, agonizando entre los estertores del dolor, y cuyos ojos inocentes, ya en ellos el brillo de la muerte, parecen mirar hacia lo infinito como pidiendo perdón para el egoísmo humano y que no caiga sobre los hombres la maldición de Dios”.
FIN DICTATORIAL
A esta situación había que ponerle fin: al desagravio, el desalojo, a la pobreza, al analfabetismo, prostitución, a la falta de vivienda, había que salvar la Patria, en fin, había que establecer los derechos del hombre… “Solo los problemas de la República tienen solución si nos dedicamos a luchar por ella con la misma energía, honradez y patriotismo que invirtieron nuestros libertadores en crearla”.
Por tantos horrores cometidos contra la nación, la dictadura batistiana fue combatida desde todas las posiciones políticas revolucionarias, en todo lo largo y ancho del país. Desde la Sierra Maestra el Movimiento 26 de Julio con su máximo representante y jefe indiscutible Fidel Castro, se fraguó entonces el Ejército Rebelde y con el apoyo del pueblo se derrotó al desmoralizado ejército del tirano, su principal sostén, quien vencido, huyó cobardemente con parte de su camarilla de marionetas, para no responder ante la justicia que tanto aclamaba la población.