Sí miramos hacia el futuro aún hay pocas cosas que creamos realmente sorprendentes; sin embargo, cuando ponemos nuestra atención en el pasado nos podemos dar cuenta de que hemos conseguido avances realmente magníficos en escritura, medicina, en salud, en tecnología. Pero, sin duda, el invento más importante del ser humano es la medición del tiempo; sin él no seríamos lo que somos ni entenderíamos el mundo de la forma en la que lo hacemos.
¿Quién inventó el tiempo? La mayor creación del intelecto humano
Lo primero que debemos saber sobre quién inventó el tiempo es que, ante todo, este es producto de la misma naturaleza: en ella hay estaciones, ciclos y elementos que determinan el avance de los procesos que conforman nuestro entorno. Sin embargo, el ser humano colaboró con el desarrollo de formas de medir el tiempo en horas, días, semanas, meses y años.
Nuestros primeros pasos hacia quién inventó el tiempo tienen su origen en la antigüedad: Te hablamos de los calendarios y de cómo fueron creados para satisfacer la necesidad de marcar las siembras, las cosechas y determinados eventos relacionados, claro, con la agricultura. Pero poco a poco, el ser humano necesitó de artefactos más precisos para medir el tiempo que transcurría en su vida, y creó la clepsidra, o el reloj de agua.
La clepsidra fue inventada por los antiguos egipcios, y era usada por las noches, cuando el reloj de sol no funcionaba. Este “aparato” medía el tiempo a través del flujo regulado de cualquier líquido: consistía en una vasija de cerámica llena de agua hasta cierto nivel, en la base de la cual había un orificio con un tamaño que aseguraría la salida del líquido a una velocidad determinada. En el interior había varias marcas que indicaban el paso del tiempo.
Su antigüedad data de al menos 3.500 años, y en Karnak, en el Templo de Amón, se encontró un reloj de agua del siglo XIV a.C. Durante muchos siglos fue el instrumento más eficiente para medir el tiempo. De hecho, los antiguos romanos usaban clepsidras para regular los discursos de los oradores.
La aparición del reloj: ¿Cuál fue su papel para entender el paso del tiempo?
La invención del reloj de sol también fue de factura egipcia, así como la división del día en 23 horas y el año en 353 días. Recordemos que algunos calendarios, además de marcar hitos agrícolas, también servían para marcar eventos religiosos —como ejemplo, fíjate que la palabra correspondiente a “hora”, para los egipcios, equivalía del mismo modo a “deber sacerdotal”—, por eso eran los sacerdotes quienes anotaban la aparición de las constelaciones o estrellas, llamadas por ellos decan, en el horizonte; cada hora nocturna tenía su correspondiente decan, y así dividieron la noche en 12 decan de intervalos iguales.
Más o menos 1.500 años a.C., en tiempos del faraón Tutmosis III, se diseñó otro instrumento que responde a quién inventó el tiempo; este fue bautizado como “sechat”, que era un reloj solar que medía el tiempo mediante la longitud de las sombras. Este pequeño reloj, que los expertos piensan que pudo incluso ser portátil por sus dimensiones, constaba de dos piezas de piedra, prismáticas, de tres decímetros de largo, colocadas perpendicularmente: una tenía las horas marcadas y la otra servía de aguja.
El sechat es particularmente interesante porque en la antigüedad los instrumentos usados para medir el tiempo no solían ser portátiles. Por ejemplo, en Mesopotamia, los zigurats (aquellos templos con forma de torre o pirámide escalonada) ayudaban a contar las horas contando los peldaños que iban quedando oscurecidos por la sombra de sus propios bordes.
La invención del reloj fue clave en muchas culturas, desde la antigüedad hasta la Edad Media, abarcando especialmente a los árabes y a su astronomía. Estos relojes árabes ─generalmente de sol─, son planos y construidos en mármol o en placas de cobre; no había elementos esféricos y todos, sin excepción, indicaban la dirección de la Kaaba en La Meca.
Recuerda que los árabes, en aquella época, acometieron una increíble labor de recopilación del conocimiento antiguo, y gracias a traducciones del árabe se pudo hacer una enorme “transferencia tecnológica” que permitió grandes avances en el terreno de los relojes solares, para luego llegar a los relojes de pesas y ruedas.
Nuevos tipos de relojes para una medición más precisa del tiempo
Otro de los grandes para determinar quién inventó el tiempo es el monje benedictino Gerberto (futuro papa Silvestre II) quien se cree que fue el inventor del primer reloj de pesas. Pero otras fuentes indican que el primer reloj mecánico lo construyó Richard de Wallingford, abad de San Albano, en 1326, pues al parecer el de Gerberto sólo era un reloj solar. Vale resaltar que los relojes mecánicos funcionaban con pesas que hacían girar una manivela.
A partir de aquí comenzaron a construir grandes relojes que colocaban en las torres de las iglesias: en Padua, en 1344, Santiago Dondis hizo construir el segundo. El tercero se hallaba en el Louvre de París, que Carlos V de Francia mandó a llevar de Alemania. Podríamos decir que el extraordinario mecanismo de Anticitera es el ancestro de estos relojes.
Un revolucionario avance fue la invención del reloj de bolsillo, hecho nada menos que en 1647 por Pedro Bell de Nuremberg. Huygens también aplicó a estos relojes el muelle de espiral, y dos años más tarde, en 1649, se inventaron los relojes de repetición.
Ya a partir de allí se inventó el reloj de pulsera o de muñeca (1812), el reloj de cuarzo (1929) o los relojes de pulsera eléctricos que empezaron a distribuirse desde 1957. Al día de hoy el reloj atómico es el más preciso, desarrollado por la Oficina Nacional de Normalización de EE.UU., el NIST-F1, con tiene un margen de error de un segundo cada 30 millones de años.
Pero, entonces ¿quién inventó el tiempo?
Con todo lo mencionado anteriormente, es verdaderamente difícil llegar a una única conclusión sobre quién inventó el tiempo, aunque la respuesta más aceptable sería creer que fue el hombre antiguo cuando empezó a medir las cosechas. Los creadores de los relojes solares o de los relojes eléctricos también cumplen un papel fundamental en este invento.
Sin embargo, una de las teorías más expandidas y aceptadas —en aras de tener un nombre en concreto— es que el tiempo como lo conocemos en la actualidad fue creación de Stanfod Fleming, un ingeniero canadiense que desarrolló el concepto de horario universal a través de un sistema de 24 horas surgido del meridiano de Greenwich. Esto sucedió en 1879.