Clair Cameron Patterson (1922-1995) fue un geoquímico estadounidense, cuya contribución más conocida fue calcular la edad de nuestro planeta -4.550 millones de años-, algo que nadie había sido capaz de hacer con exactitud hasta entonces. Su cálculo, establecido en 1956, sigue vigente en la actualidad. Pero la contribución más importante de Patterson es mucho más desconocida: el descubrimiento de que el plomo usado como aditivo en el combustible era tóxico para el ser humano. En 1965, publicó Entornos contaminados y naturales del hombre, en el que alerta sobre el aumento de la concentración de plomo en el medio ambiente y en la cadena alimenticia. Él creía firmemente que la causa del aumento de la concentración de plomo se debía al uso que el ser humano hacía de él, por lo que se convirtió en el más firme opositor a la utilización de este elemento en la elaboración de combustibles, razón por la que fue perseguido por las multinacionales que lo trataban y comercializaban. Gracias a sus esfuerzos, se aprobó en 1970 la Ley de Aire Limpio estadounidense.
En 1978 redactó un informe que indicaba que la aplicación del control y de las medidas contra la contaminación por plomo y otros contaminantes debía comenzar inmediatamente, incluyendo a la gasolina, los envases de alimentos, pinturas, esmaltes y sistemas de distribución de agua. Treinta años más tarde la mayoría son aceptadas universalmente, por lo que gracias a él es que los combustibles actuales se producen sin plomo.
DE LA RED. La inclinación de 45 grados de Michael Jackson en el video de Smooth Criminal hoy en día aún es uno de sus movimientos de baile más asombrosos. Los neurocirujanos, intrigados por la mecánica de este movimiento, “diseccionaron” recientemente la dinámica en un artículo publicado en el Journal of Neurosurgery. Llegaron a la conclusión de que Jackson «engañaba a la gravedad» utilizando una combinación de zapatos especiales y un control físico increíble. Los zapatos patentados, diseñados por Jackson y su equipo, tenían una ranura única en el talón que se acoplaba con un enganche similar a un clavo en el escenario, lo que permitía al usuario inclinarse más allá del límite natural del cuerpo.
Si bien los zapatos proporcionaban un soporte crucial, el movimiento también requería una fuerza excepcional en el centro y la parte inferior del cuerpo, lo que hacía imposible que la mayoría de las personas lo replicaran de manera segura. El neurocirujano Nishant Yagnick advirtió que los intentos sin entrenamiento de imitar la inclinación podrían, y han resultado en lesiones graves, un riesgo acentuado por la inmensa popularidad Michael. «Se necesita mucha práctica para desarrollar los músculos centrales, los abdominales y los músculos del tronco central para conseguir la fuerza necesaria para hacerlo», refirió.