“Hijo del campo”, es esta característica la que asoma tras la búsqueda de alguna referencia bibliográfica sobre Pedro Raúl Sánchez Rodríguez, porque fueron las tierras del municipio de La Palma las primeras que le dieron cobija a este muchacho, uno de los principales de su generación en enrutarse por la libertad de su Patria.
Bajar de las alturas de este territorio del norte de Pinar del Río hacia la capital vueltabajera fue el refugio que encontraron sus padres, cerca de los años ´50, para dejar atrás la miseria y la situación imperante en aquel tiempo con el campesinado.
Tenía apenas 14 años, pero en su sangre ya corría el ímpetu de un hombre bravío al que le dolían los males que aquejaban a su país. En los aires citadinos conoció a jóvenes revolucionarios, y junto a ellos marchó a combatir contra la dictadura.0
UNA TRAYECTORIA DE LUCHA MUTILADA POR LA INJUSTICIA
Cuando el 30 de noviembre de 1956 se disponía a apoyar el desembarco del yate Granma, es detenido junto a otros compañeros. Mientras torturaban a los que le acompañaban, Raúl Sánchez mostraba su espalda golpeada y los invitaba con ello a no hablar.
Luego de este suceso, diferentes escritos sobre la época recogen en sus páginas que al llegar su madre ante el jefe del escuadrón 61 de la Guardia Rural para reclamarlo, esta le dice: “Es un niño”, y el capitán le responde: “Un niño que hace revolución”.
Sin dudas, con la estirpe de un defensor de sus raíces y de la libertad, al punto que tiempo después, en 1958, durante la huelga del nueve de abril, al quedar desplazado del trabajo, hizo patente su decisión de luchar.
Por su temperamento y esas ansias de escapar de los esbirros y que su Cuba fuera de una vez de los cubanos, muchos ojos seguían detrás de él, pero Raúl Sánchez supo escabullirse, distribuir propaganda, trasladar y poner bombas y petardos, entre otras acciones.
Después de realizar varias misiones junto Rafael Ferro Macías, otro de los grandes nombres del Occidente, tiene que trasladarse de casa en casa, es perseguido de cerca y el 23 de octubre de 1958, justo el día en que cumplía 16 años, cae mortalmente herido en una residencia cercana al Centro Médico.
Era otro niño para la lista de crímenes de la dictadura batistiana, aferrada a destruir a quienes se oponían al régimen del momento.
Pedro Raúl Sánchez Rodríguez tuvo una vida muy corta, como tantos de su generación, pero lo suficientemente activa a favor de su pueblo, que lo hicieron merecedor del recuerdo cada octubre.