Pinar del Río cuenta con 52 círculos infantiles que tienen una capacidad de alrededor de 8 295 niños y una matrícula de cerca de 7 245.
Un círculo infantil es un lugar decorado para hacer gala a esa etapa de la vida, la niñez. Entras y encuentras medios de enseñanza hechos con papel maché, juguetes, adornos y plantas; todo enfocado para que ellos tengan un ambiente lo más ameno posible y que se acerque a su mundo.
Recientemente, visitamos el centro Futuros Cosmonautas, del consejo popular Hermanos Cruz, un sitio en el que 223 pequeños reciben cuidados, atenciones y, a la vez, son educados y preparados en los contenidos que deben aprender en esa primera infancia.
Al llegar, en el patio de los bajos, divisamos a un grupo de pequeños del cuarto año de vida, todos jugaban orientados por las educadoras, entre ellos nos llamó la atención una niñita que hacía de cocinera, luego supimos que se llamaba Meibys, mientras posaba muy tranquila y segura para la instantánea que Jaliosky, el fotógrafo de Guerrillero, le hizo.
Disfrutamos al observar a los pequeños de los diferentes años de vida, unos cantaban, repetían los sonidos de los animales, miraban láminas y atendían a las titas, mientras otros jugaban a ser peluqueras, doctores, maestros…en fin, estaban felices y, sobre todo, seguros.
TODA UNA VIDA DEDICADA A LOS NIÑOS
Unos 45 años lleva Olga Elena Valdés Madrazo dedicada a los niños. Desde los 17 comenzó a trabajar en el “Futuros Cosmonautas”, aún hoy permanece ahí.
Primero como educadora, luego asumió por 11 años la subdirección, y desde hace siete es la directora de este gran colectivo, integrado por 30 educadores y seis trabajadores no docentes. Cuentan con 18 licenciadas en Educación y dos másteres.
“Me gradué en la ‘Tania la Guerrillera’ como maestra de Primaria, me fui para Mantua a trabajar, pero me fracturé un pie y no pude regresar, desde ese entonces estoy aquí”, explicó.
Olga Elena se hizo licenciada en la especialidad de Primera Infancia, luego hizo la maestría y, así, de forma continua, entre niños y libros, obtuvo una tremenda superación, en la actualidad, también es especialista principal.
A su alrededor, esta educadora jubilada y reincorporada logró un colectivo bastante unido, tal vez porque trata a sus subordinados con respeto y consideración.
Desde el kilómetro cuatro y medio de la carretera Luis Lazo, por más de cuatro décadas, cada día, Olga Elena viaja al encuentro de sus pequeños.
“Los niños más chicos me gustan más, trabajas con ellos y los ves avanzar, se les forman hábitos y habilidades, eso es lo que prefiero”, nos dice mientras arregla un mechón de sus cabellos.
Nos contó cómo han aplicado en el centro, desde el 2014, el Perfeccionamiento del Sistema de Educación General, el cual se generalizó en toda la provincia.
Los cambios incluyen nuevos términos, programas, contenidos más desarrollados y de mayor dimensión, el trabajo con la red escolar y el currículo institucional.
“Antes la familia se veía más aislada en cuanto al contenido, ya desde el proyecto educativo institucional se le involucra, e igualmente, a los agentes y agencias comunitarias, que sugieren temas a trabajar”, comentó la veterana educadora.
PREFIERE CUIDAR A LOS MÁS PEQUEÑOS
A María del Carmen Melgarejo Martínez le gusta trabajar con los de segundo año, y así la encontramos. Tenía en sus manos láminas de varios animales, su rostro irradiaba pasión por el oficio mientras interactuaba con los niños.
Lleva más de 20 años dedicados a la labor en este círculo infantil. Comenzó como auxiliar y pudo hacer la licenciatura hace 15 años.
“Les enseño habilidades para que aprendan, se desarrollen y sean independientes. Me gusta mucho lo que hago, por lo que voy a seguir hasta que me jubile”.
Mientras conversábamos, Adriel, Yasel, Adrián, Carol, Gema, Alan y los demás, giraban en torno a la tita, es que ellas sustituyen durante el día la seguridad y el cuidado que les dan sus mamás.
En cuarto año, la tita Ana Iris Javiqué nos refirió que nunca pensó ser educadora, aunque siempre le gustaron los niños, hasta que un día comenzó el curso de auxiliar pedagógica, y así inició un gran camino de entrega y sacrificio.
El día de nuestra visita estaba rodeada de pequeños. Ellos, con su guía, jugaban a ser y hacer, convertían la fantasía en habilidades, en preparación, conocimientos.
En la segunda planta conocimos a otras titas, entre ellas a Zenaida Benítez, Idalmis Méndez y Caridad Plasencia, quien nos explicó, de forma amplia, qué habilidades por áreas del desarrollo instauran en quinto año de vida, las que le sirven de base para entrar al prescolar.
Es muy dinámica e interesante la vida diaria en un círculo infantil. En sus manos, las educadoras tienen a los más pequeños de cada hogar, seres individuales, con gustos propios, listos para fomentar y forjar.

Así, con la certeza de que prima la alegría y una gran responsabilidad por parte del personal docente y de servicio, abandonamos el lugar, pero nos llevamos en nuestra mente, a cada uno de estos chiquiticos que vimos pasar ante nuestra mirada, entre ellos, a Egdar, que quiere ser pelotero; o la risueña Sofía, que intentaba hacer la pedicura a su amiguita.
Lo cierto es que esas personitas disfrutan y aprenden en uno de los círculos infantiles que fueron creados un 10 de abril, hace 64 años, para garantizar su cuidado y la preparación especializada, mientras las madres trabajan, se realizan y aportan a la sociedad.