Como cualquier obra emergente, empezó a gatas 22 años atrás, y hoy anda ya por sus propios pies. La Red HSH (hombres que tienen sexo con hombres), iniciativa que viera la luz en Cuba en vísperas del nuevo milenio, va entrando al compás de los tiempos que corren en una etapa de fecunda y bienvenida madurez. Es notable.
Nació apenas como proyecto el 7 de agosto del 2000, en el Centro de Convenciones Pedagógicas de Cojímar, en La Habana; y resultaba el merecido colofón del taller que, en el plazo de una semana, ocupó a especialistas de todas las provincias y a invitados extranjeros. Tuvo lugar en un contexto nacional signado por la alta incidencia del VIH, al punto de haberse convertido en serio problema sanitario. Germinó gracias al empuje, en primerísimo lugar, del reconocido Centro Nacional de Prevención de las ITS-VIH/sida, adscripto al MINSAP. Y de allí iría extendiendo sus brazos de futuro en un movimiento envolvente y siempre progresivo a lo largo y ancho del país.
Entre los hacedores de la gesta, imposible soslayar la presencia y los aportes de José Manuel Pérez Cordero, escritor, palmero a ultranza, desde aquel momento y hasta la actualidad coordinador a nivel provincial (uno de los tres que aún se desempeñan en Cuba en estas responsabilidades). Sobre esto estuvimos hablando con él largo rato, en un diálogo a la vez fluido y esclarecedor. Me quedó claro al colgar el teléfono que muchos aspectos referenciales se dan por ciertos con respecto al asunto de marras, cuando –si hurgas lo suficiente en la memoria de alguien con elementos sustantivos- varios de ellos carecen de estricta veracidad.
“Yo estuve allí. Me siento realmente feliz de que al paso de los años haya ido tomando cuerpo algo que, entre los participantes en el evento fundador, nos planteamos como meta común. Estoy convencido de que se puso el ojo en la mira en el instante preciso, cuando no era permisible más dilación. En verdad nos habíamos quedado atrás”.
A la tarea habría de sumarse en fecha posterior el CENESEX (Centro Nacional de Educación Sexual), institución que en estos instantes asume -desde sus propias líneas de trabajo- un ingente papel en la proyección comunitaria de la Red. Antes ocurrió, como era de esperar, la ramificación paulatina de sus tentáculos hacia los territorios municipales que por años formaron o continúan formando parte de Pinar del Río. A estas alturas del diálogo, cree justo el entrevistado mencionar la entrega incondicional al innovador proyecto por parte de los involucrados de manera voluntaria, en particular el caso de Jesús Pimentel Cajigal.
“Él fue uno de los jóvenes que más empeño puso a la obra, en una temprana época en la que, como no es raro presumir, aún se respiraban aires de manifiesta discriminación hacia los que conformábamos la comunidad LGBTIQ+. Se puso en función de abrirle paso a las nuevas ideas en un pueblo tan apartado como La Palma; y lo hizo en cuerpo y alma. Hoy, cuando ya no dirige el trabajo y desempeña distintas ocupaciones, mucho le debe esta tierra a su esfuerzo personal”.
El ejemplo de Jesús dejaría sus frutos. Y en los años postreros asumirían funciones rectoras gente de puntería y con empuje a prueba de balas. Tales atributos caracterizan a Alain Josué González Cruz y José Carlos López Arteaga, este último actual coordinador, cuya línea de trabajo apunta, sobre todo, a la extensión de la Red HSH hasta nivel de Consejo Popular. Y no anda para nada dormitando en los laureles: él es de los que hace camino al andar. Sin ánimos de adivino, convencido de que en breve lapsus habrá conseguido su propósito de ver representada la Red en cada comunidad.
Regresando a José Manuel, destaco palabras suyas sobre aspectos de la controversial realidad que vive Cuba en estos instantes, y en especial acerca del papel de la HSH en la consecución de conquistas sociales que se darían a partir de la aprobación del proyecto definitivo de Código de las Familias, cuyo referendo está próximo.
“Creo, sinceramente, en que muchos de los logros que se expresan en el tan polémico Código deben su origen al incansable trabajo desplegado, a lo largo de más de dos décadas, por los integrantes de la Red. A los que están, y a los que no están, por el motivo que sea. Me da orgullo decirlo… Y siento que digo verdad”.
Hoy, al cabo de 22 años, resulta palpable el afianzamiento de aquella utopía que se fraguara en un solariego teatro de Cojímar, acunada desde entonces por la prédica de esos eternos y fervientes enamorados de la libertad de elegir inherente al individuo. Ha sido la más reciente –a pesar del consabido contexto desfavorable- una emotiva celebración. Finalmente, hablando de futuros posibles, todo indica que, en razonable plazo, la Red HSH pase a ser por méritos propios una ONG (Organización no Gubernamental). Estoy seguro de que, aun a contracorriente de criterios también respetados, así estaría el país enrumbándose hacia la senda de la irrevocable modernidad.