Como la mayoría de los pobladores que residen en el consejo popular Urbano de Viñales, Ricardo Corrales Rivera tiene casas de renta.
Sin embargo, las comodidades que le ha reportado su negocio a través del tiempo no han sido motivo para que se aleje de sus raíces campesinas. Cualquiera diría que es raro ver a alguien en Viñales con la posibilidad de viajar e incluso de vivir en otros países y que esté volcado al trabajo del campo.
El Porri, como le conocen todos, ha hecho más que eso, se ha propuesto incursionar en el agroturismo y en aprovechar todas las bondades que da la tierra.
EN LA CIMA DE LA PENDIENTE
“Nací y me crié en esta zona, después me mudé al pueblo. Pero un año antes de que llegara la Covid-19 regresé al lugar de mi infancia. No sé si de alguna forma estaba previendo lo que venía, pero sí me di cuenta de que era muy necesario para mi negocio de las casas de renta.
“No es lo mismo adquirir los productos en otro lugar sin saber si le aplican químicos o si tienen calidad, a que todo esté fresco, natural y producido por uno mismo, eso también me ayudaba en la economía. Cuando llegó la pandemia hacía rato que estaba ya produciendo, mi familia y yo no tuvimos problema”.
Socio de la CCS Manuel Fajardo del municipio, le distinguen las buenas producciones de coles que entrega todos los años y los volúmenes de frutas y viandas que pone a disposición de la población. En más de siete hectáreas cultiva de todo y de manera ecológica, aplicando solo gallinaza y vena de tabaco.
“Aquí sí está todo sembrado. No hay un pedacito de tierra ocioso”, comenta con orgullo mientras señala los cultivos de plátano, boniato, maíz, yuca, fruta bomba…
Conversamos en un ranchón que levantó en la cima de una pendiente. Desde allí no solo se observan sus plantaciones, sino que se puede admirar la naturaleza peculiar de Viñales y exquisitas puestas de sol.
“La idea es aprovechar también la vista que tiene el área y a eso vinculamos ofertas que incluyen frutas, jugos naturales y guarapo. El lugar se convierte además en una opción de descanso y disfrute para quienes optan por explorar senderos, pues por aquí pasa el que conduce al Valle del Silencio”.
¿Y la caña para el guarapo?, preguntamos. “Ya está sembrada. Cuando vine para acá tenía la idea de la guarapera, pero antes de eso la sembré. Rescaté una variedad muy antigua que había aquí, la media luna, una caña gorda y muy dulce. Busqué la semilla y ya la tengo sembrada. Esa es la mejor caña de este país, la puedes pelar con la boca”.
Desmontar siete hectáreas de tierra no fue fácil para El Porri. Su tío había adelantado una parte del trabajo, pero no podía con todo, así que al incorporarse a la finca se propuso poner todo a producir. “De esto nos encargamos mi padre, mi tío y yo, claro hay etapas en que se necesita fuerza de trabajo y entonces la busco en la zona”, refiere.
Lograr producciones variadas y de tan buena calidad como las que tributa Ricardo para el consumo de la población y para los turistas podría resultar utópico para algunos, especialmente con el poco tiempo que lleva dedicado a la tierra.
Él mismo asegura que no hay secreto alguno: “Cuando uno nace en el campo, lo aprende de los padres, de los abuelos, pero he contado también con la asesoría de especialistas en la Empresa de Tabaco, y la internet te ayuda a instruirte mucho. Pero eso también se consigue buscando iniciativas, probando, y siempre tratando de innovar para aumentar las producciones.
“Soy de las personas que si voy a hacer algo trato de hacerlo bien. Ya hoy los resultados hablan por sí solos. Pero claro hay que trabajar, y actualmente nadie quiere ir para el campo. Por eso cuando necesito obreros siempre les pago bien.
“La intención con este proyecto es también brindarle al turista todo lo relacionado con la vida en el campo. En ocasiones nos visitan grupos que quieren sumarse a las labores agrícolas, por ejemplo, otros que quieren pasear a caballo o solo sentir la brisa que hay siempre en esta loma mientras degustan una piña o una fruta de forma natural”.
Para El Porri también es muy importante el aporte a la comunidad, por lo que pretende que el nuevo emplazamiento sirva de fuente de empleo para los vecinos del área. “Es una forma de ayudar”, afirma.
Reconoce que la clave está en la dedicación y en el trabajo constante. Y así lo evidencia en un ir y venir por los caminos que llevan hasta el ranchón que levantó en la pendiente.
“Este es el lugar donde me crié. He podido ver otros países, pero como esto no hay nada. No tengo necesidad de estar aquí o de hacer esto, pero aquí nací, y aquí me gusta estar”.