Remanganaguas, en el municipio Contramaestre, en Santiago de Cuba, es un asentamiento de hombres humildes; su terreno es llano y ondulante, de vegetación copiosa como en toda Cuba profunda, con prevalencia de árboles frutales. Es la tierra donde por vez primera fue enterrado el Apóstol. Allí fue exhumado su cuerpo, pero quedaron sus vísceras.
Si es posible que un pequeño punto en el mapa geográfico acumule tanta leyenda, Remanganaguas lo evidencia. La investigación José Martí, el Apóstol de Remanganaguas (convertida en libro en 2020, por Alianza Proyecto Libros y Piel Adentro Ediciones, Hilversum, en los Países Bajos) de los autores cubanos Arnoldo Fernández Verdecia y Antonio Isaac Hechavarría aclara los detalles de la primera sepultura del héroe y expone las virtudes del territorio, antes y después del hecho.
A propósito de la fecha que denota la caída en combate del Apóstol y como parte del evento literario Orígenes, convocado por la sección de literatura de la Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba, en conjunto con su célula del municipio Contramaestre, conversamos con Arnoldo Fernández, licenciado en Filosofía e Historia, máster en Ciencias Sociales y Pensamiento Martiano y, además, distinguido con los dos reconocimientos nacionales más importantes que otorga la Sociedad Cultural José Martí: el Honrar, Honra (2017) y La utilidad de la virtud (2020).
¿Cuándo nació esta investigación sobre la verdadera ruta funeraria de Martí; qué venturas y tropiezos acarreó, teniendo en cuenta que demuestra la continuidad del legado familiar en Remanganaguas durante distintas etapas de su historia?
“La investigación tiene algunos pies forzados. El primero lo puso el doctor en Ciencias históricas Israel Escalona Chádez, cuando nos pidió un artículo sobre la huella funeraria de José Martí en Remanganaguas, para una compilación titulada El Maestro en Nosotros; pero no logramos realizar el informe en el tiempo previsto. Algo similar nos sucedió con otra compilación del mismo Israel y el también doctor Manuel Fernández Carcasés, sobre el trabajo historiográfico de los santiagueros con la obra de Martí, publicada con el nombre Donde son más altas las palmas.
“Finalmente logramos iniciar, a principios de la década del 2000, el acercamiento a la memoria histórica conservada por cuatro familias de Remanganaguas, vinculadas allí a los días del cadáver de Martí. Los protagonistas que vieron el cadáver y transmitieron una narrativa del acontecimiento, tenían entre 12 y 33 años. Fue algo romántico para nosotros, pero luego creció y nos dimos cuenta del valor de los datos encontrados en la oralidad”.
Remanganaguas se asocia a las operaciones militares de Máximo Gómez y a los días posteriores al fallecimiento de José Martí, sin embargo, fue centro estratégico y comunicacional del Oriente de la Isla en el periodo colonial y sus primeros asentamientos datan del siglo XVIII. ¿Cómo era en su surgimiento y en los albores de la Guerra Necesaria, cuando muere el Apóstol?
“En sus inicios era monte virgen, bordeada por el río de igual nombre. Tierra roja, fértil. Perteneció a un rico hacendado que inició el desmontaje de la misma para la cría de ganado vacuno, equino, caprino y la siembra de cultivos varios.
“Durante el siglo XVIII, la corona española autorizó la construcción del camino real de la isla y uno de los lugares beneficiados por este hito de las comunicaciones fue Remanganaguas. En el lugar más elevado, el ejército español levantó un fuerte de dos plantas con capacidad para 24 soldados, que permitía otear el horizonte al norte, este, oeste y sur. Allí ubicó un punto de cabalgadura, para el descanso del sistema de correos usado durante la colonia. Luego instaló un heliógrafo y finalmente un moderno telégrafo.
“Sus tierras realengas y otras compradas fueron adquiridas por una migración de familias que se estableció en un primitivo sistema de fincas rústicas… Unos se dedicaron al comercio mediante cantinas, bodegas, bares; otros al cultivo de la tierra, a la cría de ganado menor, mayor; algunos al fomento de la caña de azúcar y de cultivos como maíz, frijoles y tubérculos.
“Puede afirmarse que el hecho de nombrarla Remanganaguas surge en el siglo XVIII y tiene que ver con el deplorable estado del camino real, intransitable en algunas estaciones del año, sobre todo en primavera. Con ese nombre aparece recogido en importantes fuentes escritas en la etapa colonial y republicana.
Al llegar el cadáver de José Martí allí, ya era un poblado históricamente formado. Tenía incluso un cementerio que era atendido por la parroquia de Palma Soriano. Había un comercio incipiente con los pueblos vecinos, y con los convoyes que se dirigían a Holguín o Santiago de Cuba”.
¿Cómo se desarrollaron los días del cadáver en Remanganaguas?
“El cadáver llega el 20 de mayo a las nueve de la mañana y es velado en el fuerte del barrio hasta las 2:45 p.m., hora en que es llevado al camposanto del lugar. A las tres de la tarde, ya en el cementerio, se procede a su entierro en una fosa común junto a un sargento español.
“El cuerpo permanece enterrado desde el 20 de mayo a las tres de la tarde hasta las 5:30 p.m. del día 23, hora en que se inicia la exhumación de sus restos. Proceso terminado a las siete de la noche.
“El traslado del cuerpo al fuerte de Remanganaguas ocurre el 23 de mayo, entre siete y diez de la noche. En ese lugar permanece hasta el día 25, cuando, aproximadamente a las diez de la mañana de esa jornada es trasladado a Palma Soriano”.
El corazón de José Martí quedó enterrado en la tierra de Remanganaguas, en el que fuera su primer sepulcro. ¿Cómo ha permanecido ese evento en el imaginario popular hasta la fecha?
“Los poblados construyen mitos, leyendas, rituales. Remanganaguas lo hizo con el recuerdo del más universal de los cubanos, a partir de un hecho real: la exhumación del cadáver del Apóstol. Según Emilio Bacardí, criterio que compartimos, luego de la autopsia practicada al cuerpo, allí quedaron las vísceras y el corazón enterrados.
“¿Cómo se convierte en mito, ritual? Los responsables fueron Lorenzo Sánchez y Emilia García, que contrajeron matrimonio en los inicios del siglo XX. Lorenzo era portador de una memoria histórica, rica en narrativas vinculadas a los días del cadáver de Martí allí; en su cantina supo de boca de los españoles sobre la muerte del Maestro; pero, además, vio el cadáver sobre una bestia amarrado a su comercio; incluso escuchó a Chino Oliva decir que le sirviera un trago que había matado al Presidente de los manigüeros. Se dice que cambió a los soldados tabaco y ron, por el pañuelo que llevaba Martí al momento de morir.
“Todas esas narrativas las hizo suyas Emilia García, devenida primera maestra de la escuela pública número 39 de Remanganaguas. Ella fue la protagonista principal de instruir y educar al alumnado en el amor por esos fragmentos del pasado. Organizaba peregrinaciones al cementerio, a menos de un kilómetro de la escuela, y ante el sepulcro, su palabra apasionada convertía en valores espirituales el recuerdo. Se dice que Lorenzo y ella acordaron un día orientar a sus alumnos, poner el oído en tierra, para escuchar el corazón de la Patria; pero a ello sumaron también, una alta dosis de civismo: ‘solamente los cubanos dignos podían escucharlo’.
“A partir de ese momento germinal, la historia entró en el terreno del ritual; la escuela pública número 39 lo hizo suyo. Lo confirma el paso por allí, en la década del ‘40 del siglo XX, de Jorge Mañach y de Eduardo Chibás. Lo confirman las Paradas Martianas de todas las escuelas públicas de Palma Soriano, presentes los 28 de enero y los 19 de mayo; lo confirman los martianos protagonistas, los intermedios y los de hoy, de las cuatro familias que vieron el cadáver de José Martí e incluso hicieron el féretro donde fue colocado el cuerpo. El ritual surge en la década del ‘20 del siglo XX, su segundo lustro y perdura hasta la década del ‘60, momento en que se jubila la maestra Emilia García.
“El ritual permaneció vivo en la memoria de hijos y nietos de las familias que estudiaron allí, hasta que en el periodo 2000-2005 logramos identificarlo, contextualizarlo y fundamentarlo para la historia local. En una conversación con el poeta Eduard Encina, le hablé del ritual del corazón y lo hizo suyo al instante, incluso lo alimentó literariamente dotándolo de una nueva actualización.
“En 2007, el 28 de enero, la vanguardia joven de la Asociación Hermanos Saíz y algunos miembros de la Sociedad Cultural José Martí, liderados por Encina, retomaron el ritual del corazón. Desde esa fecha y hasta la actualidad, se ha reactualizado cada año con las ediciones de la Jornada Literaria Orígenes. Nadie quiere perderse el momento donde historia y poesía se unen, para, desde la dignidad, escuchar el corazón de Cuba en las entrañas del cuerpo insular”.
¿Qué fuerzas sociales impulsaron la develación del obelisco en 1942 y cómo la presencia martiana constituyó un recurso estratégico para gestionar intereses económicos y políticos en el periodo republicano?
“Tres organizaciones de la sociedad civil de Remanganaguas, durante la década del ‘30 del siglo XX, impulsaron un movimiento para fijar en un obelisco, el sitio exacto del primer entierro de José Martí, en Cuba. Son ellas el Club de Veteranos y Patriotas, la escuela pública número 39 y la Asociación de Reporteros de Palma Soriano. Fue tanto su empuje y pasión, que finalmente consiguieron, mediante gestión ante las autoridades de Palma Soriano y Santiago de Cuba, que se concluyera el obelisco que reconoce la primera tierra sagrada de la isla que abrazó la semilla martiana.
“Pero también consiguieron otro hito histórico: a partir de 1942 es bautizado el barrio con el nombre José Martí; así aparece registrado en los censos, actas notariales, títulos de propiedad, periódicos de Oriente, hasta 1976.
“La lucha por la realización del obelisco abrió la perspectiva de una posible ruta turística de la cual se hicieron eco el gobierno y la prensa. La visita del presidente Alfredo Zayas en 1923 a Palma Soriano creó la posibilidad de la anhelada obra. La aprobación de un crédito de 9 000 pesos para arreglar los caminos vecinales permitió la compra de una motoniveladora, un tractor y un camión. Al saberse la noticia, se multiplicaron las expectativas, pero todo quedó en el deseo, más que en la concreción del proyecto.
“A finales de la década del ‘40 más de 16 000 familias campesinas habitaban a orillas del camino real. De conjunto alzaron sus voces, lideradas por la gente de Remanganaguas, para poner en práctica una estrategia de comunicación que hiciera realidad la ruta turística. El jueves cinco de marzo de 1951 invitaron al editor del diario La Tribuna, Luis Salinas Rosales, a un almuerzo, como gesto de agradecimiento por toda la campaña propagandística que dicho órgano realizó, con el propósito de llamar la atención sobre los valores históricos y económicos de la ruta.
“La Gran Vía Martiana partía de Dos Ríos y comprendía El Jobo de Martí, Remanganaguas, el Anoncillo del Descanso, La Aduana y concluía en Arroyo Blanco.
“(…) La obra tenía dos grandes aliados: la historia y la economía, por eso la prensa planteó la necesidad de construir una carretera para que los campesinos pudieran trasladar sus producciones a Palma Soriano. La preocupación por el desvío del comercio de maíz hacia el próspero Contramaestre era latente. También se habló de la creación de una vía turística a través de la cual se señalizaran los lugares por donde pasó el cadáver de Martí. A lo anterior, la campaña sumó el proyecto de construir un parque, una nueva escuela, un monumento, una biblioteca y un centro de cultura y recreación (liceo).
“(…) El día del centenario del natalicio del Apóstol, 28 de enero de 1953, se fijó como fecha por las autoridades municipales, para entregar la Gran Vía Martiana, hecho que finalmente no se pudo cumplir, por carecer de fondos el gobierno para ejecutarla en el periodo previsto. El alcalde, Gerardo Gómez Arias, desarrolló una conferencia de prensa, donde explicó las razones financieras que impidieron la concreción del resultado tan esperado por el pueblo”.
¿Cuál es la situación actual del primer cementerio que acogió el cuerpo del Apóstol y, de la ruta Dos Ríos-Arroyo Blanco?
“El cementerio (fundado en 1870), sitio de un elevado activismo cívico, estuvo olvidado hasta la segunda década del tercer milenio. En 2003, mediante Resolución 189 del 19 de mayo, es declarado Monumento Nacional por su valor histórico y patrimonial.
“Once años después, 28 de enero de 2014, la situación de abandono en que permaneció por más de una centuria cambió, gracias a las permanentes denuncias realizadas por la prensa de Contramaestre entre 2009-2015, a través de un seriado de programas de investigación, opinión, documentales y post publicados en Radio Grito de Baire y el blog Caracol de Agua. Los mismos encontraron manos tendidas que los llevaron a la Oficina del Programa Martiano, adscripta al Consejo de Estado. Inmediatamente se produjo un diálogo fecundo que trajo consigo mejoras, entre las que se incluyen una cerca perimetral y una bóveda para la exhumación de cadáveres (28 de enero de 2014).
“En mayo de 2015 se exhumaron todos los cuerpos ubicados tres metros a la izquierda, a la derecha y en la parte frontal del obelisco a José Martí, para ejecutar un proyecto concebido por el Fondo de Bienes Culturales de Granma; se enchapó en mármol blanco la entrada hasta el mismo obelisco y los nuevos osarios; se colocaron vallas identificativas en mármol con pensamientos del Apóstol. Quedó en proyecto, pues nunca se ejecutó, una sala de protocolo, que en su croquis debía hacerse siguiendo patrones constructivos del siglo XIX, vinculados a la historia y cultura del lugar. El mueblario de oficina prometido, nunca llegó.
“(..) A principios de 2018, Juan Carlos Roque Alonso y yo, llevamos a la televisión la serie documental: Remanganaguas: la verdadera ruta funeraria de Martí, premiada en el XVIII Taller Nacional Martí y la Prensa, en Santiago de Cuba, de ese mismo año. Muchas voluntades terminaron uniéndose y Remanganaguas ganó así un posicionamiento en la visibilidad patria que ayudó a cambiar muchas cosas. “(…) No obstante, hoy no se acometen acciones de conservación de lo antes realizado. Es tratado por Servicios Comunales como un cementerio rural más.
“En cuanto a la verdadera Ruta funeraria, campo adentro, de Dos Ríos a Arroyo Blanco, está dominada por pantanos, marabú, gente humilde, café recién colado, apretones de manos callosas… A ambos lados del camino, a miles de metros entre sí, asoman las casitas de pencas de guano o yarey, los guajiros arando la tierra u ordeñando las vacas, pastoreando el ganado.
“(…) Hace años, las familias de allí, esperan un proyecto de desarrollo local, algún suceso planificado a nivel de Estado, que los saque del olvido.
“(…) El Gobierno, el Estado, debe recuperar la verdadera Ruta funeraria del cadáver de Martí; invertir allí recursos materiales, humanos; salvar una memoria tangible e intangible, que corre el riesgo de perderse para las nuevas generaciones. Mañana nuestros hijos no nos perdonarán que, por la ignorancia y la falta de voluntad de los gobiernos locales, la Ruta funeraria sea un relato de bisabuelos y abuelos que nadie quiso escuchar”.