No han sido pocos los criterios a tener en cuenta y esgrimidos por cientos de personas sobre el asunto a desarrollar en estas líneas. Puntos de vista que, con el paso del tiempo, se han tornado tan agudos y críticos como la situación misma.
Me refiero al tema de la basura en el municipio de Consolación del Sur. Sí, es el lugar de residencia de este escriba, y lejos del regionalismo, es la gravedad del asunto lo que impulsa.
Hace poco tiempo expuse este mismo problema en las redes sociales, aludiendo a las instancias gubernamentales, con el objetivo de hacer una llamada de aviso.
Pero si vamos a poner los puntos sobre las íes, habría que profundizar mucho más en varios aspectos. Díganse por ejemplo las ilegalidades e indisciplinas sociales de quienes, a deshora, arrojan basura en sitios no propicios para ello; de la competencia o desvinculación de las empresas estatales y privadas de lidiar con sus propios residuos; y por supuesto, de la incapacidad de un sector deprimido como Comunales para hacer frente a tanto desasosiego.
Hablemos a camisa quitada. Nos hemos vuelto sucios, descuidados, despreocupados por nuestra salubridad. Lo digo porque muestras son las que se sobran de quienes tiran la lata de cerveza en cualquier esquina –sin importar si existe un cesto o no– o de aquellos otros que de apoco arrojan desechos en esquinas hasta convertirlas en basureros andantes.
Eso para no mencionar los que prefieren la comodidad y complicidad de verter su basura en este mismo sitio, alegando que si todo el mundo bota basura ahí, por qué ellos no.
Y no lo entiendo, pues en ocasiones estos basureros están, incluso, pegados a casas, edificios multifamiliares, tiendas, comercios y otros. Nada, que preferimos ver la ciudad y los alrededores sucios antes que tomar iniciativas vecinales.
Con respecto al sector empresarial estatal y al privado, especialmente a algunos gestores de este último, tampoco entiendo por qué se desentienden de sus negocios de esta manera, sobrecargando aún más a una entidad que, de por sí, no da abasto.
Soy del criterio de que cada empresa o negocio debería lidiar y ocuparse de sus propios residuos. Establecer mecanismos, gestiones y encadenamientos que coadyuven a mantener la ciudad más limpia, más pulcra.
De lo anterior pudieran los más “astutos” contrapuntear que, de ser así, Comunales entonces dejaría de cumplir con parte de su encargo social, por lo que lo mejor sería, entonces, su disolución.
Punto debatible este, pues es cierto que el bloqueo estadounidense es real y que en muchas ocasiones afecta y perjudica el desempeño y rendimiento de la técnica destinada para la recogida de desechos sólidos. Pero coincidiremos en que otras tantas, ese mismo bloqueo se usa de escudo y como punta de lanza ante cualquier crítica.
Si tal entidad no tiene estrategias a corto o mediano plazos para solventar un mal que literalmente se nos viene encima, no estaría mal entonces la idea de que una contrapartida privada se encargara del asunto.
Y no se trata de que algunos sean menos ricos u otros más pobres: creo que si nos dieran a escoger preferiríamos pagar un servicio con todas las de la ley, a uno gratuito que no cumple.
Un recorrido por la periferia de mi ciudad basta para que semillas de mango, papeles con heces, vasos desechables, cáscaras de huevo, huesos y vísceras, borras de café, cajas de pollo… se desperdiguen por aceras y calles inmediatas a ellos. No es un escenario muy agradable a la vista, a la consciencia, al sentido común, mucho menos, al olfato.
Pienso que al final, mientras esperamos por un cambio de actitud, de modalidad o de estrategias, lo que nos interesa a todos es la recogida sistemática de esa basura, el saneamiento a basureros que de forma exponencial y silenciosa crecen cerca de nuestras casas, escuelas y centros de trabajo.
Estrategias existen muchas, para las cuales solo se necesita fuerza de voluntad, empuje y decisión firme desde cada barrio, reparto o demarcación. Juntos podemos hacer la diferencia, y con el apoyo de las entidades del Gobierno, al menos una vez al mes, pudiéramos agendar una recogida masiva en fines de semana… y por qué no, volver a emplear a personas de la tercera edad que poseen medios de tracción animal y buscan qué hacer.
La mejor respuesta no está en obviar responsabilidades o esperar a que los recursos nos “caigan de arriba” mientras la ciudad se ensucia y nos pudrimos entre la basura. La solución real reside bajo el pensamiento crítico, el sentido común y las ganas de hacer de cada uno de nosotros.
De lo contrario, ante el abarrotamiento impune de vertederos añejos, solo quedaría darle paso a la desidia, y decir como un buen amigo… ¿Para qué entonces estamos hablando aquí?