La presidencia de Donald Trump reveló fisuras extraordinarias en la sociedad de Estados Unidos, indica hoy un análisis del Centro de Investigaciones Pew.
El tema es motivo ahora de análisis de medios políticos y de prensa en el país, algunos de los cuales concluyen que Trump dejó pocas dudas de que es una figura distinta a cualquier otra en la historia del país.
Indica Pew que el exmandatario ganó las elecciones de 2016 tras una campaña que desafió las normas y acaparó la atención del público desde el momento en que comenzó, y su enfoque para gobernar fue igualmente poco convencional, plagado de acciones que acrecentaron la división entre los estadounidenses.
Precisa que el exgobernante consiguió una serie de victorias conservadoras largamente buscadas en el ámbito nacional, como las mayores reducciones jamás registradas del impuesto de sociedades, la eliminación de decenas de normas medioambientales y una remodelación del poder judicial federal, entre otras.
Muchas preguntas sobre el legado de Trump y su papel en el futuro político de la nación tardarán en ser respondidas, señala el análisis.
Mientras, el sitio digital fivethirtyeight.com, especializado en proyecciones y análisis de la política estadounidense, asegura que los disturbios en el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero fueron el clímax de esa presidencia, mostrando lo radicalizada que está una parte importante del país.
En ese sentido pregunta si puede el presidente Joe Biden, o cualquier otro, superar años de creciente odio partidista, cuando los expertos aseguran que los ciudadanos de este país se volvieron cada vez más resentidos y desconfiados hacia las personas que consideraban sus adversarios políticos.
Gran parte de esta nación odia ahora a los estadounidenses que no se afilian a su partido. Las razones y las consecuencias de ese odio son muy diferentes en la derecha y en la izquierda, pero aún así deja al presidente Biden con una tarea casi imposible: gobernar un país radicalizado, sostiene la publicación.
Trump dejó claro -asevera- quién cree que debe estar en el poder. Su disposición a utilizar insultos racistas, a promulgar políticas racistas y a declarar que los cristianos deberían tener un lugar privilegiado en la vida estadounidense, contribuyó a crear un mundo en el que tanto la izquierda como la derecha apoyan la violencia política, puntualiza.
Pero ahora que se ha ido, plantea, la fisura no se cerrará tras él, e incluso si Biden fuera capaz de unir de algún modo a los bandos enfrentados, probablemente requeriría un nivel de compromiso que haría más daño que bien, acentúa.