Supe de Roberto López Martínez hace solo unos días. Su hija Maribel me habló de él y de su actitud ante la vida. A sus 87 años este anciano es un referente para los que le rodean.
Por su edad, y debido a la pandemia, vive aislado en su hogar de la calle Julio Muñoz, número 16, entre Alameda y Gabriel Lache, pero para Roberto no hay tiempo para el aburrimiento ni la desidia. Mucho había en su vivienda por arreglar, entonces… puso manos a la obra.
Según cuenta la hija, la casa fue construida en el año 1959, pero usaba tuberías viejas de otras aledañas y los pisos y las paredes estaban humedeciéndose. Por eso el anciano, para evitar salir de casa, se puso a hacer los cambios y como todo estaba tan caro y escaso comenzaron los inventos.
Se auxilió también de varios tipos de recipientes plásticos, entre ellos pomos desechables de medicina, y así empezó a hacer sus aportes el octogenario Roberto para sustituir las tuberías.
Fueron horas de dedicación y de inventivas, pero según los que lo conocen él disfruta cuando se siente útil y aunque se demora, logra todo a lo que le pone cabeza.
Sustituyó las tuberías de más de 60 años de uso y también arregló el fregadero que tenía problemas e hizo una fosa de grasa con un galón de plástico.
El trabajo lo realizó de forma meticulosa, con los huecos y roscas perfectos.
Este anciano de rostro amable recibe todos los periódicos y posee un amplio conocimiento sobre economía y cultura general.
Los que le conocen dicen que es conversador y buen amigo, y la prueba de esto es que aún celebra sus cumpleaños e invita a algunas de sus amistades jubiladas de la Empresa Eléctrica, lugar donde trabajó como contador desde antes del triunfo de la Revolución.
El amor también tocó la puerta de Roberto un día. Con solo 14 años su mujer se unió a él. Ella murió a los 75 y antes de fallecer estuvo un tiempo encamada y él ayudó a cuidarla.
Para su adorada hizo con sus propias manos un barco, lo pintó de blanco y azul, eso fue al principio del matrimonio, a inicios de la Revolución, y le puso por nombre Victoria, como le decían a su esposa, aunque su nombre era María.
Muy atento, jovial, contento y dedicado, así lo describe Maribel, quien dice que su papá es un rey rodeado de sus hijas, nietas y bisnietas, todas hembras. Él se siente orgulloso de su descendencia y todavía lleva la batuta.
Reconforta a cualquiera saber de cubanos sencillos que dedicaron su vida al trabajo honesto y que aún hoy, en la octava década de su existencia, echan garras a los deseos de vivir, a la creatividad y a la iniciativa propia.
Por eso al pasar por la casa de Roberto y ver el frente de la vivienda nos hará recordar que lo hizo él con sus propias manos, porque este pinareño amante de la buena música, ha sembrado y creado con su quehacer un legado para la posteridad.
Y cuando se aplican las medidas. Qué se publica y que alternativa tiene lugar. En el caso de los alimentos cómo la familia resuelve. Hace falta que se refieran a esto