Desde pequeño, Julio tuvo que aprender el lenguaje de señas. El hecho de ser hijo de padres sordos lo obligó a ser una voz indispensable en el mundo de silencio que le rodeaba.
“Fui intérprete obligatorio desde chiquito. Mis padres me llevaban a la bodega, a la farmacia, a todos lados para ayudarlos. Lo aprendí en la práctica también al socializar con las personas sordas que nos visitaban. La gente siempre ha pensado que soy sordo, porque paso mucho tiempo hablando por señas.
“Me hice intérprete sin darme cuenta. Una vez, cuando había terminado el preuniversitario, la Ansoc me llamó para trabajar como voluntario en una asamblea de sordos. Me dio motivación ver que me entendían y que les gustaba como lo hacía. Entonces en la Asociación hablaron conmigo para trabajar con ellos y ahí empecé”.
Sin preparación previa se presentó a un examen en La Habana y sacó 90 puntos, luego pasó talleres y cursos para perfeccionar su formación. Aunque le gustaba la carrera de Economía, el curso de la vida lo inclinó a dedicarse a esta profesión y se graduó con título de oro como licenciado en Educación Especial.
“Me dieron la posibilidad de hacer un doctorado directo, pero no estaba preparado. Ya después me llegó la oportunidad de una maestría por dos años. Me hice máster en Educación Especial, pero mi tesis siempre estuvo inclinada a los sordos”.
Julio ha sido profesor en la carrera de Técnico Medio en Lenguaje de Señas que actualmente se estudia en el politécnico Rigoberto Fuentes y ha formado a intérpretes para el sector de Educación. Ahora trabaja, además de su labor en la Ansoc, junto a un claustro de profesores en la preparación de asignaturas para la carrera universitaria de ciclo corto que se abrirá en la provincia.
UNA PROFESIÓN CONSAGRADA
Al igual que en los idiomas, se necesita aptitud para dedicarse a esta profesión. Julio asegura que no es difícil, pero que la clave está en el interés de cada cual.
“Primero tiene que gustarte, sino no lo aprendes bien, porque lleva muchos requisitos. Hay que tener mucha expresión facial y corporal, buena movilidad en las manos y un alto nivel de sensibilidad. El intérprete está donde necesite el sordo. Lo mismo en un tribunal que en una clínica dental o en la policía.
“No tenemos horario de trabajo, a veces nos vienen a buscar de madrugada porque se presentó alguna situación y puede ser de cualquier tipo.
“Tengo anécdotas muy difíciles, sobre todo en juicios, a la hora de dar una sentencia o narrar alguna declaración. A veces hasta intentan agredirnos.
Por eso digo que la formación de un intérprete debe ser universitaria, porque es lo que da una cultura amplia, pues trabajamos con cualquier tipo de información y para eso hay que conocer.
“Un intérprete no puede tener problemas físicos, ni tatuajes visibles; las mujeres no deben usar aretes largos, ropa ceñidas o exceso de maquillaje cuando interpretan. Los hombres no pueden tener pelo largo, bigote. Son elementos que desvían la atención, y no los determinamos nosotros, sino la propia comunidad sorda”.
¿Todos los sordos dominan el lenguaje de señas?
“No todos. Hay quienes han creado sus propias señas, sobre todo los del campo. Con sus familias diseñaron su propio lenguaje y nosotros como intérpretes tenemos que dominarlo también. Tampoco es universal. Cada país tiene su propia lengua de señas, porque la cultura e idiosincrasia es diferente.
“En el 2017 representé a Cuba en un congreso internacional en Panamá. Allí me quedé con la boca abierta, pues a los intérpretes de Australia, Japón, Tailandia y otros países asiáticos no les entendía nada. Claro que hay señas oficiales que se estudian en la escuela o que la Ansoc da talleres y cursos para unificar, pero como en el español también hay regionalismos.
“Es por eso que tenemos una autosuperación constante, yo grabo todos mis noticieros y estudio lo que hice. No nos podemos equivocar porque ellos se dan cuenta y son muy exigentes, incluso tienen el derecho por la Asociación de escoger al intérprete que prefieran y en eso influye mucho la preparación”.
SIN BARRERAS EN LA COMUNICACIÓN
La Ansoc en Pinar del Río cuenta con casi 2 000 asociados, pero según Julio hay muchos que no quieren asociarse, algunos por complejo y otros porque no aceptan su discapacidad, sobre todo los hipoacúsicos.
Ante la interrogante de si se sienten excluidos de alguna manera, argumenta que a su juicio la sociedad cubana no ha comprendido a las personas sordas, más por desconocimiento que por otros motivos, porque no conocen su comportamiento, sus necesidades, intereses.
“Algo que les desagrada es el término mudo. Eso no existe, tampoco el sordomudo. Es sordo o hipoacúsico. La sordera y el lenguaje no tienen nada que ver. El lenguaje se desarrolla en dependencia de la preparación que tengan en la escuela.
“El reclamo mayor de la comunidad sorda es que quieren romper la barrera de la comunicación, que todas las personas conozcan su lenguaje, que se puedan acercar a cualquiera y que los entiendan. Por experiencia te digo que muchos familiares de sordos no tienen interés en aprender el lenguaje de señas, no se sienten identificados, ni siquiera lo hallan necesario”.
FACILITAR LA INFORMACIÓN
En el mes de marzo se efectuó el V Congreso de la Ansoc y uno de los temas principales fue el lenguaje de señas, que se quiere legalizar como una segunda lengua en el país.
“Hemos abogado además porque exista un intérprete en espacios variados, no solo los informativos. La televisión hizo un noticiero del Ansoc en un horario en que casi ninguno lo puede ver, por cuestiones de trabajo. Aquí en el telecentro desde el 2006 se hacía un resumen semanal para los sordos, pero es muy corto, y ellos necesitan informarse, conocer lo que pasa, no solo en Cuba, sino en el mundo.
“Hoy tenemos un espacio durante media hora en vivo en los noticieros y en el resumen semanal de los viernes en Tele Pinar. Queremos insertarnos en programas de salud, de leyes, que son importantes para que ellos conozcan.
“Ahora muchos se sientan desde las cinco hasta por la noche a ver el televisor y quisieran hasta que se insertaran intérpretes en las telenovelas, porque el sistema de closed caption solo les llega a los sordos que saben leer y escribir, pero la mayoría de los que habitan en la provincia son analfabetos, porque hay muchos adultos mayores que nunca pudieron ir a la escuela que antes era en La Habana”.
LA GRATITUD DE SERVIR
En Pinar del Río hay un total de 12 intérpretes, actualmente cuentan con uno por municipio excepto en Viñales, La Palma y Los Palacios. Sus servicios son netamente sociales y coordinados por la Ansoc. En estos tiempos de pandemia su trabajo se ha multiplicado por la compleja situación que se vive.
“Hemos trabajado más en la etapa de la COVID-19 que nunca antes. El tema de las colas ha sido terrible: problemas de maltrato en las tiendas, reuniones con la PNR, el Minint. La Ansoc no solo defiende los intereses de los sordos, sino también de la Aclifim y la Anci.
“Pero, aunque sea mucho el trabajo, es gratificante. Me encanta esta profesión, haría lo mismo si volviera a nacer. Me han hecho buenas propuestas, económicamente tentadoras, y las he rechazado porque le tengo mucho amor a mi profesión y eso vale más que cualquier cosa. La comunidad sorda es parte de mi vida. Siempre digo que tengo sangre de sordo”.