Cuando Roniel Iglesias terminó la pelea por la medalla de oro se arrodilló y acarició los aros olímpicos dibujados en el cuadrilátero. Es un gesto que simboliza toda una carrera marcada desde hoy por su segundo título en citas estivales. Su presencia en Tokio fue quizás la más cuestionada de la escuadra cubana de boxeo. Sin embargo, hoy Roniel demostró cuán acertada estaba.
Su victoria en la final ante el británico Pat McCormack llegó con un inobjetable 5-0. Solo en la primera ronda ante el japonés Sewonrets Quincy Mensah Okazawa el pinareño no fue arrollador, como si a sus 32 años volviera a vivir el estado de gracia que lo hizo convertirse hace nueve años en campeón olímpico.
“Solo los boxeadores sabemos todo el esfuerzo que hacemos para llegar. Quienes pensaron que yo no podía llegar aquí ahora tendrán que cambiar ese parecer. Mi familia y mi padrino siempre creyeron en mí, y yo siempre tuve presente qué podía dar y lo demostré ahora”, dice el pinareño.
Foto: Reuters.
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