A Miyelis Canales Machuat siempre le apasionó el magisterio. Más de dos décadas dedicadas a la enseñanza Primaria y una maestría en Ciencias de la Educación corroboran lo acertado de su decisión cuando era una jovencita.
Sin embargo, las circunstancias que a veces trae la vida la llevaron por otros caminos, y sin renunciar a la profesión que ama, se convirtió, hace ocho años, en una de las mujeres productoras de tabaco tapado de la CCS Benigno Acosta.
“Cuando falleció mi esposo, tuve que hacerme cargo de la tierra hasta que mis dos hijos tuvieran edad para ocuparse. Con el apoyo de la cooperativa, de la Empresa y de la Agricultura me pude encargar de todo. Estuve unos años sin trabajar en Educación para dedicarme al cultivo del tabaco, hasta que mi hijo mayor terminó el Servicio Militar y volví al aula”.
Aunque hoy el mayor peso en la finca lo llevan sus hijos, Miyelis sigue al frente de una hectárea de tierra que dedican al cultivo de la hoja. En esta campaña sembraron 28 000 posturas y recolectaron más de 2 900 cujes.
“Al principio fue un choque difícil. Yo tenía una noción del tabaco porque mi abuelo fue tabacalero y desde pequeña aprendí a ensartar. Incluso fue él quien le enseñó a mi esposo. Pero nunca había tenido que guataquear, sembrar, regar. Esa sí fue una verdadera escuela para mí.
“Hoy son los muchachos quienes se encargan de casi todo, pero los sigo apoyando, sobre todo cuando hay que ensartar, zafar, entre otras labores”, dice.
Como a muchos productores pinareños, el huracán Ian le tumbó la casa de tabaco. Afortunadamente pudieron reconstruirla y en la pasada campaña pudieron sembrar, y de 28 quintales acopió 18.
“Siempre hemos tenido resultados que nos han beneficiado económicamente. El tabaco lleva sacrificio, pero rinde frutos. En el magisterio pienso seguir, pero no dejo de guiar y ayudar a mis hijos, porque están empezando y necesitan apoyo”.
EN LA ESCOGIDA
Cuando cumplió 16 años Yaimiris Castañeda Contreras decidió dejar los estudios y ponerse a trabajar. Hoy, casi al rozar los 40, es una de las 45 mujeres que benefician tabaco tapado en la escogida 10-V-2 de San Vicente.
“Le dije a mi mamá que me iba a poner a trabajar, pero que no iba a limpiar pisos. Entonces vine a la escogida. Cuando aquello había que luchar duro. Aprendí con mujeres que llevaban la vida entera aquí. Ellas veían mi interés y me ayudaban mucho. Fíjese que en menos de un mes ya le había cogido el golpe a esto, y hoy ayudo a otras mujeres”, narra.
Yaimiris va a pie todos los días desde el seis de La Coloma a San Vicente. A las siete de la mañana ya está en la escogida, hasta las cuatro de la tarde. Aunque es revisadora lo que más le gusta es el banco. Con facilidad explica las clases de la hoja y cuál es el destino. La norma máxima es de 32 libras diarias, pero ella siempre supera las 40.
Además del salario básico, en la escogida se paga por resultados, un monto que muchas veces supera los 7 000 pesos. Pero en etapa de recolección ensarta para dos productores, y asegura que cuando hay tabaco puede hacer hasta 100 cujes al día, a 10 pesos cada uno.
“Yo me retiro aquí, porque me gusta, además de que se sale bien. Cuando llego a la casa estoy muerta, pero por suerte mi esposo me ayuda mucho con los niños, un varón de dos y una hembra de 12. Eso sí, hay que luchar”.
Mientras hablamos, Yaimiris no levanta la cabeza de las hojas. No hay tiempo para conversar cuando hay que seleccionar bien las distintas clases y sus destinos. En ello va la calidad que avala el mejor tabaco del mundo, y ese lleva, sin dudas, la huella de la mujer cubana.