Rusia alertó que la nueva propuesta de acuerdo de paz presentada esta semana por Kiev se aleja de las disposiciones clave establecidas por ambos países en la reunión de Estambul del pasado 29 de marzo.
Según el canciller ruso, Serguéi Lavrov, el nuevo documento refleja de manera clara un distanciamiento de los puntos más importantes de la negociación en esa ciudad turca, refrendados con su firma por el jefe de la delegación del Gobierno ucraniano.
No obstante, subrayó que Moscú se mantendrá en el proceso de negociación con las mismas posiciones y los requisitos expuestos desde el comienzo del diálogo, a pesar de todas las provocaciones.
El ministro ruso de Asuntos Exteriores dijo que su país no descarta que las autoridades ucranianas intenten imponer nuevas condiciones, pero aclaró que tal escenario es inaceptable para su país.
“Es probable que en la próxima ronda la parte ucraniana pida la retirada de las tropas y acumule nuevas condiciones previas. Este plan es comprensible, pero es inaceptable”, subrayó.
Asimismo, llamó la atención sobre la incapacidad de Kiev para negociar y denunció su “política de retrasar, e incluso socavar las conversaciones, apartándose de los acuerdos alcanzados”.
Según el jefe de la diplomacia rusa, tales hechos evidencian que Kiev está controlado por Washington y sus aliados, que empujan al presidente ucraniano, Vladimir Zelensky, a seguir librando combates.
Moscú advirtió además sobre la negativa de las autoridades de Kiev a discutir sobre la desmilitarización y desnazificación de Ucrania y subrayó que tal decisión no contribuirá al proceso de negociación.
A principios de esta semana, el presidente ucraniano declaró que su país continuará las negociaciones con Moscú, pero confirmó que no discutirá la desmilitarización y desnazificación de su país, condiciones exigidas por Rusia para el fin de las acciones militares.
Para analistas políticos, los asesinatos recientes de civiles en la ciudad ucraniana de Bucha, y las denuncias sobre la supuesta autoría de los soldados rusos, contribuyeron al empantanamiento de las consultas entre las partes, aunque Moscú negó su vinculación con los hechos.
El Ministerio de Defensa ruso consideró los crímenes como una provocación y denunció que se trataba de otra escenificación montada para los medios de comunicación, como ocurrió en Mariúpol con la maternidad, así como en otras ciudades.
Por su parte, el canciller ruso calificó el hecho de “falso ataque” con el que Ucrania y Occidente intentaron demonizar al Ejército ruso y dinamitar el diálogo entre ambos países.
En su opinión, cada vez que en las negociaciones entre Moscú y Kiev hay un motivo para esperar “algún progreso, aunque sea modesto”, surgen circunstancias que las bloquean.