La medicina antiaging o antienvejecimiento es una práctica centrada en devolver la juventud al rostro y al cuerpo, y disimular el proceso de envejecimiento a través de la reducción de manchas y arrugas, mejorando la calidad de la piel, aportando luminosidad y elasticidad, y en algunos casos eliminar el vello.
Lo ideal es aplicar una pequeña cantidad de crema en cinco puntos estratégicos del rostro –frente, nariz, barbilla y ambas mejillas–, el cuello y escote. Luego se debe extender de forma ascendente e incidiendo en los surcos de las líneas de expresión y arrugas. Un abordaje moderno y más científico de la medicina antienvejecimiento aparece en 1982 en el libro Extensión de la vida, de Durk Pearson y Sandy Shaw, a partir del cual se realizaron múltiples trabajos de investigación, cuyos hallazgos abrieron la posibilidad de distintas intervenciones antienvejecimiento en humanos.
CURIOSIDADES. DESPERTADORES HUMANOS. Antes de los despertadores, los británicos e irlandeses se despertaban gracias a los “golpeadores” de ventanas. En el siglo XIX y hasta bien avanzado el siglo XX, un reloj despertador humano conocido como knock-up rastreaba las calles y despertaba a los clientes que pagaban para llegar a tiempo al trabajo. Durante la era industrial, las personas trabajaban a horas inusuales en minas o fábricas. Podrían haber usado despertadores: fueron inventados a mediados del siglo XIX, pero seguían siendo artículos relativamente caros y poco fiables.
Mary Anne Smith Moore fue el reloj humano más famoso: despertaba a dormilones lanzando guisantes secos contra las ventanas de sus clientes. Se convirtió en una presencia querida, junto con su fiel tirador de guisantes, en el East End de Londres en la década de 1930. Cobraba seis peniques por semana y su competencia más cercana era un anciano a tres millas de distancia que hacía el mismo trabajo usando una caña de pescar para golpear las ventanas de arriba. Manejando cañas o tiradores de guisantes, los “golpeadores” se convirtieron en presencias familiares en todo el Reino Unido. Gran cantidad de ellos eran mayores y hacían su labor profesionalmente; a menudo no se iban de las casas de las personas hasta estar seguros de que estaban despiertos.
PARA REÍR. -Mamá, mamá, los espaguetis se están pegando. -Déjalos que se maten… -Soy Rosa. -Ah, perdóname, es que soy daltónico… -Oye, ¿cuál es tu plato favorito y por qué? -Pues el hondo, porque cabe más comida… -¿Qué pasa si tiras un pato al agua? -Nada… -Ayer llamé a la policía porque unos ladrones robaron en mi casa y se llevaron hasta los vasos. -¿Y los detuvo? -Sí, sí, los de tubo también… -¿Cómo te llamas? -Lancelot. -Pues atrápalot… -Papá, ¿qué está más lejos, Córdoba o la Luna? -Pero vamos a ver, ¿tú ves desde aquí Córdoba?