El Comité Provincial de la Uneac cumple el próximo 12 de diciembre 37 años de creado. Y ello, sin dudas, es motivo de celebración, pues estamos hablando de una organización con un incuestionable impacto social. Hoy arriba a este cumpleaños con muy buena salud, incluso puede evidenciarse un notable fortalecimiento después del reciente crecimiento de sus afiliados y el trascendental X Congreso que concluyó hace apenas unas semanas.
Sus 289 miembros representan la vanguardia de la creación artística en Pinar del Río y se trabaja intensamente para que las diferentes asociaciones (Artes Plásticas, Escénicas, Escritores, Cine, radio y televisión, y Música) encuentren cada vez con mayor acierto, los modos de actuación más adecuados para la necesaria integración.
El diálogo franco, el debate democrático y participativo han constituido una práctica sistemática para construir consensos y buscar soluciones a los procesos culturales que en este complejo contexto se deben enfrentar.
La transversalidad de las Comisiones Permanentes, especialmente la de Educación, cultura y sociedad, junto a la de Enseñanza Artística, ha permitido concretar en la labor cotidiana el seguimiento y el control. Sobre todo se ha manifestado de manera ascendente la vocación de servicio y el acompañamiento desprejuiciado al sistema institucional del sector cultural.
Puede afirmarse, sin titubeos, que la Uneac en Vueltabajo llega a este aniversario con mayor madurez y mostrando un diáfano liderazgo en todas las actividades de su competencia. La conformación de una programación variada y los estudios de públicos han sido tareas de prioridad, atendidas con una visión bien centrada en los objetivos a alcanzar con inmediatez, así como a mediano y largo plazo.
La vinculación con los Centros y Consejos, también con las Direcciones Municipales de Cultura, ha devenido fortaleza estratégica, en tanto ha materializado la cohesión y el acompañamiento en todas las misiones.
Asimismo, la búsqueda de alianzas con otros actores sociales como la Universidad y la Asociación Hermanos Saíz (AHS) se ha colocado en la primera línea de actuación. Ese clima colaborativo y aportador ha diseñado un estilo de trabajo en equipo que marca a la interacción y el intercambio como garantías del “saber hacer”.
Para nadie es un secreto que cuando hablamos de calidad de vida resulta imprescindible considerar la dimensión espiritual tan dañada por situaciones extremas como las que hemos tenido que enfrentar con la traumática coyuntura epidemiológica y la provocada por los violentos eventos meteorológicos. Por esta misma razón, la intervención cultural comunitaria se ha convertido en una alternativa muy necesaria y oportuna, como gesto solidario y esperanzador.
El ejercicio de la crítica artística y literaria ha ocupado en estos últimos tiempos un espacio importante, aunque se reconoce como insuficiente lo alcanzado. No olvidemos que la presencia del componente valorativo puede llevarnos a una inercia y pasmosa autocomplacencia, la cual desemboca -quiérase o no- en una alarmante mediocridad. En tal sentido, la labor editorial de la revista Cauce y el tabloide Calle Real, ha irrumpido con fuerza renovadora en el panorama creativo de la provincia.
El camino está bien trazado y como brújula siempre estará omnipresente ese concepto que concibe a la cultura como una energía transformadora que incide en la coducta y la ética, capaz de contribuir decisivamente en el mejoramiento humano. En Palabras a los intelectuales, Fidel colocó en agenda perpetua el asunto de la libertad en la creación y con su admirable lucidez afirmó:
“No seremos verdugos jamás, no lo será el socialismo, todo lo contrario, su razón de ser es elevar al máximo las capacidades del hombre, sus posibilidades, elevar a su grado más alto la libertad del hombre, y no solo en la forma sino también en el contenido.”
Ante tales presupuestos, ni los más escépticos tienen argumentos para la pasividad y la contemplación. José Martí sentenciaba que “hacer es la mejor manera de decir”. Entonces, dejemos que nuestra Uneac intervenga con pujanza en el acontecer pinareño con esos deseos e intrepidez que la han caracterizado. Si miramos en retrospectiva, estarán de acuerdo conmigo, en que merecen con creces ese voto de confianza. Sintamos este festejo como de todos; porque, en definitiva, debemos preservar nuestra espiritualidad en cualquiera de sus dimensiones.
La cultura es sustancia fundamental de la unidad, que es a su vez el elemento estratégico de supervivencia de esta nación pequeña y asediada por un imperio siempre hambriento de poder. Descolonizarnos culturalmente no es, en modo alguno, una consigna más: se trata de defender los valores más auténticos que ya son historia, se trata de asumir desde nuestra condición ciudadana ese desafío como convicción.