La recomendación de Modesto Macías, compañero de trabajo de Sandro, y la posibilidad de contactar con él ahora que entrena en su municipio, fueron elementos suficientes para ir a su encuentro.
El gimnasio local donde realiza su preparación sirvió de sede a la conversación donde, además, estuvo presente Alicia Valdés, la mamá del atleta, que en su juventud practicaba balonmano y fue alumna de la escuela de iniciación deportiva (Eide) Ormani Arenado.
“El ejemplo de mi mamá como deportista con talento influyó en mis deseos de seguir sus pasos, en mi caso en la gimnasia, porque desde pequeño me gustaba, daba saltos mortales en el césped de la casa y caminaba en dos manos”, expresó el talentoso atleta.
Esta especialidad requiere desde edades tempranas cualidades excepcionales, es un deporte muy exigente, el atleta tiene que aprovechar al máximo su tiempo competitivo, pues la realidad muestra que no son muy longevos.
Sandro Hernández Valdés tiene 12 años y terminó el séptimo grado en la Eide pinareña debido al cierre de la Escuela Nacional de Gimnasia para evitar la contaminación por la COVID-19. Habla con soltura y sus gestos a veces imitan algunos de los ejercicios que realiza en las barras.
“Tuve una primera gran prueba en segundo grado en la escuela primaria José Martí. Mis padres decidieron llevarme ante los entrenadores provinciales y al ver ellos mis habilidades dijeron que me aceptarían si daba las clases por la mañana aquí en San Juan y por la tarde viajaba a Pinar del Río al entrenamiento.
“Mi madre no titubeo a pesar del esfuerzo que eso representaba”, explica el chico.
¿Qué otros recuerdos tienes de tus primeros pasos en la gimnasia?
“Después de este duro primer esfuerzo todo fue mejor: en cuarto grado me incorporo como alumno de gimnasia en la Eide pinareña y allí, a pesar de mi corta edad, me sentí bien porque descubrí que eso era lo que había soñado varias veces. Además, conocí muchos amigos; los entrenamientos con el profesor Denis Acosta eran fuertes, pero me daba cuenta cómo iba superándome. Imagínese, esto con la exigencia también de buenos resultados en los estudios”.
Más adelante llegaron los enfrentamientos con otros atletas, ¿qué experiencia te dieron y que beneficios alcanzaste?
“El primer encuentro fue en Santiago de Cuba y no tuve resultados destacados, pero los entrenadores del equipo nacional escolar vieron mis condiciones y me captaron para la escuela nacional, creo que ese es el mayor logro de mi carrera.
“Dos veces competí en Granma y la segunda vez obtuve en mi categoría escolar bronce en arzones y plata en barra fija, sin duda, mi mejor resultado. Siempre me acompaña mi mamá.
“La escuela, desde que entré en ella en quinto grado, me impresionó, llena de equipos que se necesitan en este deporte, amigos de todas las provincias y mucho rigor en el entrenamiento con el profe Marlon Castillo.
“Pero sobre todo, conocer las historias de Roberto León Richards y Erick López, los mejores de Cuba, y de Manrique Larduet que entrena cerca de nosotros, hoy la gran figura de la gimnasia cubana, ese privilegio me obliga a esforzarme al máximo para llegar un día a su nivel”, dijo este adolescente con un encanto propio de su edad.
Sandro Hernández Valdés es el primer sanjuanero que ingresa en la Escuela Nacional de Gimnasia, la pandemia de COVID-19 lo obligó a regresar a su terruño por ahora, pero aquí sigue las instrucciones de su entrenador del alto centro deportivo. Él sabe que no puede dejar de entrenar, pues cuando todo acabe volverá sobre sus sueños.