Bueno, lo peor ya pasó, o al menos así dicen los más viejos acudiendo al refranero popular. Y es que, tras recorrer las calles al amanecer de este miércoles, tras el paso de Ian por la más occidental de las provincias, los desastres no tenían par.
Hacían muchos años desde que a los pinareños no nos tocaba la mala suerte de ser azotados por un huracán, tanto tiempo quizás nos ablandó los sentidos y no nos puso sobre alerta de todo lo que nos podía acaecer.
También hubo parte de escepticismo, pues pensábamos que se iba a desviar o que no nos iba a llegar con tanta fuerza; mientras que si hay que decirlo todo, la indisciplina jugó otra parte del asunto.
Ya salimos del dichoso ciclón, sí, es verdad. Ya comenzamos la fase recuperativa. Cubanos al fin, salimos a velar y a revisar lo nuestro, pues la impaciencia siempre nos gana, y queremos «levantarnos» lo más rápido posible.
Estos no son momentos de «apretar», sino de soltar. Estos deben ser tiempos de desprendimiento, de altruismo y de dar incluso hasta lo que no tenemos.
Son momentos de ayudar y de ofrecer una mano amiga, la más amplia de las sonrisas y de enaltecer lo que nos llena de orgullo y lo que nos hace grandes: nuestra cubanía.
Ser cubano -y todo lo que esa gran palabra implica- no significa serlo solamente en la abundancia o en tiempos más felices, ya que nuestras raíces dictan y nos dicen que esa misma idiosincrasia de la que hoy nos vanagloriamos y por la que nos conocen en el mundo entero, nació en los momentos más duros de nuestra historia.
Pienso, que de incurrir alguien en este tipo de especulaciones, en tiempos donde la solidaridad debe primar, debería sentir no menos que todo el peso de la ley.
Ya el ciclón se fue, sí, pero aún quedan sus estragos y aquellos a los que les fue arrebatado todo.
Seamos de los que aman y construyen, seamos de los que ayudan desinteresadamente sin esperar nada a cambio. Seamos consecuentes con estas fatídicas horas y demostremos que entre todos el pan sabe mejor y la tristeza toca a menos.
Unámonos, que en la unión está la fuerza. Solo así seremos capaces de enfrentar y salir adelante. No hagamos espacio para el egoísmo y el oportunismo. Desterremos cualquier sentimiento que no sea otro que el de sentir y vivir por y para el prójimo.