Un tema fundamental dentro de la programación cultural es la importancia de concebir propuestas de alto valor estético teniendo en cuenta la segmentación de públicos.
¿Existe un estudio de público cultural en la provincia? No. Aunque debo apuntar que sí hay talento artístico para cubrir diversidad de gustos en géneros literarios, musicales, escénicos y plásticos.
¿Quién debe liderar estudios de público?
Los comunicadores sociales son aquellos especialistas capacitados para trazar estrategias de venta y promoción de productos (servicios artísticos) y discernir los segmentos de público.
Si embargo, en el sector cultural no abundan los comunicadores sociales vinculados directamente a funciones o departamentos de comunicación. Lo más cercano a la comunicación en el sector cultural es la promoción y se sabe que la promoción es solo una rama del frondoso árbol de la comunicación social. Un comunicador puede ejercer como promotor, pero un promotor no es un comunicador social. Esa es hoy una de las debilidades del sector: aupar la programación y los servicios culturales solo desde la promoción, sin analizar las características de los públicos.
La segmentación de públicos te dice no solo a quien puedes destinar mejor un género artístico, sino que puede arrojar luz sobre dónde, cuándo y cómo es idóneo promover el arte.
Masificar la cultura no significa anular estudios de público solo porque todos tienen alcance a la enseñanza y los sucesos artísticos: para masificar hay que llegar a la mayoría, cautivarlos con la cultura y por eso hay que conocer los destinatarios. Ahí es donde la comunicación social juega su rol.
Si bien el acceso a los lenguajes artísticos y a la vida cultural es un derecho humano, los públicos no son un reto posterior a la creación, la programación y la exhibición ni su presencia dependen solamente de la difusión de las propuestas, porque eso significaría entenderlos como simples consumidores y la producción artística no está desvinculada de su dimensión social.
Hace un tiempo leía que “toda programación es un acto de curaduría de las emociones”. Es cierto, porque la programación es un acto premeditado en el que planificas eventos e imaginas su repercusión. Planificar no es sumar y sumar tertulias, presentaciones…es pensar primero dónde y a quiénes vamos a mostrar lo que hacen nuestros artistas, para ganar adeptos, fomentar una ciudadanía cultural.
Hay que crear un equipo multidisciplinario desde la Dirección Provincial de Cultura, o desde entidades como la propia AHS y la Uneac liderado por comunicadores sociales, para estudiar a los públicos y así hacer un uso efectivo de las propuestas artísticas.
¡El arte salva! – no es un eufemismo- El arte cura, trasforma la vida de las personas, enriquece espiritualmente… Por eso el arte debe llegar a todos y no basta con que nuestras instituciones mantengan abiertas sus puertas, porque aquellas personas no vinculadas a la cultura no entrarán ni se mostrarán interesados. Hay que enamorarlos, llamar su atención, salir en su búsqueda y hay que saber dónde buscar, y estar listos para mostrarles lo ideal según sus gustos cuando respondan a nuestro llamado. Eso solo puede lograrse aprovechando al ciento por ciento la comunicación social.
Que sirva esta nueva apertura de las instituciones culturales como oportunidad para concebir propuestas de alto valor estético teniendo en cuenta la segmentación de públicos.