Hay quienes no quieren reconocerlo y otros disimulan la verdad sobre el racismo como causa de odio y violencia en Estados Unidos. La hija de Martin Luther King, Bernice King, señaló en una ocasión que ese país “no merece reconocimiento por acabar con la esclavitud, pues las ideologías que la permitieron aún prevalecen”.
Algunos ejemplos lo muestran: a Amadou Diallo, inmigrante africano, en la ciudad de Nueva York le dispararon 41 veces en el vestíbulo del edificio donde vivía. Cuatro policías blancos de una unidad de élite lo confundieron con un presunto violador.
Otro caso fue el de dos agentes policiales que se acercaron a un hombre negro en un supermercado y sin ningún motivo le pidieron que saliera del local. El hombre se negó. Entonces, los oficiales le preguntaron a la dependienta si el hombre la estaba molestando y su respuesta fue negativa. No obstante, los agentes consiguieron que les acompañara al coche, pero por miedo, el hombre vuelve a entrar corriendo al local. Los agentes le persiguieron y uno de ellos le disparó impactándolo.
Muchos casos de abuso y atropello, de racismo y violencia llenan páginas de derechos civiles pisoteados por la policía. Las protestas por la violencia policial contra los negros se han propagado más allá de Minneapolis por el asesinato de George Floyd, después de que un agente lo mantuviera durante más de ocho minutos con la rodilla en su cuello hasta provocar su asfixia. Un manifestante de Estados Unidos dijo: “Él murió como una cebra en las garras de un león”.