Casi al mediodía de aquel 16 de enero de 1956, las fuerzas del ejército y la policía cercaron una extensa zona alrededor del vivac. Proseguían dando plan de machete, «bicho de buey» y utilizando otros duros artefactos contra personas indefensas (1).
Titico Valdés (2) escuchó la explosión de un cohete de pólvora que un compañero hizo estallar debajo de un vehículo estacionado cerca del lugar, lo que enfureció aún más a los esbirros.
Expresó en voz alta: «qué lástima que no fue una bomba». Lo escuchó un policía municipal (3), que lo cogió por la espalda y empezó a gritar: «¡a éste! ¡a éste!. Acudieron más de 6 soldados que lo golpearon con patadas y todos los medios que poseían. Todavía, décadas después, Titico no se explica cómo logró zafarse y huir corriendo.
Atravesó el mercado y entró al colindante almacén de víveres de Luis Vega Castaño, que tenía salida por el fondo para otra calle, pero la puerta estaba cerrada con un candado puesto.
Los militares lo detuvieron otra vez y de nuevo lo golpearon brutalmente. Perdió el conocimiento. Lo recobró cuando trataron de levantarlo del piso. Un esbirro le decía a otro: «se te fue la mano, yo creía que estaba muerto». Poco a poco lo levantaron, pero no podía caminar ni permanecer de pie. Sangraba. Lo llevaron agarrado por los brazos.
Cuando salieron del almacén, vio que el también estudiante José Rodríguez González (Pepe) (4), tomó malangas o boniatos de una tarima del mercado y se las lanzó a los soldados, impactando en la cara de uno de ellos. Escenas parecidas se repetían desde los numerosos puntos de venta.
Después de una larga espera frente al vivac y sin ninguna asistencia médica, lo montaron en una ambulancia y lo llevaron para el Regimiento (5). El enfermero del puesto médico le hizo una cura superficial y le dio tres puntos en la herida que tenía en la cabeza, aunque sin contener la hemorragia.
Entretanto, la familia había sido informada. El padre acudió a la fortaleza militar y consiguió que le permitieran trasladarlo en un taxi para la policlínica Los Ángeles, donde lo asistió un médico y lo curaron correctamente. Después no regresó a su casa, previendo ser detenido, ya que habían sido advertidos en el cuartel que debía abandonar la provincia o no respondían por su vida ni la del padre.
Titico se mantuvo clandestino en casa de un amigo y solo salía, casi de madrugada, acompañado por el padre, a las curaciones. Cuando concluyeron éstas se trasladó al central La Francia, en Los Palacios y más tarde a La Habana. Regresó a Pinar del Río cuando pasaron unas semanas, pero las autoridades docentes no le permitieron reiniciar los estudios en la Escuela de Comercio ni en el Instituto de Segunda Enseñanza.
Notas:
Testimonio de Daniel Valdés Sierra, archivo del autor.
Daniel Valdés Sierra. Combatiente contra la tiranía de Batista desde el mismo día del golpe de Estado, el 10 de marzo de 1952. Uno de los fundadores del Movimiento Estudiantil Revolucionario en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Río, organización anterior a la fundación del Movimiento 26 de Julio. Miembro del Movimiento 26 de Julio. Participante del levantamiento del 30 de noviembre de 1956 en la zona de Viñales, en apoyo al desembarco del Granma. Coejecutor del primer sabotaje hecho en la ciudad de Pinar del Río, el incendio de la emisora Radio W.
Además de la Policía Nacional, existía un pequeño cuerpo de policía municipal, subordinado a la alcaldía. Entre sus funciones estaba proteger el vivac, el ayuntamiento y la casa de socorros.
Fue miembro del Movimiento Estudiantil Revolucionario. Perteneció al Movimiento 26 de Julio. Dirigente estudiantil en el Instituto de Segunda Enseñanza.
Regimiento Rius Rivera o distrito militar número seis, ubicado en la carretera central a unos tres kilómetros de la ciudad.
Por: Pedro Abreu Mujica