Así lo llamaron los indios cherokees al morir 4 000 de los suyos en la travesía del destierro, al ser expulsados de sus tierras por el ejército estadounidense. Entonces, qué se puede esperar de un país que cuenta a sus hijos la historia tergiversada a través de la cultura y que flamea con sus doctrinas de ser un pueblo virtuoso y lo que ha hecho es enfocar su agresividad con hipócrita argumentación.
Los nativos de ese país fueron tratados y eliminados como animales por los colonizadores, los que argumentaban que los indios carecían de los mismos derechos.
A través del ejército enfrentaron a los verdaderos pueblos originarios y buscaron un pretexto para hacerles la guerra, hasta que hallaron una solución final: las reservas indias. La resistencia de los que iban quedando fue aplastada con ferocidad.
Las películas del oeste distorsionan la realidad. En las batallas de Sand Creek o de Wounded Knee se usaron obuses para matar a mujeres, niños y ancianos, y eso no lo filman las cámaras, está prohibido.
Otros muchos murieron de enfermedades y para darles un impulso al genocidio acabaron con su fuente de alimentación: el general Philip Sheridan ordenó matar a los búfalos, más de tres millones y medio perecieron. Y en California se organizó una gran esclavitud de los nativos concentrados en esa localidad, de tal modo que se redujo la población hasta 15 000.
Ahora piense usted si algunos de esos herederos californianos que hoy se esmeran en tratarnos como a los originarios, a través del genocida bloqueo y echarnos a pelear, humillarnos a través de la mentira mediática, solo se quedará en pretensiones si pudieran tomar posesión de Cuba.