El 19 de noviembre de 1985 celebraba Cuba, por primera vez, el Día de la Cultura Física y el Deporte. Fue el estadio Capitán San Luis de Pinar del Río la sede escogida. Por su grama desfilaron atletas de todas las provincias, nombres inolvidables como Stevenson, Figuerola, Juantorena.
Rendía honor aquella fecha a la clausura en 1961 de la Primera Plenaria de Corresponsales Voluntarios Deportivos, donde se inició el camino para el desarrollo del deporte revolucionario.
Dijo Fidel, aquel día hace ya seis décadas, que sin la Revolución no se habría podido soñar siquiera con empezar a desarrollar en nuestra Patria un gran movimiento deportivo y que eran la educación física y el deporte cuestiones fundamentales para el país.
Y nada ha sido más cierto en estos 60 años. Varias generaciones de atletas han puesto las cuatro letras en lo más alto del podio. De su entrega y sacrificio se nutren los bisoños y siguen la tradición ganadora, comprometida, pues de títulos, talento y voluntad está colmada la vitrina del deporte cubano.
También están los otros, esos que como héroes anónimos se convierten en fragua desde la base para garantizar medallas, pero también salud y calidad de vida. Ellos igualmente saben de sacrificio, entrega y valor. Lo han demostrado en el terreno, en la cancha, en la escuela, de madrugada limpiando la ciudad, arriesgando la vida en la zona roja…
El deporte cubano recibe honores hoy, pero es deber nuestro agasajar cada día la constancia de quienes hacen de la actividad física una manera de vivir, una cantera de valores para que nuestros hijos crezcan sanos y se conviertan en personas de bien, para que sueñen con ser mejores y sean campeones en la vida.
Así lo acuñaba el Comandante: “Hablar de ejercicio y hablar de deporte no es hablar de campeones olímpicos y mundiales, es hablar de bienestar diario y constante, es hablar de plenitud de salud, es hablar de capacidad de estudio y de trabajo; hablar de educación física y deportes es hablar de una ciencia, de una actividad universal”.