Irina Suárez Miranda siempre quiso ser militar. Era una cuestión de vocación. Era su sueño y prometió no descansar hasta lograrlo.
Por ese entonces era una mulata joven, bonita, esbelta, que sabía tocar piano porque lo había aprendido en el conservatorio Pedro Junco; hija única, querida y, hasta cierto punto, mimada.
No hubo en sus años plazas para “Los Camilitos”. La única opción era irse para Isla de la Juventud, pero su mamá no estuvo de acuerdo. Mas una puerta se abrió para esta mujer que ya cuenta 54 años de vida, 30 de servicio en las Fuerzas Armadas Revolucionarias y ostenta el grado de Mayor de la Reserva.
El servicio militar voluntario femenino (SMVF) era la alternativa que podía acercarla a la vida militar. A pesar de los reclamos de su madre de “yo no tuve un hijo varón”, ella decidió inscribirse en 1989.
“A mí siempre me gustó la vida militar, tuve la opción de ingresar al SMVF y de ahí me fui para la escuela de cadetes interarmas Antonio Maceo, donde estuve cuatro años y me gradué de licenciada en Ciencias Sociales en 1994”, cuenta Irina.
“Pasé el servicio en el Regimiento Femenino de Artillería Antiaérea en La Habana. Era jefa de pieza, estaba al frente de una dotación de nueve mujeres. En ese tiempo obtuve el grado de Sargento de Tercera”, rememora ahora, pensionada desde 2019.
Al referirse a esa etapa de su vida, Irina asegura que el SMVF la enseñó a fortalecer el carácter, a enfrentar desafíos: “A raíz de ello siempre consigo encontrar una solución a mis problemas, trato de vencer los obstáculos, de hallar una respuesta, de no ser débil. Dirigir una dotación de mujeres no es sencillo.
“La carrera me ayudó también en mi formación y para todas las tareas que vendrían después. Recuerdo que añoraba graduarme vestida de gala, pero mi graduación fue en pleno periodo especial, con el traje de campaña y en la misma escuela. Mis padres estuvieron allí, orgullosos”.
Desde entonces se ha dedicado al trabajo en lo militar. “Los Camilitos”, el sector de Viñales, Pinar del Río y Consolación del Sur, así como una unidad en La Habana y la Región Militar saben de su entrega y compromiso.
“El sistema de las FAR es muy organizado; a mí no me gusta que me llamen la atención, soy muy disciplinada, y soy así gracias a mi formación militar. Creo que no podría trabajar en lo civil, porque estoy adaptada al rigor, a los horarios”.
A las nuevas generaciones solo les aconseja que si optan por el SMVF estén seguras de que realmente les gusta, que posean sentido de pertenencia y que estén conscientes de que tiene sus exigencias.
A sus 54 habla de su madre y de la hija de 25 años graduada de violín con título de Oro en el Instituto Superior de Arte, que ahora toca con la Camerata Romeu; por la sangre le corre el piano de Irina y la herencia del abuelo que fuera músico en una banda militar.
Desde 2020 esta mujer trabaja por lo civil como cuadro ejecutivo de la Sección Política de la Región Militar y sueña, no ha parado nunca de soñar, con el uniforme verde olivo; ansiosa de poder llevarlo, de nuevo, alguna vez como si fuese la primera.
Te recordamos mucho por tu ejemplar entrega al trabajo y las huellas que dejaste por dónde prestaste servicio en las FAR