Con un plan diario de 3 500 piezas y el compromiso de cerrar el mes de diciembre con más de 300 000, la Empresa Agroforestal Macurijes garantiza más del 70 por ciento de la madera rolliza que se utiliza en la construcción de casas de cura en Pinar del Río.
Si en una primera etapa la actividad de cortar madera tuvo dificultades debido a limitaciones provocadas por el déficit de combustible y la falta de partes y piezas para los equipos, el panorama hoy tiene un matiz diferente a partir de encadenamientos con el grupo empresarial Tabacuba.
“Luego del paso de Ian nos dieron la tarea de desarrollar un grupo de acciones en función de la recuperación de la provincia en dos aristas fundamentales: la vivienda, primero con la confección de más de 300 módulos, y luego la elaboración de viguetas y riostras”, explicó Jorge Luis Torres Roque, director de la Empresa.
Con el fin de contribuir a la recuperación del fondo habitacional tienen un plan semanal de 1 700 viguetas y más de 1 600 riostras con destino a los municipios más occidentales de la provincia.
“Otra de las tareas es la recuperación de las casas de curar tabaco. De las más de 12 000 afectadas, en una primera etapa se construyeron alrededor de 6 000. Estamos ahora en una segunda etapa y para ello nos encadenamos con Tabacuba, a partir de la situación de los forestales y de las necesidades que tiene el grupo.
“Esto nos ha posibilitado ir avanzando, pues se han adquirido partes y piezas de motosierra, y también hemos recibido algunas que, aunque no cumplen todas las expectativas, garantizan el volumen de producción que nos exigen”, agregó.
“Macurijes” abarca los municipios de Guane y Mantua y cuentan con un total de 11 frentes para extraer la madera necesaria para los diferentes programas y compromisos que incluyen en su objeto social.
LA BRIGADA DE LOS “HERMANOS IZNAGA”
Loma de Cabeza es uno de los cinco frentes de la Agroforestal Macurijes en Guane para cortar madera. Para llegar hasta allí hay que adentrarse 17 kilómetros en los pinares y recorrer caminos nada amigables para quienes deben transportar, diariamente, troncos de diverso tamaño y grosor.
Hace varias semanas que una brigada de Tenería y Punta de la Sierra se trasladó a esa zona que alberga pinares que tienen entre 10 y 14 años.
Los 65 hombres están divididos en tres grupos que lideran Israel y Dagoberto Hernández Ramos, y aunque el hijo de este último se sumó al frente de uno de los grupos, los llaman cariñosamente Tomás y Lorencito Iznaga, como los legendarios personajes de las famosas aventuras cubanas.
Otros le llaman “el contingente”, o la brigada de “Los Maceo”, aunque le hacen honor a cualquiera de estos nombres.
“Hacen de todo: lo mismo estiban, que ‘repilan’ o ‘bueyean’, y en el caso de los operadores de motosierra pueden cortar entre 300 y 500 piezas diarias, en dependencia de la densidad del bosque”, dice uno de los “Iznaga”.
La producción de madera rolliza es actualmente la actividad de mejor salario en la forestal. Gracias a un nuevo sistema de pago pueden llegar hasta 22 000 pesos al mes. Pero solo si se ve de cerca el sacrificio de esos hombres, cualquier remuneración parece poca.
“Para poder tener la madera en el acopiadero se desarrollan diferentes actividades. Primero Ordenación Forestal identifica el área donde exista un volumen significativo de madera. Luego se interviene el bosque, se hace una chapea, y después comienza a cortar el operador de la motosierra con su ayudante.
“Es entonces el turno del boyero, de él depende todo, sin su trabajo no podemos acopiar la madera para clasificarla, lo que se hace en dependencia de la vitola. En el caso de la madera rolliza que se usa para las casas de tabaco van acopiando llaves, soleras, varas, ligazón… Luego se carga por los estibadores hacia el camión, de manera manual, y se lleva a la venta”, detalla Julio Rojas, director adjunto de la Empresa.
Con siete yuntas de buey trabajan en la brigada. Al principio eran tres y se han ido sumando otros. Ellos pernoctan en Loma de Cabeza en una casa rústica que próximamente debe someterse a mejoras constructivas y de confort.
“El trabajo que hacen los bueyes no lo puede hacer la maquinaria, porque es muy difícil que un tractor pueda llegar hasta aquí entre tantos troncos cortados. Les garantizamos el pasto de los animales cada dos días y a ellos le pondremos una planta para que tengan corriente y puedan tener mejores condiciones aquí”, destaca Rolando Puertos Díaz, director de la UEB Los Ocujes de Guane.
En la clasificación de madera encontramos a Osniel Martínez y Yamisel Canales. A las tres de la mañana se levantan cada día para llegar, desde Punta de la Sierra a Loma de Cabeza.
“Ya cuando salimos de aquí que llegamos a la casa no hay cintura que aguante. A veces trabajamos hasta los domingos, aquí no hay descanso”, refiere Osniel.
Justo al lado del camión donde otros dos obreros cargan, una a una, las piezas, vemos a Rafael Llanes Díaz. Él, junto a Luis Javier Machado Triana llegaron desde Villa Clara hace poco más de una semana.
Son celosos con sus equipos, pues, aunque no son de calidad óptima, saben que una maniobra mal hecha puede inhabilitarlos para el trabajo.
“Aquí debemos estar hasta diciembre. Cuando pasó el huracán, hace casi un año, vinimos también a ayudar en la recuperación. Ahora volvemos y lo haremos cuantas veces haga falta”, asegura Llanes Díaz.
Alrededor de 110 piezas carga Juan Alberto Hernández Ramírez en su camión. Él es uno de los choferes de Transporte Agropecuario que recorren cada día los sinuosos terraplenes hasta el cargadero.
Su carga va esta vez con destino a San Luis. La distancia es significativa, mucho más con el estado de los caminos y la carga que lleva. Es una jornada dura la de cada día.
“A las cinco de la mañana salgo todos los días. A veces cuando llego ya tengo otros camiones delante, porque hay días de maratón que llegan a cargarse hasta 11. Cargo en dependencia del grosor de las piezas, pero afortunadamente nos han priorizado con baterías y gomas. Desde que pasó Ian, ha sido muy duro el trabajo, esto no afloja”, señala.
CUIDAR LA SOSTENIBILIDAD DEL BOSQUE
Desde las siete de la mañana y hasta pasadas las dos de la tarde el ajetreo en el bosque no cesa, pero tampoco descuidan la sostenibilidad de los pinares.
Resalta el director adjunto que en la ordenación forestal se planifican al año las hectáreas que se van a explotar.
“Con el paso de Ian se solicitaron 400 más para poder cumplir con los compromisos requeridos y enfrentar la recuperación. Este año tenemos planificados más de 700 hectáreas de fomento de bosques, dentro de ellas 502 de replantación, que incluye la reforestación de estas mismas áreas que estamos talando y 229 por regeneración natural”, añadió.
Tanto en Guane como en Mantua cuentan con los viveros que garantizan la postura que permitirá repoblar las áreas que ahora son necesarias.
TRAS LA RUTA DE LA MADERA
Desde los cargaderos de “Macurije” salen los camiones hacia distintos municipios de la provincia, especialmente los que forman parte del macizo tabacalero. Tras la ruta de esa madera llegamos a San Juan y Martínez, uno de los territorios de mayor producción tabacalera y con más daño en su infraestructura después de Ian.
Hasta la fecha, en San Juan se han recuperado 2 861 aposentos y 689 casas de cura. En la CCS 26 de Julio, del consejo popular Río Seco, muchas manos han llegado a apoyar la ardua tarea de levantar las estructuras y hacerlas más resistentes.
“Ya en esta cooperativa están hechas las contrataciones que amparan el pago de la madera a las empresas forestales. En el tapado hemos adelantado bastante, y estamos seguros de que tendremos listas también las de tabaco de sol”, afirmó Yoel Barrera Hernández, presidente de la CCS.
Juan Herario Rojas está al frente de una brigada de la Empresa Forestal de Camagüey que llegó a San Juan hace poco más de un mes.
“No pudimos traer las siete brigadas que queríamos, porque la guagua era muy pequeña. Allá tuvimos que dejar a los más veteranos, pues la verdad que en lo que nos trajeron parecía un ‘sacapuntas’, en vez de una guagua. Queremos que venga más gente para apoyar la labor y avanzar más. Ahora tenemos una motosierra que nos ayuda a agilizar.
“Al principio tuvimos muchas limitaciones con el combustible y la llegada de la madera, pero se ha ido estabilizando. Vine para dejar a la gente ubicada, pero al ver a lo que nos enfrentábamos, me quedé. Y aquí estoy hace un mes, con una sola muda de ropa”, subraya.
La “26 de Julio” es una de las fuertes productoras de tabaco tapado en San Juan. Las 28 casas que debían construir para ese fin están listas, solo restan por concluir las correspondientes al tabaco de sol.
En eso avanza una brigada de Minas de Matahambre, que, integrada por solo cuatro hombres han terminado ya cuatro de estas estructuras y en los próximos días deben completar la quinta.
-¿Cuánto demora hacer una casa de tabaco?- preguntamos al líder de los mineros, Reynaldo Pérez Pérez, quien se enorgullece de decir que desde los 14 años aprendió a construirlas.
“El tiempo para hacer una casa de tabaco depende de muchas cosas. A veces se demora en llegar la madera, otras el combustible para transportarla, otras las planchas de zinc. Entonces lo que hacemos es aprovechar el tiempo y nos vamos moviendo para donde haya materia prima.
“En el caso de estas que son de nuevo tipo, demoramos cerca de 16 días, sin parar. Es que llevan mucha madera, porque tienen dos portales. Le voy a decir una cosa, porque en la práctica ya lo he visto, para tumbar una de estas casas, el ciclón tiene que ‘darle leña’. Estas tienen más apoyo, más tranque”, comenta este hombre de 67 años.
En otras de las áreas de la CCS conversamos con Alfredo Izquierdo. Él, junto a su hijo y otro joven de la zona decidieron levantar una casa de tabaco de tres aposentos para garantizar la calidad de su cosecha.
Con un serrote pican las piezas que usan como llaves, soleras y horcones. Esperan que, si el tiempo acompaña y la Empresa los apoya, muy pronto tendrán el techo.
“Nunca antes había hecho una casa de tabaco. Mi hijo fue aprendiendo con otros campesinos y todos los días hacíamos algo, y ya la hemos levantado. Hay que hacerla, es la única forma de ‘escapar’”, dice.
Y si de trabajar se trata, allí encontramos a Martha Sánchez Díaz, una granmense que hace más de 40 años se aplatanó en Pinar del Río y no le teme a ninguna faena. Machete en mano pelaba los troncos que luego formarían parte de una de las casas de tabaco de San Juan.
“Trabajo en lo que sea, menos ensartar, porque me da miedo pincharme con una de esas agujas. Pero sé hacer cualquier cosa. Yo vengo de la Forestal de Niquero y llevo ya muchos años en esto. Vine un día a trabajar a Pinar del Río y me quedé”, cuenta.
Detrás de cada camión cargado de madera va la marca del sudor de muchos hombres que sortean los más disímiles obstáculos cada día. En cada pino que despojan de su corteza para erigir un aposento va impregnada la huella de manos amigas que extrañan su tierra, pero que aquí dejan el extra.
A casi un año del paso de Ian por Pinar del Río, aún queda mucho por hacer, pero en algunos lugares, allí donde no se ve, no se descansa.