¿Qué es para una persona alcanzar el éxito en la vida? Ante tal interrogante, una respuesta abarcadora podría ser, para muchos, lograr todas las metas propuestas o satisfacer las necesidades, financieras o no, en la medida de las posibilidades.
En algunos carteles he leído que el éxito es la suma de pequeños esfuerzos que se repiten cada día, y es lógico, para hacer realidad lo que soñamos, hay que esforzarse y enfrentar desafíos, obstáculos y buscar las herramientas para sortearlos.
Claro, el éxito es algo subjetivo, pues cada quien tiene sus propias aspiraciones y para cada persona puede significar algo diferente. Hay quienes ven en la superación profesional y el crecimiento espiritual sus más perseguidos anhelos, otros se conforman con estabilidad emocional, salud y una familia sólida.
Sin embargo, en los tiempos que corren, resolver las carencias económicas se ha convertido en la meta fundamental de los cubanos. Sería ese, sin duda, el triunfo al que muchos aspiran. Incluso, me atrevería a decir que recibir un salario con el que se pueda llegar a fin de mes sería un éxito rotundo.
Pero que el contexto obligue a cambiar prioridades y a desear mejor situación económica y bienestar para la familia, no puede desvirtuar el significado de un vocablo que tanto encierra en pocas sílabas.
Que un joven quiera construir su futuro fuera de Cuba porque no se vea a mediano o largo plazos con las necesidades básicas cubiertas, y que su meta cumplida sea hacerlo en otro país, no necesariamente significa tener éxito.
Renunciar a la carrera universitaria que siempre soñaste para trabajar en un restaurante o un establecimiento privado que te aporte cada mes el sustento familiar y te permita además darte algún que otro lujo en MLC, no necesariamente significa tener éxito.
He visto a muchos adolescentes que replican y hasta se identifican con lo que proyectan algunos artistas como el rapero Tekashi 6ix9ine, por citar solo un ejemplo. Incluso, veneran su convulsa historia de vida, para ellos símbolo de perseverancia, humildad y muchas otras “virtudes” que lo convierten en un guerrero que ahora reparte billetes a los más necesitados.
¿Es ese el modelo de persona exitosa que queremos para nuestros hijos? Y no cuestiono la capacidad que pueda tener alguien que sale de prisión para reinsertarse en la sociedad. Hablo de que las carencias materiales no nos pueden nublar el entendimiento y trazarnos como único propósito tener dinero.
Recuerdo que en mis tiempos de estudiante de preuniversitario el sueño de la mayoría, padres e hijos, era alcanzar una carrera, no importa cuál fuera, siempre que te gustara y aportara al crecimiento intelectual y profesional, que garantizara un mejor futuro.
Hoy la aspiración de muchos es “coger algo que me permita en poco tiempo trabajar y ganarme lo mío, total, para qué quemarse tanto las pestañas durante cinco años y no pasar de los 4 000 pesos”. Es la cuenta que se sacan últimamente.
En eso también apoyan los padres cuando espetan la ya manida frase “sin miedo al éxito”. Y sí, volvemos al contexto, que tiene marcada influencia en la manera de vivir.
Cada quien es libre de proponerse lo que estime mejor para su vida. Pero para ser personas exitosas, en el ámbito que sea, hay que saber equilibrar los objetivos adecuadamente.
Sea cual sea la meta, a mi juicio, lo esencial es no renunciar a los principios y los valores, a pesar de hacer sacrificios. ¿Qué hay que luchar? Mucho, pero desde la honradez y la bondad, sin pisotear la dignidad de otros. Para mí, la clave del éxito está en tratar siempre de ser una mejor versión de uno mismo.