Cada 13 de marzo se celebra en Cuba el Día del Arquitecto. Sirvan estas líneas para homenajear a quienes dedican sus días a esta importante labor
De niño apenas coloreaba, de hecho, confiesa que de no ser por la disciplina y el esfuerzo que le pone a lo que hace, aún le cuesta dibujar algo tan simple como una silla. Sin embargo, casi 40 años de labor le han dado las herramientas para soñar y crear estructuras de todo tipo.
Ibraín Hernández Vento se graduó como arquitecto en 1986, en la Cujae, hoy Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría. El hecho de ser cuidadoso y meticuloso en demasía desde pequeño, le fueron forjando una personalidad muy a tono con la carrera que escogió.
“De mis cuatros hermanos, era yo quien organizaba las gavetas, repartía las cosas. Luego, cuando estudiaba en “Los Camilitos”, me daban los lápices de colores para que los custodiara. Siempre fui meticuloso y esa sensibilidad se juntó con la arquitectura.
“Forzosamente, un arquitecto necesita eso y mucha disciplina, porque es él, casi siempre, el gestor de los proyectos; es quien reúne a todas las especialidades, y si no tiene a todo el equipo bien armado y no tiene conocimiento de todas las especialidades, ese equipo no camina. De hecho, en las obras siempre se menciona al arquitecto, porque es el responsable de lo bueno y de lo malo que salga en una obra”.
CHOCAR CON LA REALIDAD
El joven Ibrain salió de la Cujae lleno de sueños. En su mente, que aún hoy funciona a un ritmo “violento”, como él mismo dice, se amontonaban las ideas de aquellos diseños que hacía en los talleres.
“La primera experiencia laboral siempre es un choque. Tuve momentos de esos en que te mandaban a hacer algo y pensabas que era sencillo o tonto, y al final te daban una lección. Constituyó un aprendizaje, porque todo enseña, hasta lo más simple, no hay proyecto pequeño.
“Pero sí te choca. Lo que uno tiene es que saber asumirlo, absorberlo. Entonces vas descubriendo cosas, y dejas de dormir porque hay que tratar de diseñar de acuerdo con la realidad, y a veces tratar de hacer las cosas simples, no simplistas. Ahí está el desafío.
“Recuerdo que hice un proyecto y un día, recién graduado, venía del Festival de Cine y me detuve a ver mi obra. Hubo ocho páginas de cosas que no se hicieron como yo las pensé. Y no fue que las pensé mal, sino que una fecha de entrega mató la obra, mató el diseño. Lloré.
“En el fondo hay una enseñanza. ¿Hasta dónde puede llegar el sueño? Hay que acortarlos a veces. Sueña, pero plásmalo en el plano limitado a la realidad, es difícil, y ahí también hay un desafío.
“Si el 85 por ciento de lo que concebiste en un proyecto se ejecuta, eres un arquitecto afortunado. Hay cosas conceptuales que no se pueden variar, pero todo lo demás sí es posible que fluctúe, y a veces tienes que darle solución a lo que pensaste y no se hizo como tal.
“Por ejemplo, tienes que velar porque no se violen las cosas en una construcción, y en ocasiones te conviertes en un asesor molesto.
“Una vez me propusieron hacer consultorios de guano, yo los concebí de forma tal que un día se hicieran de prefabricado. Un colega me dijo después que lo habían mandado a adaptar mis consultorios de guano a prefabricado. No tuve que hacer nada, porque lo había pensado así. El arquitecto tiene que ser visionario, si no lo eres, es difícil pensar un poco más allá”.
LA GÉNESIS DE “LA BARBARITA”
Diez años trabajó Ibrain en el departamento de proyectos de la Empresa de Construcción Civil, y luego 20 en Cimex, como inversionista y arquitecto.
“Fue algo bonito, me siento orgulloso del camino que recorrí. Y quizás por ese ritmo tan impetuoso que llevaba, tuve un ictus. El difunto Iván Arenas me dijo que me decidiera o moriría más temprano, entonces me quedé con la arquitectura, hasta que llegué aquí”.
Hoy es uno de los arquitectos de Génesis, la Empresa de Proyectos de Arquitectura e Ingeniería de Pinar del Río. Allí han continuado los retos, y sobre todo el aprendizaje.
“He participado en obras grandes de la empresa. Pero lo mejor es que en Génesis todos nos preguntamos, nos consultamos, nos enseñamos las mieles y nos decimos los secretos, porque lo importante es aprender”.
Por estos días, medios provinciales y nacionales se hacen eco de la construcción del parque fotovoltaico que se construye en La Barbarita, en el municipio de Consolación del Sur, el cual aportará al Sistema Electroenergético nacional (SEN) unos 21, 6 megawatts.
Varias entidades trabajan de conjunto en esta obra; sin embargo, poco se habla de la génesis del proyecto. Ibrain es el proyectista principal de La Barbarita. Para él y para la dirección de la Empresa ha representado un desafío enorme.
“El reto mayor ha sido concebir un proyecto en poco tiempo, con una ingeniería básica quizás un poco rígida que no permitía cambiar a lo largo del camino, pues llevaba autorización por muchas partes, y quizás esa premura que se necesitaba con el constructor ya trabajando a pie de obra, resultaba más difícil.
“Creamos una estrategia por la empresa de entregar cosas que constructivamente se pudieran empezar a hacer, como el prefabricado, y fuimos ganando tiempo, pero se necesitaba más celeridad en dar respuestas, en autorizar. Un proyecto de esa magnitud no se hace en 10 días.
“Se han ido perfeccionando elementos. Y va a quedar bien, pero el próximo quedará mejor, porque tenemos más ideas para perfeccionar esos parques.
“Nuestra empresa ya ha tenido experiencia y antecedentes en este tipo de trabajos, quizás a menor escala, pero entre todos nos comunicamos, y en un tiempo corto te pones al día. Eso lo hice en mi momento, ahora solo tuve que ampliar el diapasón de lo que una vez aprendí.
“El arquitecto aprende todos los días, y a veces me asusto. Hay noches que me desvelo pensando en que no tuve algo en cuenta y entonces tengo que llegar a comprobar y ya pasa el susto.
LO QUE NO PUEDE FALTAR
“A veces paso por un lugar y me dicen ‘si ves lo que le hicieron a lo que tu proyectaste’. En eso hay un reconocimiento de esa persona, ese es el mayor diploma que me puedan dar, que sientan que soy yo el padre de esa obra.
¿Cree que el trabajo del arquitecto esté subvalorado?
“En ocasiones, el mérito de que una obra se haga y avance se ve en la medida en que se levanten las paredes; sin embargo, ¿por qué se levantó esa pared? Es porque antes hubo un proyecto técnico ejecutivo. Si es difícil ver una pared levantada, más difícil es imaginársela, decir dónde va, con qué espesor, por qué de esa forma. Pensarlo es bien complejo.
¿Qué no le puede faltar a un arquitecto?
“La pasión, si no tiene pasión mejor que elija otra carrera”.