En cuestiones del corazón, como del cerebro, la medicina anda en constante descubrimiento, pues muchos son los misterios de estos dos órganos tan vitales para el ser humano.
Antes de la década del 90 muchas personas morían repentinamente sin causa aparente y sin haber presentado algún síntoma de enfermedad durante toda su vida. No fue hasta 1992 que los cardiólogos Pere y Josep Brugada describieron una enfermedad que hasta hoy es objeto de estudio y debate.
El síndrome de Brugada es un trastorno genético del sistema de conducción eléctrica del corazón que se caracteriza por provocar un latido cardíaco más rápido del normal en las cámaras inferiores del corazón, lo que impide que la sangre circule con eficiencia. A consecuencia de este deterioro el paciente puede perder el conocimiento y morir en pocos minutos si no se le reanima.
Es un padecimiento poco común que afecta a cinco de cada 10 000 personas en el mundo, aunque se estima que una parte de la población no esté diagnosticada debido a la asintomaticidad que presenta. Además se ha demostrado que es un trastorno hereditario y más frecuente en varones.
“Desde su descripción y hasta la actualidad ha sido motivo de investigación en los principales laboratorios a nivel mundial, con la finalidad de encontrar un fármaco capaz de controlar las alteraciones derivadas de las mutaciones genéticas. Esto supondría un remedio para una de las principales causas de muerte súbita en pacientes jóvenes, cuya edad media de presentación es entre la tercera y cuarta década de la vida”, refiere un estudio realizado en el cardiocentro de Santa Clara en el año 2016.
Según la investigación, en Cuba el diagnóstico se encuentra subestimado; hasta el 2003 se atendieron 23 pacientes con esta enfermedad en el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Habana, a 12 de ellos se les implantó un desfibrilador automático implantable (DAI).
El implante de un DAI es el tratamiento de primera línea para el padecimiento en la prevención secundaria tras haber sufrido arritmias ventriculares malignas o un episodio de muerte súbita. Se trata de un pequeño dispositivo metálico que se coloca debajo del músculo pectoral izquierdo y tiene la función de disminuir los síntomas de la enfermedad y evitar complicaciones. También se ha aprobado el uso de la quinidina como tratamiento adyuvante para portadores de estos dispositivos.
Las personas con síndrome de Brugada pueden llevar una vida normal, pero es indispensable chequearse con regularidad para cerciorarse de que la enfermedad está bajo control, pues el evento arrítmico puede ocurrir en reposo, desencadenado por el estrés o sin relación aparente con variaciones del sistema nervioso autónomo.
Curiosidad: Aún no se conoce con exactitud la distinción que hace la enfermedad en relación con el sexo, y aunque es más frecuente en hombres, las posibles indicaciones explican que se trata de diferencias intrínsecas en las corrientes iónicas e influencias hormonales.
Un estudio realizado por el doctor Pere Brugada a pacientes mujeres con el síndrome en etapa gestacional, reveló que aunque al principio se pensó que por la revolución hormonal que trae consigo un embarazo se produjera un aumento de las arritmias. Finalmente y a pesar de las limitaciones del estudio se evidenció que es un periodo seguro para mujeres que padezcan la afección, siempre y cuando sean atendidas por personal con experiencia en dicha patología, ya que se necesitan medidas especiales para evitar cualquier contratiempo.