La Feria Internacional del Libro festeja los 25 años de las editoriales territoriales entre las cuales figura Ediciones Loynaz, en Pinar del Río
Mediante el catálogo de libros y autores de las editoriales diseminadas por todo el país, pudiera contarse buena parte de la historia nacional y del desarrollo sociocultural experimentado en las últimas décadas. Así de valioso ha sido el quehacer de esos sellos, agrupados en el Sistema de Ediciones Territoriales (SET), que este año cumple su aniversario25.
El onomástico, con dedicatoria especial en la 33 Feria Internacional del Libro, ha colocado reflectores sobre un proyecto que, al decir de la recordada poeta Teresa Melo, “permitió cambiar el mapa literario de nuestro país”. Escritores de los más recónditos lugares han visto sus obras publicadas bajo el amparo del SET, en tanto, el público lector ha tenido a su alcance lo más diverso de la literatura escrita por sus contemporáneos.
Tan solo Ediciones Loynaz, la editorial pinareña, cuenta ya con más de 600 títulos en su haber. Sobre sus particularidades, conversamos con el director Luis Enrique Rodríguez Ortega.
Cuando surgió el SET, ya Pinar del Río contaba con una editorial. Cuéntenos esa historia.
“Sí, las seis provincias antiguas de Cuba ya tenían editoriales. La de Pinar comenzó llamándose Ediciones Hermanos Loynaz, y así estuvo durante 10 años. Eran los libros que se hacían con plomo, en imprentas antiguas. Aquí se editaba y diseñaba, aunque esos primeros profesionales no tenían una formación completa en el tema, sino que venían de disciplinas afines.
“El primer libro publicado fue Un dulce olor de azahares, de Aurora Martínez, en 1991. La edición estuvo a cargo de Rafael Bernal Castellano y el diseñador fue Silvio Martínez, un artista de la plástica pinareña. En 10 años tuvieron una producción de 70 libros y dos revistas”.
¿Qué significó entonces para la editorial el surgimiento del SET?
“En primer lugar, el capital humano se llega a desarrollar verdaderamente cuando llega el año 2000 y surge ese sistema. En Expocuba, en La Habana, sesionaba la reunión de directores municipales y provinciales de Cultura, presidida por Armando Hart y Abel Prieto, entonces Fidel Castro llega sin avisar y participa del encuentro.
“Allí salió a relucir el tema de las editoriales nacionales, que no alcanzaban para satisfacer las demandas que existían, alguien contó la experiencia de un municipio que había logrado hacer algunas publicaciones con una impresora pequeña. Y ahí se encendió la chispa.
“En menos de tres meses ya todo el mundo tenía en sus provincias los insumos (papel, tinta) y una imprenta pequeña marca Risograph, con guillotina y presilladoras. Los primeros libros se presentan en saludo al cumpleaños de Fidel, el 13 de agosto de 2000, que se asume como fecha fundacional del SET”.
¿Qué opinión le merece tal iniciativa?
“Era necesario, porque luego de la Campaña de Alfabetización y el desarrollo educacional del país había muchos profesionales cultos, con aptitudes para la literatura, que tenían necesidad de publicar sus escritos. Pero también había un público lector que ya había leído los clásicos y demandaba literatura contemporánea.
“Gracias a esa idea del 2000 han publicado escritores hasta de los lugares más recónditos del país. Los editores, diseñadores e ilustradores que se han formado a lo largo de estos años conforman un capital humano incalculable”.
¿Aún son libros artesanales?
“La tecnología está obsoleta, excepto la máquina Risograph. Conservamos una marca Z y también disponemos de otra marca F, que es más moderna. Pero el resto del equipamiento está muy deteriorado. Hay que buscar alternativas constantemente para encuadernar”.
¿Y cómo ha sido la experiencia de Ediciones Loynaz en la comercialización de libros digitales?
“El resultado económico hasta hoy no es significativo. En ese asunto, faltan mecanismos por crear. Nuestros libros están en la tienda de Ruth Editores, que es una plataforma reconocida por el Estado Cubano. Igualmente, evaluamos opciones como Cubaliteraria, Citmatel… otras alternativas que han ido surgiendo en Cuba”.
Las editoriales del SET, incluida la Loynaz, han llegado a sumar a sus catálogos autores extranjeros o de otras provincias. ¿Considera que ello forma parte de la evolución del proyecto o es una tergiversación de los objetivos fundacionales?
“Las editoriales dejaron de ser de provincia hace tiempo. Por ejemplo, la nuestra ha tenido representación en ferias del libro de Frankfurt, Beijing, Bogotá, Barcelona, diferentes ciudades de Chile, México. Claro, nunca debemos descuidar nuestros objetivos iniciales: no hemos dejado de publicar las nuevas voces, no dejamos de evaluar los proyectos de los más jóvenes que llegan a la editorial”.
En los últimos años todo el Sistema Editorial del país ha sido muy perjudicado por la carencia de insumos para la impresión de los textos. ¿Qué alternativas debieran explorarse en el SET?
“Los presupuestos del Centro Provincial del Libro hoy no son suficientes, menos, cuando estos han ido encareciéndose por su arte final, o sea, la impresión a colores, el papel cromado… Gestionar otros presupuestos pudiera ser una vía.
“Hacer tiradas más pequeñas o bajo demanda también pudiera ser una estrategia. A fin de cuentas, a veces los autores prefieren entregar sus cuadernos con editoriales independientes, fuera de Cuba, que ni siquiera pagan derecho de autor, pero dan la posibilidad de comercializar los libros en Amazon y otras plataformas. Y en esos casos, igual se trata de tiradas ínfimas, se imprime bajo demanda.
“Asimismo, pudiéramos abrirnos a las producciones secundarias, prestar otros servicios editoriales que generen ingresos para sostener nuestras producciones principales”.