Antes que el primero de enero de 1959 Fidel Castro Ruz emprendiera una revolución socialista, la provincia de Pinar del Río figuraba entre las más atrasadas de Cuba, fundamentalmente por sus índices en materia de salud.
Las cifras alarmaban pues, por ejemplo, por cada mil nacimientos, poco más de 60 niños morían a causa de las condiciones de insalubridad y la inexistencia de programas en pos del bienestar de la gestante y su bebé.
El texto Síntesis Histórica de Pinar del Río, de un colectivo de autores, señala que la esperanza de vida no sobrepasaba en la mayoría de los casos los 53 años de edad; o sea, que el solo hecho de nacer o vivir en Vueltabajo significaba una esperanza de vida de casi 10 años menos que la media nacional.
Solo existían farmacias particulares en los pueblos y la mayoría de los que laboraban como farmacéuticos no ostentaban la calificación requerida; asimismo, el territorio contaba con dos consultas privadas de optometría y era necesario enviar a La Habana las remisiones para la confección los espejuelos, apunta el material.
Disponer de 248 médicos en la provincia, para una proporción de uno por cada dos mil 500 habitantes, limitaba en gran medida las posibilidades de asistencia, principalmente para los pobladores de comunidades rurales o personas de bajos ingresos, quienes morían de enfermedades curables o por la ausencia de servicios dirigidos a todos.
Por contraste, hoy la proporción médico-paciente en territorio pinareño se estima sea de uno por 162 personas.
Al cierre de 2019, esta región del archipiélago antillano alcanzó una tasa de mortalidad infantil de 4. 6 por cada mil nacidos vivos, gracias al esfuerzo conjunto de médicos, enfermeros y especialistas.
De igual modo, culminó sin muertes maternas y por cuarto año consecutivo cumplió el indicador de reducción del parámetro, evidenciando la sostenibilidad del trabajo multidisciplinario de los trabajadores del sistema.
Porque en cada resultado confluye la dedicación integrada de la atención primaria de salud y la secundaria, el quehacer de los médicos y enfermeros de la familia, ginecólogos, obstetras, clínicos, trabajadores sociales, psicólogos y todos los especialistas involucrados en la atención a la mujer desde la etapa preconcepcional.
A todo ello se adiciona el empeño de los profesionales en las instituciones de Pinar del Río, especialmente en el bloque materno del Hospital Provincial Abel Santamaría Cuadrado y en el Hospital Pediátrico Pepe Portilla.
Un banco de leche humana, el Gotita de Vida, uno de los pioneros en el país, incide actualmente en el aumento de la supervivencia de los recién nacidos, al ofrecer el alimento a niños críticos, bajo peso o que no pueden ser amantados por sus progenitoras.
Además, en el territorio resalta el rol de los hogares maternos, encargados de brindar cuidados a las embarazadas de riesgo, prevenir la anemia en gestantes bajo peso y compensar enfermedades crónicas.
La red de genética se consolida en cada calendario y se introducen técnicas avanzadas para un mejor seguimiento prenatal a la embarazada.
Pinar del Río constituye la cuarta provincia de mayor envejecimiento en Cuba; casi un 21 por ciento de sus habitantes tiene 60 años o más, de ahí el trazado de una estrategia para asegurar el cuidado del adulto mayor en instituciones creadas para esos fines.
Al Hogar de Ancianos Provincial se suman las casas de abuelos en los 11 municipios dotadas de confort, personal asistencial, la garantía de una alimentación balanceada y rica en nutrientes, y actividades recreativas para el disfrute de quienes no tienen cuidadores en sus residencias a tiempo parcial o completo.
Recientemente abrió sus puertas la casa de abuelos Luz Saldívar, ubicada en la calle homónima de la ciudad capital, muestra de la prioridad del Estado y el gobierno cubanos de velar por la calidad de vida de las personas longevas y en ese sentido, asegurar prestaciones de excelencia.
Hace 61 años el triunfo revolucionario devolvió a todos los nacidos en Cuba el derecho a la dignidad, la igualdad de oportunidades y la dicha de sentirse realmente humanos.
Y Vueltabajo dejó a un lado el calificativo de Cenicienta -atribuido por la situación imperante y la desidia de los gobiernos antes de 1959- para convertirse en una provincia agraciada por el empuje gubernamental y de su gente.
Este 26 de julio, Día de la Rebeldía Nacional, sobran los motivos para respaldar un proyecto social pensado con todos y para el bien de todos.