Una exquisita conjugación de aromas atrapa desde la entrada. De un lado jengibre, ají, ajo puerro; al otro el dulce de coco es envasado en pequeños potes. Nadie detiene su labor, no hay tiempo para interrupciones.
El ágil ritmo de trabajo es habitual en la minindustria Sol Guamá vinculada a la UEB Granja Urbana de la empresa agropecuaria Cubaquivir en el municipio de Los Palacios. Con una media mensual de 9.5 a 10 toneladas entregan una amplia gama de productos con alta demanda en la población del territorio.
Al principio, hace alrededor de tres años, contaban con cuatro trabajadores. Actualmente, gracias a los rendimientos que han tenido y al respaldo salarial, incrementaron a nueve la plantilla.
Yoan Salgado Valle, especialista principal, muestra una energía contagiosa al explicar al detalle la estructura y las interioridades de la minindustria:
“Tenemos nueve líneas de producción, que pueden parecer pocas pero cada una tiene variedades. Por ejemplo, hacemos dulces de frutabomba, de coco, mermeladas y pulpa de mango y guayaba; están los encurtidos, mixtos o de un solo vegetal; salsa palaceña, pasta sazonadora; vinagre blanco, condimentado; siropes; puré de tomate y productos a base de ají picante. Además, trabajamos desde hace dos meses en la elaboración de sazones deshidratados”.
CALIDAD, ENCADENAMIENTO
En Sol Guamá el 90 por ciento de la faena es manual; sin embargo, una de sus premisas es que todo salga con la máxima calidad.
“Antes de comenzar se verifica lo que llega del campo. Los productos se pesan, se lavan, se seleccionan de acuerdo con las especificidades de cada uno y pasan a las mesas de trabajo. Tenemos requisitos propios, normas que forman parte del reglamento de la Empresa. Podemos elaborar productos de primera y de segunda, y siempre sale como primera”, comenta Diana Rosa Cabrera López, especialista de calidad.
El 95 por ciento de la materia prima que utilizan en los sazones viene de las mismas unidades que conforman la entidad, también logran encadenamientos con otras minindustrias del municipio.
“Es una experiencia que trajimos de Ceballos, a ellos les dio resultados y a nosotros ya nos está dando. Empezamos a aplicarlo este año. Es un beneficio mutuo, pues les proveemos de los insumos y nos dan producción terminada que sacamos por la Empresa”, explica Salgado Valle.
Buscan igualmente cerrar el ciclo productivo utilizando hasta los sobrantes que puedan aprovechar en otras producciones, lo que al final se traduce en mayor ganancia económica y mejores salarios.
“Lo que hay que hacer es ir evaluando cada proceso, la economía lo es todo. Por citar un ejemplo, ahora mismo, en Cuba no hay sazón, pero en Los Palacios siempre se ha producido bastante ají cachucha, entonces puedes hacer cálculos.
“Ese sazonador que ves envasado nos da mucho más rendimiento. El ají es sometido a un tratamiento, se muele y se mezcla con otros condimentos que se cultivan en los organopónicos nuestros. Esa es la variante húmeda. Entonces hacemos el deshidratado para rematar el plan”, añadió.
INNOVACIÓN V.S. LIMITACIONES
Aunque en esta minindustria apuestan por la variedad y la eficiencia, siempre surgen limitaciones que atentan contra el proceso.
“Hay producciones que se nos dificultan bastante, y creo que en Cuba entera pasa así. Cuesta mucho obtener una tonelada de dulce de coco. En un día procesamos cerca de 240 cocos que rinden 120 o 140 kilogramos, y eso es gracias a una máquina que inventamos a través del foro de ciencia y técnica. Entonces, cuando lo llevas a un plan te das cuenta que es demasiado el trabajo.
“Por otro lado, los volúmenes de producción también dependen de los envases. Eso nos golpea, más ahora que el país atraviesa una situación bien compleja. Ya poseemos el envase del año, o sea, que si lo gasto todo, ya después no podemos rematar ningún plan. Afortunadamente, entre todas las UEB que conforman la Empresa existen las mejores relaciones y en ocasiones nos hacen préstamos”.
En el caso de la elaboración de condimentos en polvo usan un deshidratador solar para reducirle el tiempo a una máquina que les llegó como donativo, y que a pesar de ser muy moderna es alta consumidora de electricidad.
“Las producciones deshidratadas también son difíciles de llevar a un plan. Entras un producto en bruto, pero cuando lo conviertes al polvo pierdes más del 95 por ciento. Hacemos de cúrcuma, ají, jengibre y otros. Hay como 200 fórmulas, pero estamos probando la que nos guste. Cada territorio tiene sus características.
“En el deshidratador solar ponemos el producto por dos días para que reciba un golpe de calor natural y luego rematamos con la máquina que trabaja a más de 200 grados. En realidad, este equipo es el que se usa para hacer el tostón de plátano. Cuando lo instalamos le faltaban las bandejas, y las inventamos, no son las ideales pero funcionan”, acotó.
A pesar de ser pequeña, esta minindustria palaceña muestra resultados alentadores. La energía de su colectivo y la creatividad ante las dificultades, los hacen permanecer en el camino correcto para mantener el equilibrio agroindustrial y aprovechar las producciones al máximo.