Por estos días a Solangel Semino Gutiérrez, una experimentada contadora, le cambió su rutina diaria y ahora desde la casa su quehacer se multiplicó y comparte el tiempo entre números, cuentas y puntadas, ante la incidencia de la COVID-19.
Residente a unos cuatro kilómetros de la ciudad Pinar del Río, en una zona rural del Consejo Popular San Vicente, sentía angustia cuando desde el portón del hogar veía pasar la gente por el camino vecinal sin ningún tipo de protección.
Lo primero fue conversar con ellos, explicarles la importancia de usar el nasobuco, pues a pesar de mantenerse informados, no interiorizaban el riesgo al que se exponían, explicó.
En la gran mayoría de los casos la desprotección obedecía a la carencia de nasobucos y entonces las tareas hogareñas pasaron a un segundo plano y sin descuidar mi contenido de trabajo en la corresponsalía de la Agencia Cubana de Noticias (ACN) donde laboro, saqué la máquina de coser del rincón, corté varias sábanas y fundas y puse manos a la obra, expresó.
Añadió que después desde el propio portón los distribuía y ya hoy, los pobladores del barrio le agradecen y hasta le aportan telas para multiplicar la producción y contar con más de un medio de protección de cara a cambiarlo en el plazo establecido de acuerdo con los galenos.
Los más bonitos los obsequié a mis familiares y las compañeras de trabajo, quienes son presumidas, y ya tienen para combinarse de acuerdo con el color del vestuario usado, comentó sonriente, mientras relató que zafó una de sus blusas para complacer a algunas que los prefieren estampados.
Su producción gratuita ya llega a los 500 nasobucos, en tanto Solangel manifestó que cuando piensa en ello se siente muy aliviada, pues de esa forma aporta un granito de arena a la salud de muchas personas, entre ellas los amigos y la propia familia.
Una de las agradecidas por su acción es Laudelina Pando, anciana diabética e hipertensa, que vive sola con su hijo, quien agradece a Sol –como le llaman en el barrio- la preocupación por la protección de todos y resaltó sus cualidades de mujer emprendedora, humana, servicial y por todo ello muy querida y respetada en la zona.
Modesta, dice que su aporte no es algo que se necesite resaltar, pues resulta sencillamente una obligación como ciudadana en estos tiempos difíciles de amenaza del nuevo coronavirus, que demandan de la unidad y solidaridad de todos los cubanos.