Dueños de una versatilidad y presencia escénica envidiables, Daniuska Molano y Adalberto Tielves instauraron su nombre en lo más selecto de las noches pinareñas. ¿Dónde están? ¿Qué fue de ellos? Esas serían las primeras preguntas del significativo público que siguió sus presentaciones durante varias décadas, sobre todo, en el cabaré Rumayor, el principal de Pinar del Río.
Guerrillero los encontró en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Vueltabajo, donde -una vez al mes- los populares cantantes protagonizan el espacio Dosis de sábado, el único que poseen en la cartelera cultural de la ciudad. Con la prestancia de siempre, accedieron a la entrevista.
“Todavía estamos aquí, todavía tenemos talento para seguir la música”, fueron las primeras palabras de Daniuska.
Como la mayoría de los músicos de Vueltabajo, ella y Adalberto sufren el impacto de los limitados presupuestos del sector cultural y, por consiguiente, la escasa o nula programación en los que fueran sus espacios de presentación habituales.
“Lo que pasa es que hoy solo preparamos lugares para que los muchachos den brincos y bailen reguetón, y no los preparamos para ver un espectáculo ni para disfrutar de un buen bolero, una balada… Creo que estamos olvidándonos de las buenas melodías que todavía pueden enamorar.
“Debieran haber espacios para todo, un lugar para la trova, uno para la música campesina, uno para el bolero… y que las personas elijan”, considera Daniuska.
Adalberto aprueba sus palabras y agrega: “Pasamos todo el mes esperando este momentico, en Dosis de sábado”.
El espacio, con unos pocos años en cartelera, representa un “oasis” para quienes prefieren un ambiente de descarga musical al compás de las temperamentales interpretaciones de sus anfitriones, quienes han compartido escenario por más de tres décadas. Donde esté uno, ya el público espera la presencia del otro.
“Tenemos mucha química, solo de mirarnos en el escenario sabemos qué hacer”, confiesa Daniuska.
“Pero -aclara Adalberto- la gente que nos ve siempre juntos, no se imaginan que nosotros nos tenemos mucho respeto, como personas y como artistas, ella sabe cómo halarme las orejas y yo siempre la escucho”.
Fue en el cabaré Rumayor donde se conocieron. Allí llegaron ambos, aún novatos, y allí construyeron, poco a poco, una carrera exitosa en el mundo del espectáculo como bailarines y cantantes.
“Por decirlo a lo cubano: seré cabaretera la vida entera. Amo el cabaré, es muy completo, te enseña a hacer cosas que ni siquiera imaginas que puedes hacer, yo hice hasta una rumba de cajón sobre unos taburetes. El cabaré prepara al artista para que pueda florecer en cualquier escenario”, asegura Daniuska.
Adalberto también habla de esa gran pasión que los une. Recuerda los nombres de directores, coreógrafos, vestuaristas, bailarines… gente talentosa que hizo brillar el show de Rumayor.
“Hicimos grandes espectáculos allí, a cabaré lleno, todo el turismo que llegaba a Pinar del Río pasaba por Rumayor. Nos comparaban, incluso, con el show de Tropicana”, recuerda Adalberto.
Ahora que el más importante cabaré de la provincia carece de espectáculo y está a punto de desaparecer esa parte distinguida de la cultura pinareña, es inevitable que los entrevistados manifiesten su preocupación al respecto.
“Nos duele lo que pasa con Rumayor, porque tenemos sentido de pertenencia por ese lugar que es parte indiscutible de nuestras vidas”, expresa Adalberto.
Para ese momento de la conversación, ya el pianista acompañante, el maestro William Zambrano y su hijo, también músico, estaban listos para iniciar la presentación. En la sala de la casa de la Uneac, algunos se mantenían a la espera de su “Dosis de sábado”.
Antes de salir a escena, Daniuska y Adalberto confirman su disposición de continuar defendiendo la música que prefieren, a pesar de los pesares.
“Sigo apostando por la música, la buena música, hasta que la vida lo determine”, dice ella.
“El artista nunca deja de ser artista”, concluye él.