La señal de socorro está lanzada desde hace tiempo, aunque oficialmente no se diga que es así: la pelota cubana transita por su peor momento y, a criterio de este periodista, las “curitas con mercurocromo” aplicadas hasta ahora no van a conseguir el ansiado retorno a la elite del béisbol mundial.
El más reciente descalabro lo sufrió el equipo campeón de las dos últimas series nacionales: Granma acaba de protagonizar otra decepcionante actuación de un plantel que representa a Cuba en la arena internacional al caer en los cinco compromisos en que participó en la Semana Beisbolera de Haarlem.
Aunque las derrotas no fueron aplastantes (salvo el 5-1 frente a Países Bajos) resultaron juegos en los que no se pudo batear frente a lanzadores que, en su mayoría, no bajaron la velocidad de las 90 millas o que supieron poner la pelota donde más daño hace.
Difícil es ganar si ya se está comenzando a perder la forma tras terminar un largo y agotador calendario como el que significó el protagonizado por Granma en la 61 Serie, por eso es que no me asombra que hayan caído, consecutivamente, 4-3 frente a Japón, aunque fue el juego en que más batearon al conectar seis incogibles y cometieron un error; 2-0 con Estados Unidos (solo cuatro jits); 1-0 ante Curazao (cuatro imparables y dos errores) y 2-0 en el último choque con Italia en el que se conectaron cinco imparables.
En total los granmenses y sus refuerzos compilaron 25 entradas sin anotar ni una carrera y los ponches llovieron en todos los partidos, incluidos en los pocos momentos en que tuvieron hombres en bases para empatar o irse arriba.
Tras estos resultados, ¿si usted que me lee fuera el encargado de hacerle una invitación a Cuba lo haría? Si fuera yo, por supuesto que no convidaría a una escuadra de un país que hace rato dejó de ser atrayente para llenar estadios.
¿Qué pasa en la pelota cubana? La respuesta es larga, si de hacer historia se trata, por lo que voy a centrarla en lo que considero es el “pollo del arroz con pollo”.
En primer lugar, durante décadas Cuba dominó en cuanto evento internacional de aficionados se efectuaba, porque iba a ellos con escuadras en las que militaban figuras que por sus características eran más profesionales que muchos de los que en cualquier parte del mundo cobraban por jugar pelota.
Hubo también un trabajo de búsqueda de talentos en los sitios más intrincados del país, unido a la creación de escuelas deportivas en las que experimentados profesores (en su mayoría expeloteros) enseñaban el ABC de ese deporte.
Se podían contar con los dedos de las manos los casos de jugadores que desertaban o se iban a probar fortuna hacia otros países.
Había una situación económica en el país que permitía dedicar recursos a un deporte tan caro como es el béisbol.
Las series nacionales motivaban a aficionados y peloteros, por lo que los primeros llenaban los estadios y los segundos se entregaban en cada juego para no solo dar un buen espectáculo sino para demostrar sus cualidades y buscar un puesto en el Cuba que era equivalente a un lugar en la gloria.
Tras la llegada del eufemísticamente nombrado periodo especial comenzó el declive de la economía y con ella del deporte en general y de la pelota en particular.
Desde tener que jugar bajo el sol abrazador hasta la falta de implementos, unido a la creciente salida del país de jugadores consagrados y muchos, muchísimos, en desarrollo, hasta decisiones equivocadas en cuanto a la realización de los torneos locales o la participación en los internacionales han llevado a que la pelota no solo cojee sino que ya casi no anda.
Un ejemplo está en que la próxima Serie Nacional –en la que hay una participación más masiva de peloteros– comenzará en septiembre del próximo año, mientras que para “llenar el bache” se está organizando la primera Liga Elite del béisbol cubano, con una clasificatoria entre el ocho de octubre y el 11 de diciembre de este año, las semifinales del 17 al 27 de diciembre y la final del siete al 17 de enero de 2023.
Se sabe que si no se juega pelota, si solo se entrena y se entrena, no se avanza y hasta ahora está decidido que no se jugarán las series provinciales: esa inactividad seguirá pasando la cuenta a nuestro deporte nacional.
Por otra parte, en el resto de las categorías los torneos (cuando se convocan) son de tan corta duración que no permiten el desarrollo de los atletas.
Si a todo lo anterior le sumamos el éxodo cada vez más creciente de jugadores (principalmente muy jóvenes) nos encontramos ante una situación que lleva a repensar si la nueva estrategia para desarrollar la pelota está completa o le faltan teclas al piano.
El SOS de la pelota cubana hace rato que viene sonando y si de verdad se le quiere salvar hay que prestarle urgente atención para que no suceda como al Titanic, que cuando acudieron a su rescate ya se había hundido en el mar helado.
Como pinareño siento en mi corazón el dolor de no tener beisbol competitivo.. pero la principal motivación es emigrar. Por situación como la que está atravesando Roidel Martinez y otros más. Gracias por expresar parte del problema que ha llevado a que el beisbol esté tan abajo. Muchos de nuestros comentarios no son publicados porque expresamos lo que sentimos, pero usted tiene los medios para llegar al pueblo, le doy las gracias por eso. El beisbol hay que ponerlo en la tv. Las escuelas y los barrios. Salir a buscar los muchachos en el campo, ahí está la fuerza y no siempre en los apellidos heredados . Gracias