Hace algunos años leí una crónica sobre Teófilo, otra más, donde se enfatiza en su condición del cubano que amó la bandera. Y me atreví a sacar del baúl de los recuerdos estas minutas, sobre un acontecimiento universal que pudo ser y no fue, pero continúa en las bocas y las manos de muchos: La pelea Stevenson vs Alí.
Un buen día surgió la idea, ambos eran poco menos que invencibles en sus trincheras. Todos a favor del peleón, pero nadie ha dado con una verdad oculta y continuarán las especulaciones: que si aquel pegaba más y el otro tenía mejor boxeo, que ambos fueron inigualables. En fin, manzanas de uniones y discordias.
Por eso, como fui testigo de un interesantísimo coloquio a cinco voces, a inicios de la década del ochenta, matizado con Añejo Havana Club, en una de las tabernas del Hotel Nacional, trataré de exponer lo que allí se dijo.
Jorge García Bango, quien fuera presidente del INDER (ya fallecido), fue amigo de mi hermano Panchy, conocido por Catibo. Allí nos encontramos. Después de un buen rato y a instancias mías, dejé entrever quién fue mejor, entre Teófilo o Alí. Y ensimismados escuchamos su versión sobre la fallida pelea, aprobada por las federaciones del boxeo profesional y amateur, que por entonces parecían irreconciliables; hoy viven un casi idilio.
Yoyi, como se le conocía en el mundo atlético, contó que, llegado el momento, solo faltaba la ratificación de Alí. Para dar el espaldarazo definitivo, solicitó una llamada a la casa del gran campeón. La conversación fue en inglés, sirvió de traductor Fabio Ruiz, a la sazón Vice Presidente del Organismo.
La condición de Cuba y la Federación Internacional de Boxeo Amateur, fue que la pelea debía regirse por las reglas de la AIBA, o sea, a tres rounds de tres minutos cada uno. Después de unas breves palabras, Alí no estuvo de acuerdo. Quería pelear quince asaltos con reglas profesionales, incluidas los guantes de menor peso; Cuba ni la AIBA podía aceptar una pelea así para Stevenson.
Entonces surgió otra posibilidad: cinco combates a tres rounds, dos en Cuba, dos en los Estados Unidos y si hiciera falta se decidiría en un país neutral. Después de una inesperada broma, Mohamed Alí no aceptó.
El deporte cubano no tenía más que ofrecer. La conversación concluyó y dio al traste con la posible “Pelea del Siglo”. No obstante, el hombre que una vez respondió por Cassius Clay, quien no tendría nada que ganar y mucho que perder, dijo la última palabra:
“Oiga, yo he visto pelear bastante a Stevenson y sé lo duro que pega; tengo algunos años más que él y el tipo de pelea que me piden no estoy en condiciones de aceptarla. Así es que no va, pero quiero que no dejen de decir que lo conozco bien a él y mejor a mí. Y que yo soy el mejor…”
Poco después, el norteamericano llamó a Teófilo y se disculpó por no acceder al combate. Hasta le ofreció una ayuda económica, pero el nuestro le respondió con respeto y admiración que no necesitaba dinero. A partir de allí fueron mejores amigos.
La duda quedará por siempre. El boxeo de Alí fue magnífico, de excelente esquiva y dominio de la escena, fanfarronadas incluidas. La pegada de Teófilo era demoledora. Además, dominaba en la estatura con excelentes manejos de las manos y las piernas, pero no se había enfrentado a alguien con plenitud de boxeo y oficio singular, atractivo, de maldades entre las cuerdas, con mucha resistencia. Ambos fueron extraordinariamente carismáticos.
¿Hubiera soportado la derecha prohibida del tunero? ¿Cómo descifraría Teófilo su defensa? Campo hubo, hay y habrá para especular. Quizás fue mejor que las cosas quedaran así. Nos queda el sueño de una parte y de la otra. Y la convicción de que ambos perdurarán.
Varias veces coincidieron en Cuba y los Estados Unidos. El norteño recorrió varios lugares de la capital y la Isla, siempre en compañía de Stevenson, hasta se reunió y jaraneó con el presidente Fidel Castro.
Es recordado su protagonismo en los Juegos de Atlanta 1996, cuando encendió el pebetero del Fuego Olímpico y, acto seguido, fue a abrazarse con Pirolo, el muchachito tunero dueño del ring. Le alzó el brazo al campeón cubano y lo llevó adonde se reunieron las figuras más importantes del Olimpismo. ¡Se hicieron mejores amigos! Cada cual, rey en su reino. La vida no se puede forzar en filosofías deportivas diametralmente opuestas.
Hombre de buen corazón, encabezaba instituciones con fines benéficos. Muhammad Alí nació, como Cassius Marcellus Clay, en Louisville, Kentucky, el 17 de enero de 1942 y falleció, víctima de la enfermedad de Parkinson, el 3 de junio de 2016, a los setenta y cuatro años de edad.
Teófilo había nacido el 29 de marzo de 1952, en Puerto Padre, Las Tunas y dijo adiós hacia la inmortalidad, el 11 de junio de 2012, con solo sesenta años de edad.
Y la pelea que no se efectuó, alimenta el mito.