Campanas al vuelo han lanzado algunos comentaristas de la televisión, la radio y la prensa plana tras la actuación del equipo de béisbol Sub-15 en el campeonato mundial recién finalizado en Hermosillo, México.
También no pocos aficionados están esperanzados en que esa medalla de plata sea el comienzo del fin de un declive de la pelota cubana que ha llegado a tocar fondo.
Pero, ¿hay que esperanzarse tanto? La respuesta a criterio de este periodista es No, y a continuación expongo razonamientos que lo sustentan.
La experiencia nos muestra que No puede medirse el desarrollo de un deporte por el resultado de una competencia cualquiera sea su nivel.
Tampoco puede pensarse que todo está bien en la preparación de las categorías inferiores porque ahora se obtuvo un segundo lugar mundial. Hacerlo sería dejarnos arrastrar por la euforia del momento sin detenernos a pensar que, al igual que nosotros, los representantes e integrantes de los demás equipos están tomando nota en el asunto y no se dormirán en los laureles, como decimos en buen cubano.
No hay que llamarse a engaño: el deporte cubano en sentido general pasa por su momento más crítico y la pelota de todas las categorías no es la excepción.
No se ha logrado un trabajo sólido en la búsqueda de talentos a nivel de territorios o provincias y eso, por supuesto, influye sobremanera en que queden relegados o sin “descubrir” niños y adolescentes que mañana pueden llegar a ser las figuras que integren los equipos de mayores.
No hay una planificación e implementación suficiente de juegos, y de modo coherente, en todas las categorías inferiores para que los muchachos se desarrollen, porque está demostrado una vez más que el nivel competitivo se alcanza jugando y no solo entrenando.
No hay en la base ni los recursos materiales ni la necesaria motivación de algunos profesores y entrenadores para desarrollar a los niños y adolescentes que sueñan con ser un día grandes en el béisbol.
Hay otros cuantos No, pero los dejo hasta aquí, y ahora expongo lo positivo de ese equipo Cuba que ganó una plata con valor de oro.
A mi parecer, lo primero es la motivación que supo inculcarles el cuerpo de dirección –encabezado por el vueltabajero Alexander Urquiola– a esos muchachos que cada vez que salieron al terreno lo hicieron con el ánimo de divertirse, de jugar como casi niños que son y de dar lo mejor de sí, pero sin la presión de que tenían que ganar de todas todas.
Como posdata expreso que el día que en cada competencia municipal, provincial, nacional o internacional los atletas salgan a los terrenos a divertirse, a disfrutar, serán mayores los resultados y mejores los espectáculos.
Vuelvo con lo hecho en el Mundial: en los ocho desafíos celebrados se triunfó en cinco y casi nada pudieron hacer frente a un “submarino” japonés que por excederse en lanzamientos vio esfumarse su victoria; además de caer por nocao 11-1 y 4-3 ante los campeones de Estados Unidos.
Salvo el partido frente a República Checa en que se venció holgadamente 18-2, el resto de los encuentros exigieron el máximo de los esfuerzos y en ocasiones salir de abajo en el marcador o hasta dejar al campo al rival.
Encontraron a lanzadores que tiraban por encima de las 85 millas sostenidas y a veces superaban las 90, además de gozar de control y variedad de lanzamientos, algo que todavía le falta a los cubanos en todas las categorías.
Pudieron cumplir a la ofensiva con lo que en casi todo momento se necesitaba; en la defensa apenas cometieron siete errores para un .967 de average y el pitcheo, sin ser de los mejores del campeonato, no deslució el espectáculo ante bateadores que, en sentido general, tenían muchísima más experiencia que los nuestros.
En el Todos Estrellas de este Mundial hay dos cubanos: el receptor Yaider Ruíz y el tercera base Alejandro Cruz.
Además, Daniel Reyes fue seleccionado mejor lanzador de relevo, pues obtuvo dos victorias en cuatro apariciones, tuvo una efectividad de 0.95 y registró nueve ponches; y Jonathan Valle resultó el mejor jugador defensivo.
¿Contento con el resultado? Imposible no estarlo. A todos los amantes del béisbol enorgullece y vuelve a inculcar confianza en que los logros, tan dignamente alcanzados en tiempos pasados y que llevaron a nuestro país a planos estelares en cuanta lid estuvo presente, pueden retornar.
¿Satisfecho? No, porque aún falta mucho por hacer para que Cuba retorne a la elite mundial en todas las categorías del deporte nacional.
Se dice que la esperanza es lo último que se pierde, y prefiero ser de los optimistas que la mantiene, pero con esperanza no se resuelven los problemas, en este caso del béisbol, por lo que se precisa cambiar y cambiar, pero sobre todo ponerle cerebro y recursos a nuestro deporte de multitudes.