El pasado 11 de marzo se cumplió un año de que comenzara el azote mundial de la Covid-19. Desde entonces la realidad que conocíamos se transformó en una carrera con obstáculos que parece no tener fin y que nos pone a prueba constantemente.
Han pasado más de 365 días y seguimos lidiando con un enemigo invisible que no solo cobra vidas, sino que cala en nuestro interior sin que lo notemos y deja secuelas psíquicas que también ponen en riesgo nuestra salud.
El término “fátiga pandémica” ha sido acuñado por la OMS para definir la desmotivación y el cansancio de gran parte de la población ante una pandemia tan prolongada y con tantas restricciones y que se desencadena por distintas emociones, experiencias y percepciones relacionadas con la exposición repetida al estrés de todo este tiempo.
Según expertos de la Sociedad Española de Psicología Clínica y de la Salud, uno de los factores por los que se da la fatiga es por el efecto de habituación, que hace que nos acostumbremos a la pandemia y comencemos a interpretar que la amenaza quizá no sea tan grave o simplemente resulta desgastante lavarse las manos constantemente, usar nasobucos o desinfectar superficies con hipoclorito de sodio.
Entonces, ¿cómo sabemos si sufrimos de fátiga pandémica? Pues los problemas de concentración, los cambios de humor, el insomnio, la irritabilidad, los sentimientos de angustia o el aburrimiento, son algunos de los síntomas que provoca.
En un artículo publicado en el mes de abril en el sitio oficial del Minsap, Jorge Grau Abalo, jefe del grupo nacional de Psicología de la Salud, explicaba que la Covid-19 implica adoptar estilos de vida diferentes, pues no podemos cambiar la incertidumbre que provoca, pero sí nuestra actitud ante ella.
“La hipervigilancia o el estrés mantenido por el temor a una posible infección, impacta el sistema endocrino e inmunológico y hace que las defensas del organismo disminuyan y sean más vulnerables a la enfermedad u otras patologías. Además de las medidas higiénicas, hay que velar por mantener un buen estado anímico”, añadió.
Subrayó el especialista la importancia de limitar el consumo de noticias relacionas con la Covid, ya que la exposición a tanta información puede provocar el efecto contrario, o sea, generar emociones negativas.
¿Qué hacer entonces para superar esa “fatiga pandémica”?
La clave está, dicen los especialistas, en no intentar reprimir esos estados de ánimo o sensaciones, sino aprender a aceptarlos y manejarlos y para ello son aconsejables técnicas de autocontrol, yoga o ejercicios de relajación.
Igualmente recomiendan nuevas rutinas, pasatiempos, actividades que entretengan y recarguen de energía positiva: ejercicios, cantar bailar, leer, ver películas o series. Quizás sea el momento de incentivar valores como la solidaridad y el apoyo social, de trazarse metas realistas y planes acordes con la nueva normalidad.
Especial atención llevan los trabajadores de salud, quienes arrastran la mayor carga física y emocional, de ahí la importancia de un monitoreo constante de su estado de ánimo, y ante cualquier señal de alarma acudir a especialistas.
En Cuba existen 3 600 psicólogos, de ellos 1 400 en la atención primaria de salud, razón de más para que no dudemos en acudir a ellos ante cualquier síntoma.
Recordemos que vivimos en familia y nuestra manera de comportarnos, de actuar se refleja necesariamente en la vida de nuestros seres queridos. No sería justo entonces hacerlos cargar con esas frustraciones encima de todos los problemas, que además de la pandemia, nos afectan día a día en el marco económico, social y laboral.
La nueva normalidad que nos ha tocado vivir nos pone a veces contra la pared. Hagamos una pausa, miremos frente al espejo el reflejo de lo que proyectamos cada día y no dejemos que el efecto de la pandemia nos convierta en otras personas.
No demos espacio a la desesperanza, aumentemos las expectativas favorables en las vacunas. Pensemos en que el momento va a llegar y que podremos retomar el camino normal de nuestras vidas.