El caminante por el bosque no bebe de cualquier fuente. Todas las aguas no son potables, aunque por muy bellas que se muestren quizás es reflejo del bello azul del cielo o el verde intenso de la floresta o el negro del cieno de las orillas, pero nadie sabe si en lo interno puede estar el veneno.
Con la información social sucede igual: hay que tomar de la fuente adecuada, porque el veneno que va a la mente es tan malo como el que va al estómago.
Estos días de epidemia, a lo interno del país, se ha generado un extraordinario número de noticias, artículos y fotos incapaces de procesarse, discernir y ver de dónde vienen y que objetivos persiguen. En cuanto a lo foráneo, la pandemia que envuelve al mundo multiplica exponencialmente ese nivel de información y de los más inimaginados confines con múltiples propósitos.
El refrán de que “a río revuelto, ganancia de pescadores” nunca había venido mejor al dedo que en los meses transcurridos, porque aparecen los memes para las redes, los bulos en los medios de prensa y las fake news en todas las publicaciones, que responden a los peores intereses de la sociedad.
Lo execrable no es que solo incurren en la política, sino que mezclan todo con propósitos económicos, militares, sociales, religiosos, filosóficos, territoriales, sanitarios, urbanísticos, éticos, hasta legales, porque la idea es confundir, engañar y crear matices de opinión hacia un lado u otro.
Desde que comenzó la pandemia, Cuba, por obvias razones, tomó medidas y aconsejó a sus ciudadanos de que se cuidaran de los canales de desinformación.
Hay muchos materiales que invitan a leer, incluso te confunden, porque son tan atractivos que uno les da crédito. Sin embargo, son tragos de cicuta, porque como no tienes todas las coordenadas es difícil saber a dónde tirar.
Lo he comprobado: mucha información invita a la lectura y aparentemente son tan creíbles que cuando topas con la verdad no sabes cómo discernir.
Están los confiados: creen que todos los temas de salud, a veces de vida o muerte, están bien intencionados, pero en el fondo hay aristas, para mancillar países, ridiculizar gobiernos o sencillamente por la sola idea de que no piensa como ellos, y tenemos ejemplos recientes contra el director de la Organización Mundial de la Salud.
La emprenden contra compañías aéreas si viajan a tal país; contra laboratorios porque les hicieron competencia; contra científicos porque ponderaron una investigación y no les fue simpático, o porque, simplemente, lo hacen por mortificar.
No se trata solo de los engaños de que un remedio cura o no ni tampoco si le esconden la verdad sobre los verdaderos síntomas, si a la larga se descubrirá, pero cuánto daño para un ignorante o inocente que toma un producto y muere, porque alguien de cierto nivel lo recomendó.
Ese es el mejor ejemplo de que estamos llenos de ingenuos, de quienes se creen cualquier cosa, ahí está el peligro, de los que beben de la primera charca y dañan su salud. Por eso, tanto leer como beber hay que saberlo escoger.