Tatuar los lienzos

mujer tatuada

Foto: Jaliosky Ajete Rabeiro.

La exposición Epidermis, de José Alfredo Lezcano Ramos (Jochy) ha sido inaugurada en la Casa de Joven Creador de la ciudad vueltabajera. Se trata de pinturas cuyo centro es el homoerotismo y el cuerpo femenino sensualizado.

Los desnudos que Jochy propone están supeditados a la imagen de esa mujer emancipada que no se deja enmarcar por prejuicios y es dueña de su sexualidad y su cuerpo. En este caso, refleja a la mujer tatuada, cuya piel es también lienzo; porque los tatuajes son parte indisoluble en la cotidianidad de este tatuador-pintor, de formación académica.

La mujer tatuada como leitmotiv está presente en la obra simbólica de otros artistas como el brasileño DerbyBlue o la polaca Agnieszka Nienartowicz: la una, ilustrativa, la otra, de trazos más academicistas, con distintas concepciones estéticas.

Pero nuestro sanjuanero, a pesar de sus cortos veintitantos, demuestra un discurso que, si bien bebe de referentes, puja por encontrar su camino desde lo formal, con alta luz, como si sus lienzos fueran esas instantáneas con filtros que habitualmente se postean en redes sociales y desde la intencionalidad de la pose, pues cada figura es un mar de provocaciones, no por despertar a Eros, sino por retar al espectador. Las piezas parecen decir “heme aquí, soy a pesar de ti y del mundo, imperfecta y sublime”. 

Epidermis refleja lo superficial en la pose, en la piel, en el gesto de aliento fotográfico, pero como revelación. Así como la epidermis recubre y protege lo esencial, Jochy perpetúa dos artes al mismo tiempo: la pintura y el tatuaje, y representa la mujer inapresable. Esa, por supuesto, es su forma de figurar el retrato y la psicología femenina; no es la única, pero es la suya y, por tanto, es también plausible.

Sobre lienzo de diversos formatos o sobre espejos, el autor se arriesga y compone sus iconografías sensoriales. No existe intención ligera en sus desnudos, por lo que el público de la muestra es el adulto. En su obra aparece el desafío, el deseo, el cuerpo como brindis al arte amatorio, lo insinuado y lo explícito.   José Alfredo es un joven talentoso. Este camino que inicia, luego de su graduación en la academia de San Alejandro, señala en vívidos trazos un futuro prometedor.

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